La independencia de Puerto Rico en la óptica del Partido Revolucionario Cubano

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La fundación del Partido Revolucionario Cubano (PRC), en abril de 1892, por José Martí, marcó el inicio de una nueva etapa histórica dirigida hacia el reinicio de las luchas por la emancipación de la Isla del colonialismo español. El establecimiento de esta institución significó un momento de ruptura con las tentativas fallidas de levantarse en armas durante la Tregua Fecunda que carecían de un programa organizativo y de una figura rectora que guiase dichos pronunciamientos. Además, su principal objetivo radicaba en lograr la unidad de todos los conspiradores cubanos localizados dentro y fuera del territorio nacional. Pero sin lugar a dudas, uno de los presupuestos del PRC que más llamó la atención de los emigrados cubanos y foráneos en los Estados Unidos durante esta época, fue que su nacimiento no solo estuvo marcado por la soberanía de Cuba, sino también por el fomento de la independencia de Puerto Rico.

Durante generaciones, los habitantes de la mayor de Las Antillas hemos repetido, en varios niveles de enseñanza, el presupuesto de la soberanía puertorriqueña expresado por el Partido como si fuera un cliché. Sin embargo, muy pocos son conocedores que, una vez iniciada la Guerra Necesaria, en febrero de 1895, los independentistas cubanos realizaron diversos proyectos para lograr la libertad de la vecina isla. En este sentido, lo primero a tener en cuenta es el por qué las banderas de ambas naciones son similares. Es válido destacar, que la enseña cubana fue la primera en erigirse hacia 1850 e izada, primero, en Nueva York y posteriormente en Cárdenas. A partir de este momento, la bandera de la Estrella Solitaria concurrió como guía en los campos de lucha durante la Guerra de los Diez Años (1868-1878). Tras el establecimiento del PRC, los emigrados puertorriqueños se integraron a las filas de esta agrupación política y crearon un símbolo a imagen y semejanza al de los cubanos, pero con sus colores al inverso. Este estandarte, diseñado por el boricua Francisco “Pachín” Gonzalo Marín, simboliza la hermandad entre ambos territorios en aras de conquistar su verdadera liberación del régimen colonial español.

Escudo utilizados por la Sección de Puerto Rico del PRC. (Tomada de http://www.proyectosalongar.com/enciclopedia_enciclopedia_ilustrada/Hermandad)

Al momento de producirse el estallido de la Guerra Necesaria, no existían en Borinquen ni en sus grupos de emigrados las condiciones para iniciar un movimiento revolucionario capaz de conducir a los separatistas de esta isla a enfrentamientos bélicos prolongados con la metrópoli. Para el 8 de diciembre de 1895, con la anuencia del Delegado del PRC, Tomás Estrada Palma, fue creado la organización “Guerra de Independencia de Cuba y Puerto Rico, Sección Puerto Rico”, la cual días más tarde cambió su nombre a “Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano”. En esta dirección, la finalidad de este nuevo mecanismo residía en la dependencia exclusiva hacia el PRC, y por tanto los conspiradores puertorriqueños no tuvieron el reconocimiento ni la autorización para dirigirse directamente al gobierno de la República de Cuba en Armas, salvo de ser necesario. Tales consideraciones provocaron polémica y malestar entre los emigrados de Puerto Rico, pero al final terminaron aceptando. Si bien se impuso el autoritarismo de la figura de Tomás Estrada Palma en la emigración cubana y boricua radicada en los Estados Unidos, se creaba un aparato jurídico para canalizar las inquietudes de los patriotas de esta región del Caribe.

El primer intento conjunto por propiciar un levantamiento militar en Borinquen data de marzo de 1896, cuando el Delegado del PRC propuso al entonces brigadier Juan Rius Rivera como General en Jefe del Ejército Invasor y Libertador de Puerto Rico durante una reunión con la Sección. Al asumir esta responsabilidad, este militar creía que lo primero a realizar era un estudio sobre la isla desde un punto cercano, en este caso, Santo Domingo. Rius Rivera y otros miembros de la Sección se trasladaron a tierras dominicanas y emitieron circulares y comunicaciones para los separatistas localizados hacia el interior del país, pero el posicionamiento autonomista de muchos de ellos, la fuerte actividad desplegada por el espionaje español y la falsa ayuda prometida por el ejecutivo dominicano, Ulises Heureaux,condicionaron el fracaso del incipiente movimiento. En junio del propio año, Juan Rius Rivera presentaba su demisión como jefe militar del proyecto y se incorporó a la beligerancia en Cuba.

