Una cita de voces en La noche en el bolsillo

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Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 31 segundos

Será que uno puede enamorarse de alguien por la forma en que ríe”, se pregunta Luna mientras trata de conciliar el sueño en uno de los cubículos de su albergue.

Por ahí se mueve la propuesta de la escritora Mirtha González Gutiérrez (Yaguajay, 1959) con La noche en el bolsillo (2010), un viaje evocativo para quienes pasamos tres años de nuestras vidas estudiando en un IPVCE o en cualquier otro centro docente ubicado en los campos cubanos.

Pero, más que los estudios, González, quien se ha aventurado siempre en la literatura hecha para al público infanto-juvenil, —más de 15 títulos avalan su labor— saca provecho aquí de la ricas y complejas relaciones de la etapa de la adolescencia, con una prosa amena y que disfruta cualquier lector no muy exigente.

Doce noches y un Intermedio conforman la estructura externa del volumen en el que desfila toda la fauna escolar, ya sean aulas, baños, albergues, literas, enfermería, comedor, colegiales y profesores, configurados a partir de apodos y nomenclaturas coloquiales que van otorgándole color a los párrafos.

“Una le gusta a los varones por lo que ven y él no me ha visto”, dice la protagonista, alegando a uno de los encuentros “invisibles” con su cofrade Merlín en los linderos de la escuela en plena noche, donde va surgiendo poco a poco la magia y una conexión especial entre ambos, de los cuales no se revelan sus verdaderos nombres hasta el final.

Es durante la memorable caminata hasta la montaña cuando ocurre la principal peripecia de la novela, e inconscientemente, los protagónicos entran en complicidad, formulando uno de los momentos más entretenidos del texto, mientras se expone la relevancia que conceden los adolescentes a la opinión de sus coetáneos, y la exacerbación de la autoestima.

Propuesta atrayente y cercana, que cumple ya más de diez años de publicada por la Editorial Gente Nueva. Probablemente, su aspecto censurable sea la tentativa de experimentación que hace la autora usando la diferencia tipográfica, que nada o poco aporta —literariamente hablando—  a un libro con estas características. Quien suscribe cree que el texto se comprende perfectamente con esta ausencia, y los lectores más chicos pueden establecer las diferencias entre las voces a partir de la evolución del relato o solamente mediante la separación oportuna de los enunciados, como hizo, por ejemplo, Julio Travieso en El libro de Pegaso (2011), trabajo orientado también a los jóvenes, pero de mayor carácter experimental.

No obstante, La noche en el bolsillo es una lectura oportuna para el disfrute, la observación y la remembranza de tiempos pretéritos, que se pinta sola para el mes de febrero, puesto que, como ha dicho González, “Las historias de amor, desde siempre han despertado en mí un estado de gracia indescriptible (…)”.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

2 Comentarios en “Una cita de voces en La noche en el bolsillo

  • el 31 julio, 2022 a las 3:07 pm
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    Espero con infinita paciencia y absoluta seguridad por la entrega de las llaves de la ciudad a Mirtha Gonzalez Gutierrez, hija ilustre de Cienfuegos, sin dudas

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    • el 2 agosto, 2022 a las 3:00 pm
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      Si usted lo cree, así será.
      La escritora posee muchos amigos en esta ciudad; grandes y longevos amigos conocidos, sobre todo aquellos que han trabajado en la Biblioteca Provincial.
      Gracias por su lectura.

      Respuesta

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