Medio siglo de justicia, pan, canto y libertad

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Hemos llegado al primer medio siglo de existencia de la Revolución Cubana. Festejamos cinco décadas de sacrificios y esfuerzos heroicos frente a la permanente agresión y hostilidad de los Estados Unidos, sin cejar en nuestras convicciones, sin apartar la mirada del horizonte, sin que nos impidan el optimismo y la esperanza. Son 50 años extraordinarios en la historia de la Patria bajo el liderazgo de Fidel, de Raúl, de nuestros dirigentes históricos.

La Revolución triunfante abrió las puertas de la vida nueva. La asumimos no como punto de llegada, sino como punto de partida. Era mucho lo que había que hacer. Lo que hay que hacer. Entonces éramos un pueblo que vibraba ante la alborada triunfal; ahora somos un pueblo que posee más conciencia, más profundos conocimientos y una experiencia única. Fidel nunca nos mintió. Dijo el 8 de enero de 1959: “No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será más fácil. Quizás en lo adelante todo sea más difícil”. No es fácil en este mundo alcanzar la justicia y el derecho al pan y al canto.

Quizás no siempre nos damos cuenta de cuán rica es nuestra vida hoy, y cómo nuestra espiritualidad y modo de pensar han tomado la debida altura. Los que por su edad pueden comparar etapas comprenden más fácilmente las diferencias. El “antes de la Revolución” y el “después de la Revolución”. Se trata de una herencia que recibimos de los que nos precedieron, y de un grande esfuerzo de las actuales generaciones. Una suma de virtudes, de acciones, de heroicidades hasta llegar aquí.

¿Tenemos problemas? Tenemos, grandes y muchos. Pero existe una enorme diferencia con el ayer. Hoy la solución depende de nosotros mismos. La sociedad se renueva porque somos un pueblo emancipado que no acepta ni realiza algo contra su conciencia. No teme reconocer dificultades ni se amedrenta ante un fuerte objetivo. Hemos hecho un socialismo cubano y ese es el punto más definitorio de la Revolución.

Cienfuegos es de la estirpe rebelde de sus antecesores. De sus gloriosos mambises, soldados devenidos generales, como Federico Fernández-Cavada, el más importante de los 13 generales cienfuegueros, incluidos su hermano Adolfo, José González Guerra, José González Planas, y otros. De sus mujeres fundadoras de clubes patrióticos, entre las que sobresale Rita Suárez del Villar, “La Cubanita”. Somos deudores de la sangre generosa de los 288 soldados mambises de la Brigada de Cienfuegos, caídos entre 1895 y 1898 que contribuyeron a la victoria; de los 75 milicianos de esta tierra abatidos durante la Lucha Contra Bandidos en el Escambray; de los 27 coterráneos que abonaron el suelo amado en su defensa en Playa Girón contra los mercenarios del imperialismo; de los 93 sureños perecidos en misiones internacionalistas en otras naciones hermanas de la ancha patria del mundo.

Pero también resultan legítimos antecesores nuestros, los obreros cienfuegueros educados por sus líderes comunistas locales, como José Sanjurjo Gómez, que aspiraron realizar la reforma agraria y antiimperialista en los sóviets azucareros de Hormiguero y Parque Alto, y en la henequenera de Juraguá, que dieron la tónica de lucha en los años 1933 y 1934. Los mambises que tomaron a Cienfuegos en diciembre de 1869 y de los rebeldes que en 1957 la convirtieron en la primera ciudad libre de Cuba.

Somos también herederos y seguidores de esas canteras de mujeres y hombres adelantados del Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el Partido Socialista Popular, de cuya unidad surgió más tarde nuestro glorioso Partido Comunista de Cuba, continuador del fundado por Baliño y Mella en 1925. De aquellos adolescentes que en la clandestinidad se hicieron hombres y mujeres combatientes contra dictaduras; de los estudiantes sureños que junto a los proletarios paralizaron ciudades y pueblos en reclamos sociales. Somos del pueblo revolucionario que en la madrugada del 6-7 de enero de 1959 dialogó alborozado con Fidel durante su paso triunfante por nuestra tierra. Somos seguidores del valor de los niños-alfabetizadores y de los niños-artilleros; del pueblo insomne y firme de la Crisis de Octubre; del pueblo heroico del Período Especial.

Es que el pueblo no es sólo la fuerza creadora de todos los valores materiales, es también la única e inagotable fuente de todos los valores espirituales, el autor de todos los grandes poemas, de todas las tragedias y de la más genuina de ellos, la historia de la cultura universal.

