¿Ayudar o humillar?

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Desde mi incipiente juventud oía decir a un anciano que, “lo bueno o malo de las palabras no depende tanto de lo que se diga sino de cómo se haga”. Opino que en parte tenía razón, aunque a veces hay quienes merecen que se les “canten las cuarenta”, y que venga lo que sea.

Esto que contaré nada tiene que ver con lo anterior; sí con la importancia de ser cuidadosos en el trato a las demás personas, incluso a nuestros amigos más cercanos, sobre todo en presencia de otras personas.

Recuerdo algo que presencié hace tiempo, diría que hace más de diez años. Aquella tarde éramos varios lo que conversábamos animadamente. Unos éramos amigos entrañables y otros individuos conocidos que llegaban a tomar parte.

Uno de ellos —ignoro si por lapsus o desconocimiento— lanzó una expresión gramaticalmente incorrecta, de la cual no caeré en detalles. Muchos nos percatamos de su error y ni siquiera manifestamos el menor gesto de asombro; en mi caso, pensé dejar la aclaración para otro momento.

Lo desagradable ocurrió cuando otro de los presentes, a quien igualmente me unía una estrecha amistad, no escatimó en público para espetarle una crítica ante el disparate cometido y parlotearles a todos su explicación “aleccionadora”.

Al oírlo, el amigo equivocado se sonrojó avergonzado. No fue para menos, a mí me habría sucedido igual.

Les confieso haber sentido vergüenza ajena por ambos. Por uno, debido al descuido o ignorancia y luego ver cómo lo embargaba la pena en público; por el otro, a causa de su falta de tacto al atreverse a rectificarlo ante personas desconocidas.

Aquello sonaba más a descarga narcisista de autosuficiencia que a una aclaración amistosa. Lo igualé a un pavorreal que expande el plumaje para destacarse al exhibir sus colores.

Nunca quise juzgar intenciones. Los seres humanos debemos atenernos a los hechos en sí; las intenciones existen sólo en lo más íntimo de la conciencia de cada uno de nosotros.

Si el propósito de rectificar era bueno o malo, ¡jamás lo sabré!, pero el resultado fue pésimo y del todo deplorable.

Les cuento esta anécdota porque es importante tener suficiente sentido común, tacto y perspicacia en cuanto al momento, el lugar y las circunstancias en que —con razón y de buena fe— nos sintamos en el deber de aclarar cualquier error o disparate, más si se trata de alguien por quien sentimos estima.

Me agradaría conocer las opiniones de ustedes. En mi lugar, habría esperado a encontrarnos a solas para hacerle las aclaraciones necesarias con el fin de que rectifiquesu error.

Nunca públicamente, pues si la intención es buena, el resultado raya en la humillación de la otra parte.

Recuerdo aquel incidente, siempre me llamo al orden cuando escucho una expresión incorrecta. En definitiva, todos corremos el riesgo de equivocarnos alguna vez, ya que no somos infalibles.

¿Coinciden conmigo? Opinen, no se inhiban. Sus opiniones valen. De mi parte pienso que en situaciones tales se trata de saber si se quiere “ayudar” o “humillar”. Eso de humillar, ¡ni en familia!

Otro día analizaremos la otra cara de la misma moneda.

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5 Comentarios en “¿Ayudar o humillar?

  • el 4 noviembre, 2024 a las 9:50 am
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    Un interesante y práctico artículo para aplicar sus enseñanzas. El tacto, comedimiento en las relaciones humanas y la comunicación, son fundamentales.
    CONTRIBUYAMOS a la educación para la comunicación.
    Por su importancia, lo comparto en nuestra página institucional accscienfuegos, a la cual lo invito.
    Gracias por la publicación y saludos

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  • el 17 octubre, 2024 a las 4:39 pm
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    a veces un jefe curtido tiene más fallas q uno medianamente joven en formación

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    • el 20 octubre, 2024 a las 9:56 am
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      Estoy plenamente de acuerdo con tu valoración, yo haría lo mismo, sabemos que no siempre el comportamiento humano está en sintonía con la educación y cultura de las personas, unas necesitan sobresalir y aprovechan los errores de otros para demostrar su supuesta superioridad, aunque con ésos procederes sólo ponen de manifiesto su intención.

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  • el 17 octubre, 2024 a las 10:48 am
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    Muy interesante el texto, y además, muy valiosa reflexión. La asumo en todo y te mando un abrazo desde Guadalajara, México.

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    • el 17 octubre, 2024 a las 1:16 pm
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      Gracias, hermano. Valoro tu apreciación como intelectual y hombre de la Radio que eres con una larga experiencia.

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