A finales de 1896, la dirección del PRC le ofrecía a los patriotas puertorriqueños la suma de 160 000 pesos en bonos para iniciar un nuevo proyecto independentista. Por otro lado, Hatton, agente especial en Santo Domingo, aseguraba tener dispuesto el armamento necesario para dar comienzo a un levantamiento militar. De este modo, para marzo del año siguiente se presentaron a la Sección los quisqueyanos Antonio Mattei Lluveras y el general Agustín F. Morales para presentarles un proyecto de expedición armada. El proyecto fue aprobado por el Delegado con reservas debido a la falta de jefes militares experimentados. Sin embargo, las carencias materiales del Partido y el estallido de un levantamiento militar en la región de Yauco que condicionó el arresto de muchos de los conspiradores boricuas ubicados hacia el interior del país. De este modo, y unido al rejuego de posturas políticas en la dirección del PRC, se ponía fin a la segunda intentona por liberar la isla caribeña. Dicho proyecto fue reanimado hacia finales de 1897, pero el otorgamiento de un régimen autonómico para Puerto Rico por parte de la corona española, el 25 de noviembre del propio año, dio paso a su frustración. También, incidió en este malogro los posicionamientos vacilantes dentro de las filas del PRC con respecto a esta cuestión.

En pleno fracaso del primer proyecto de Morales, el brigadier cubano José Lacret Morlot presentó un nuevo plan para la independencia de Puerto Rico, donde fungía como segundo jefe el teniente coronel Enrique Loynaz y del Castillo. El proyecto tenía como finalidad la salida de una expedición armada desde las costas cubanas rumbo a Borinquen y fue aprobado por el Partido y el Consejo de Gobierno de la República en Armas; aunque es importante citar, que Máximo Gómez no estuvo al corriente de dicho plan. José Lacret Morlot fue nombrado como Delegado Especial del Gobierno para la Invasión a Puerto Rico y se otorgó la autorización para elegir los voluntarios del Ejército Libertador que lo acompañarían. El PRC se comprometió con facilitar 25 000 pesos y el resto de los gastos los asumiría el Tesoro de la República en Armas. Como elementos negativos estaban el poco conocimiento sobre los estados de ánimos de los separatistas ubicados en el interior de Puerto Rico como tampoco estaban al corriente del primer proyecto del general Morales.

El 4 de septiembre de 1897, el brigadier Eugenio Sánchez Agramonte fue enviado en comisión a los Estados Unidos para organizar la expedición armada presentada por José Lacret Morlot. Las dilaciones en las conversaciones entre el enviado especial y el Delegado del PRC hicieron que se produjera la renuncia de Lacret Morlot como resultado de las exposiciones de Máximo Gómez y Calixto García sobre lo inoportuno de este proyecto, no a la noble idea de liberal a la isla hermana que compartía los mismos destinos coloniales que la mayor de Las Antillas. Cuatro días más tarde, el general cubano le comunicaba al Consejo de Gobierno de la República en Armas su renuncia oficial. Después de este último intento, el Partido y los emigrados puertorriqueños no desarrollaron otro proyecto que permitiera el estallido de un pronunciamiento armado en la isla vecina.

La intromisión de los Estados Unidos en la conflagración cubana en los primeros meses de 1898, incidió directamente sobre los patriotas boricuas. Para este año, el gobierno norteamericano había mostrado su interés de apoderarse de Puerto Rico. A ello se unió, la postura anexionista secreta de José Julio Henna, presidente de la Sección, quien desplegó un arsenal de persuasión en favor de la absorción de la Isla y se había entrevistado con los senadores Henry Cabot y John Morgan, y con el presidente William McKinley para el logro de tales propósitos. Las tropas norteñas apoyaron un proyecto de invasión a la isla que se materializó el 27 de julio de 1898, la cual condicionó no solo la generalización del anexionismo en el territorio puertorriqueño, sino también la disolución, seis días más tarde, de la Sección de Puerto Rico del PRC. Este acontecimiento fue un fiel reflejo de la lucha encarnecida entre los patriotas independentistas, obligados a visualizar la desaparición de la Sección, y aquellos que, con total respaldo de los ocupantes, se dedicaban a propiciar la anexión de la pequeña isla al pabellón de los Estados Unidos.

A pesar de que no pudo lograrse la independencia de Puerto Rico, la historia de Cuba posee en estos proyectos un acápite glorioso de internacionalismo. Nuestro Apóstol Nacional José Martí, como previsor del imperialismo norteamericano, abogó por la emancipación de las dos islas y por el rechazo a los posicionamientos entreguistas de sus habitantes. Es esa misma historia la que hará imposible la ruptura de los lazos de hermandad tan fuertes entre las personalidades, instituciones y simbologías cubanas y boricuas.

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Dariel Alba Bermúdez

Profesor e investigador de la Universidad de Cienfuegos ¨Carlos Rafael Rodríguez¨. Miembro de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC)

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