También somos descendientes de los constructores cienfuegueros que trocaron las marismas, el mangle y el marabú del pobre barrio de O’Bourke en la rica Zona Industrial de Cienfuegos, por la obra que tuvo en Fidel a su orientador, y en Humberto Miguel Fernández, primer secretario del Partido en este territorio durante las décadas iniciales de la Revolución, a su impulsor más apasionado.

Nos enorgullecemos de los que hoy reactivan aquel panorama creador, en la construcción del Polo Petroquímico, nueva era de la Refinería petrolera que se multiplica interminablemente; de los que rehabilitan las viejas plantas; de los que multiplican la capacidad de generación eléctrica; de los que levantan edificios y petrocasas, vías, escuelas como las de Instructores de Arte, de Maestros Emergentes, o las maravillosas Escuelas Latinoamericanas de Medicina; rescatan cultivos, obras para la salud pública, el deporte y la recreación, la producción de alimentos…, en fin, de todo lo que eleva el índice de calidad de vida y desarrollo económico y social de este pueblo heroico, cuyo Centro Histórico de su ciudad capital ha ganado el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Durante 50 años hemos crecido, hemos construido con humildad y la sencillez de los grandes, y seguiremos creciendo tanto como nuestros sueños.

En 50 años ha habido una continuidad de heroísmo que da fe para el porvenir. Son antecedentes que forjaron las bases para la resistencia de otros 50 años más para el enfrentamiento a los enemigos y a nuestros propios defectos, y para las heroicidades cotidianas que hemos de realizar con nueva perspectiva. Esta debe entenderse como que todo lo conquistado ha de ser reconquistado, porque renovarse es la manera de continuar.

Es preciso defender el Socialismo renovado, nacido de las voces de nuestros mayores y de la historia de sus vidas, y de nuestras propias voces y biografías. Superar los viejos y nuevos desafíos dependerá de la capacidad de autogeneración alcanzada. Los debates tienen que ser políticos más que administrativos, para perfeccionar la justicia y la independencia logrados. La reflexión tiene que ser colectiva. Queremos comer y pensar. Producir y cantar. Defender la radicalización de nuestra individualidad que se hace plena sólo en lo social.

Debemos seguir enfrentándonos a las duras consecuencias de los tres últimos devastadores huracanes, que nos hicieron trizas 10 mil millones de dólares en 15 días, y a las duras y graves consecuencias de la crisis económica mundial generada en Estados Unidos.

Cienfuegos marcha por buen rumbo, por el despegue experimentado en los frentes agrícola e industrial, como recientemente valoró José Ramón Machado Ventura, miembro del Buró Político y Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Continuaremos como nos enseña Fidel: “con esa mancuerna de la unidad de pensamiento y acción en la lucha”. Es decir, con el convencimiento de que hay que andar por el Socialismo, que es la antítesis del capitalismo, y contra los principios que rigen ese odioso e injusto sistema que las campañas del imperio tratan de embellecer. Con el trabajo honrado, eficiente, cotidiano, lograremos que sustente económicamente y cubra las necesidades materiales imprescindibles del ser humano y para su desarrollo integral y felicidad.

El pago por resultados, que fortalece el sentimiento de pertenencia, y otras fórmulas renovadoras, serán incentivos para la producción y su calidad en el universo laboral, pero será imprescindible también la lucha generalizada, dentro de cada colectivo y en la sociedad toda, contra toda manifestación de egoísmo de algunas personas, contra las deformaciones de los pillos y la insensibilidad de otros. Y porque el Socialismo es el resultado de hechos económicos y hechos de conciencia, no podemos jamás renunciar a sus principios básicos: la propiedad social, la unidad política, la legalidad, el consenso, la planificación, la participación social, la educación, el papel de la ideología marxista, la experimentación, la justicia social, la flexibilidad, la creatividad, pero siempre el rechazo a la mediocridad de los que no tienen en sus venas ni un ápice de poesía; contra los desmemoriados que ven más manchas que luz y virtudes. No podemos ser rehenes de las circunstancias, sino actores, capaces de deshacer entuertos y revirarnos contra las injusticias del gran mundo y las que nos toca reparar en el propio. Hemos triunfado durante 50 años, pero ahora hemos de seguir.

Amanecen nuevos almanaques para registrar nuevas hazañas. Abrimos otros 50 de combates complejos, difíciles, para construir nuestros sueños con la unidad, el trabajo y la firmeza de los vencedores, con la inteligencia y el optimismo fuertes para librarlos.

Brindemos por este pueblo invencible; por la Revolución que ilumina nuestras esperanzas; por la lucha que dará la libertad a nuestros Cinco Héroes de la Patria; por la salud de Fidel; porque el año del 50 aniversario del triunfo de la revolución nos amanezca entre luchadores por el siguiente medio siglo de la Revolución Cubana, y los nuevos que nazcan para perpetuarla.

¡Hasta la Victoria Siempre!

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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