José Manuel Posada o la infinita solitud del ser (II)

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Hacia 1901 el pintor sureño José Manuel Posada imparte clases de dibujo al natural en la Escuela Nocturna de Obreros (La Escuela de Verano). Meses más tarde labora como profesor de dibujo en el Colegio de los Jesuitas. Su prestigio como maestro de pintura de varias escuelas públicas le merece una nueva encomienda, propuesta por los señores Antonio Oviedo y Juan Avilés el día 11 de octubre de 1902. El dueto, a nombre del Ayuntamiento,le inquiere el precio de un retrato del General Bartolomé Masó y así mismo de otros tres cuyos nombres fueron indicados, a fin de que, dada cuenta, pueda la corporación, teniendo el crédito disponible para ello en presupuesto, adquirir dichas efigies. Al parecer, la misiva tuvo alguna demora, pues los dibujos no se consumaron hasta 1902.

En realidad,el legado de este pintor se pierde con el tiempo. Tan solo ha quedado como constancia de su labor pictórica y dibujística (no así del grabado, una de las especialidades que cursa en Madrid) esta serie de héroes de la Patria que aún conservaba el Archivo Provincial de Cienfuegos, presumiblemente asidos del Centro de Veteranos. Los retratos elocuencian su dominio técnico, la tenencia de una línea dinámica, que soporta el volumen anatómico y la expresividad de gestos, aunque los esfuerzos no alcanzan para descubrirnos el estilo del artista, que llega a coquetear con el romanticismo finisecular. Lamentable que poco o nada quede de sus temas pintorescos, aquellas escenas signadas por el costumbrismo y la representación emancipada.

En medio de sus labores pedagógicas en las escuelas, los talleres en el estudio del Terry, cursos de verano y encargos privativos, Posada saca algún tiempo para compartir sus saberes sobre el arte. El 16 de marzo de 1903 publica en la Revista Cienfuegos el artículo El monumento a José Martí, referido a la obra de Vilalta Saavedra en La Habana. En mayo de 1906 el Consistorio le encarga un retrato del jefe de policía Miguel Ángel Yllance, recién fallecido; por el cual la Comisión de Hacienda le destina un crédito de 150 pesos. Seguramente, el pintor puso a decisión del ayuntamiento el precio de la obra, pues el 25 de mayo el Presidente dictamina que se le comunique al artista “habérsele apreciado aquel retrato en ciento cincuenta pesos, o sea, el mismo precio que fueron pagados los que figuran en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento, y al efecto se le ruega acepte dicha cantidad como importe total por el valor de aquel”. La obra fue situada, para honra del gubernativo, en la Oficina de la Jefatura del Cuerpo Policial de Cienfuegos, aunque el viernes 18 de enero de 1907 el Consistorio cede el retrato a la viuda.

A oídos del pintor llegan ciertas noticias sobre el deseo del ayuntamiento de adquirir un retrato del antiguo vecino que fuera de esta ciudad Juan del Campo. Inmediatamente remite a las autoridades una carta que es leída el 4 de octubre de 1907 en la Sala Consistorial por el Concejal Emilio Orrego, en la que ofrece sus servicios a esta corporación. Por orientaciones de la Presidencia, el secretario Lino F. Hernández informa a los presentes el historial, sobre cómo el Sr. Alcalde cruzó correspondencia con Manuel Castro, familiar del finado radicado en La Habana, para solicitarle permiso y financiar un retrato, pidiéndole ubicar a algún pintor notable de la capital que asumiese la obra.

El día 2 de diciembre de 1907 Posada envía una misiva al Consistorio en la que hace saber que recibió de la capital una carta del Sr. Castro, en la que éste manifiesta que no ha “cerrado compromiso alguno con ningún artista, en lo que se refiere al retrato al óleo de Don Juan del Campo”, único requisito que deseaba llenar la corporación para poder adjudicarle esa obra. Posada suplica que le sea asignado el retrato; empero, el Ayuntamiento remite el asunto y conviene, de conformidad con su anterior acuerdo, que es firme,que no hará designación alguna hasta que Castro conteste personalmente y se manifieste otra vez “en virtud de la comisión que se le confirió por el Sr. Alcalde en nombre del Consistorio, según se le encargó, la ejecución del retrato de del Campo y en caso negativo se adjudicará éste al Sr. Posada”.

A todas luces, Juan del Campo y Carreras (Santander, España, 27 de diciembre  de 1822-La  Habana, Cuba,17 de abril de 1905),quien se instalara en la villa de Cienfuegos en 1854, desempeñándose como comerciante en varias casas mercantiles (de las que se convierte en asociado) y asumiendo trascendentes cargos militares y gubernamentales (al punto que fue el que mayor tiempo estuvo al mando de la alcaldía local, entre 1881 y 1897), fue bosquejado a través de un texto fotográfico, lo que explica los yerros al momento de concebirse la pintura. Realmente, Posada se había forjado a través del boceto del modelo en vivo y no de referentes gráficos, que nada aportan a la libertad expresiva del artista ni al estudio multidimensional del motivo. En este óleo se localizan debilidades en el cálculo de las proporciones, particularmente en la dimensión de los brazos y la cabeza, sobredimensionados en relación con la anatomía total del modelo, inquietantemente solemne.

17 años después el artista regresa a del Campo y salva la honrilla a través de una imagen litografiada del político (publicada por la revista El Hogar en 1890) que nos permite juzgar sus habilidades pictóricas. El análisis del grabado trasluce un dibujo abierto y dinámico, preocupado por el volumen, cuya técnica ocasiona un adecuado efecto de profundidad, más cercano a la sensibilidad escultórica que al oficio dibujístico.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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