Perifollo, planta poco conocida pero muy útil
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El hombre, genéricamente hablando, ha adaptado su paladar a numerosas sensaciones gustativas. La confección de diversos platillos supone, entonces, el uso de condimentos y aderezos encargados de la magia del sabor, según la cocina de que se trate y la región geográfica de ubicación.
Las plantas aromáticas han sido de los recursos naturales más recurrentes para la culinaria universal, y de ese tesoro gastronómico existe una especie vegetal poco conocida, pero de incalculable valor en varios sentidos. Se trata de el perifollo que, aunque frecuentemente pasa inadvertido en los huertos urbanos, posee un gran potencial tanto en la cocina como en el ámbito medicinal.
Joya natural
El perifollo es una planta herbácea que pertenece a la familia de las apiáceas, la misma que incluye al perejil, el apio y la zanahoria. A pesar de su parentesco cercano, esta especie se distingue por sus hojas finas y delicadas que le otorgan un aspecto frágil pero elegante.
La altura de la hierba generalmente varía entre 30 y 45 cm, y sus hojas son pinnadas, de un verde claro brillante, con un sabor suave que recuerda al anís o al hinojo, aunque sin ser tan potente.
El hábitat idóneo del perifollo corresponde a un clima templado que, como otras hierbas aromáticas, puede cultivarse con éxito tanto en huertos urbanos como en jardines domésticos”, comenta David Malaver, consultor botánico del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, de Colombia.
El Anthriscus cerefolium, por su nombre científico, es en realidad una excelente fuente de nutrientes esenciales. Rico en vitaminas A, C y K, resulta ideal para fortalecer el sistema inmunológico, mejorar la salud ocular y la circulación sanguínea. Además, contiene minerales como el hierro y el calcio, que lo convierte en un aliado para las personas necesitadas de mejorar su salud ósea y evitar la anemia.
Malaver resalta también los beneficios antioxidantes del perifollo, que pueden ayudar a combatir el daño celular provocado por los radicales libres, previniendo males crónicos como el cáncer y enfermedades cardíacas. Su bajo contenido calórico lo convierte en una excelente opción para quienes buscan mantener una dieta balanceada.
En cuanto a sus aplicaciones terapéuticas, ha sido utilizado en la medicina popular para aliviar problemas como la indigestión y el estreñimiento, gracias a sus propiedades carminativas.
“El perifollo ayuda a estimular la digestión y puede ser muy efectivo para tratar distensiones abdominales y gases”, explica Malaver. También sus propiedades diuréticas lo hacen útil para favorecer la función renal y la eliminación de toxinas del cuerpo.
El artículo publicado en el sitio web La Huerta señala que en la cocina, por su parte, esta hierba condimentosa es ampliamente valorada por su sabor delicado y fresco, que se puede comparar al del anís, aunque más suave.
Su sabor versátil lo hace perfecto para una amplia variedad de platillos. Es especialmente popular en la cocina francesa, donde se emplea en salsas, sopas, ensaladas y recetas con pescado.
“El perifollo es una de esas plantas que no requiere mucha preparación para destacar en un plato”, aclara Malaver.
“Solo es necesario picar finamente las hojas frescas y agregarlas al final de la cocción, ya que su sabor es muy delicado y puede perderse fácilmente si se cocina por mucho tiempo”, agrega.
También se utiliza en la elaboración de mezclas de hierbas como el famoso “fines herbes” francés, junto con estragón, cebollín y perejil, que es perfecto para sazonar omelets, ensaladas y carnes blancas.
Este regalo de la naturaleza también resulta muy utilizado para condimentar mantequillas, vinagretas y aceites aromatizados, y se añade a platos de huevo y queso, donde su frescura aporta un contraste agradable a los sabores más intensos.
El Anthriscus cerefolium prefiere suelos bien drenados, ricos en materia orgánica, y con un pH neutro a ligeramente ácido. Aunque puede tolerar un poco de sombra, crece mejor bajo la luz solar directa o en un lugar parcialmente soleado.
“Es una planta que se adapta bien a diversos tipos de suelo y, a pesar de ser sensible a las heladas intensas, puede cultivarse en climas templados sin muchas complicaciones”, asegura Malaver. Igualmente, es bastante tolerante a las temperaturas frescas, ello la convierte en una opción ideal para la primavera y el otoño.
La siembra del perifollo se realiza mediante semillas, que deben plantarse a una profundidad de aproximadamente un cm. Se recomienda un riego constante, pero sin encharcar el suelo, ya que la acumulación de agua puede provocar problemas en las raíces. La planta es bastante resistente a plagas comunes, pero en ocasiones pueden afectarla pulgones o ácaros, los cuales suelen controlarse con soluciones naturales como el jabón potásico o el aceite de neem.
Malaver asegura que el perifollo tiene un impacto positivo en el medio ambiente. Al igual que otras hierbas aromáticas, atrae polinizadores, como abejas y mariposas, que contribuyen a la biodiversidad local. También resulta eficiente en el uso del agua y los nutrientes, por lo que constituye una opción excelente para cultivos sostenibles en huertos urbanos.
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