Una Casa Fotográfica y dos fotógrafos de tránsito en Cienfuegos: El EstudioMi Bohío y Strohmeyer y Wyman (1898)

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Para los Estados Unidos la última guerra colonial española tuvo un significado especial, pues fue su primera intervención en una contienda bélica internacional; tan ofensiva que, al decir de los curadores Josep Vicent Monzó y Antoni Aparicio, se produjo entre pobres, tal cual eran los soldados criollos y los peninsulares.

[…]fue una guerra hecha por y para la propaganda, de los norteamericanos y del ejército español; fue una guerra terrible, ante todo para las tropas españolas; fue una guerra tremendamente impopular para el pueblo español, que estuvo liderada por el poeta José Martí, hijo de un valenciano emigrado y fue una guerra sobre la que durante años, ¿un siglo?, se levantó un muro de silencios y de verdades a medias. Fue una guerra que perdieron los españoles y los cubanos.[1]

Inobjetablemente, los principales favorecidos fueron los vecindarios del norte y son ellos los que asumieron la documentación de la victoria escamoteada, aunque públicamente escenificaron las primeras imágenes, ratificando las potencialidades que tiene la fotografía para mentir. La declaración de guerra de esta nación en 1898 toma como excusa la población infligida a la vista de las instantáneas tomadas en la isla y lanzadas a través delos diarios más desvergonzados y, por supuesto, la más dramática de todas las puestas: la voladura del Maine. En lo sucesivo, una cuadrilla de fotógrafos ambulantes (llámense corresponsales) acompañaron a las tropas yanquis para mostrar la gallardía de sus “héroes libertadores” en la “gran batalla contra España” y el buen recibimiento de que eran objetos a su paso por Cuba.

Cienfuegos no estuvo al margen de estos acontecimientos. De hecho, ese año emerge una nueva Casa Fotográfica: Mi Bohío, ubicada en la Calle San Carlos, entre San Luís y Bouyón, frente al Parque de Recreo, donde hoy radicael Concejo Provincial de las Artes Plásticas.En esta vivienda de estilo neoclásico se ubica la efímera empresa,en cuyas instantáneas se plasma una rúbrica: Leuthold and Eve, San Carlos 85. Mi bohío. Cienfuegos. A juzgar por la firma, el propietario era norteamericano y su estancia coincide con la presencia en la zona de campamentos militares estadounidenses. De modo que, unos de los temas recurrentes fueron estas vistasdel ejército instalado en casas de campañas o atravesando la Plaza de Armas, en las que no se aprecian especiales habilidades, como no sea evidenciar el suceso. A propósito, por esa época y en este mismo recinto se localiza el Consulado de los Estados Unidos en Cienfuegos. Desconocemos por qué se utiliza para la fotográfica un nombre tan criollo como Mi Bohío; tal vez se pretende alguna simpatía de los locales o un modo de contextualizar la producción. También es razonable pensar que la empresa aludiese a algún establecimiento ya tenido en la ciudad con ese intitulado. Ello induce a tener en cuenta una galería homónima ubicada en la calle San Fernando, al lado de la Casa Verde. Lo cierto es que el autor anónimo de las vistas describe o legitima visualmente el paso de los interventores y la inminente derrota de españoles en la isla.

Esta visión taimada se aprecia igual en los fotógrafos de tránsito Strohmeyer y Wyman, cuyas efigies eran impresas por la célebre Casa Underwoodand Underwood (1882-1920), que se especializa en estereografías y promociona a artífices al estilo de Bierstadt y Jarvis. En los esquineros de sus fotos la sociedad rubrica el texto: “Solo vendido por Underwood and Underwood” y enuncia a sus autores; así como a las dependencias en Nueva York, Londres, Kansas, Ottawa y Toronto.[2] A fines del XIX es uno de los más significativos estudios del continente, en la dimensión de H. C.White, Keystone View Co. o Stereo Travel Co., con operadores a la altura de fotógrafos como B. L. Singley o el británico Ron Y. Young.

El dueto Strohmeyer & Wyman, en activo entre 1890 y 1901, con gran dominio del reporterismo gráfico y la técnica estereoscópica (en su afán de lograr cierta percepción de profundidad, un paseo por tres dimensiones) había adquirido una gran experiencia  tomando imágenes por el mundo,incluso en tierras lejanas como Hong  Kong, la India o Japón (1896). En 1898 viajan a Cuba y recogen los últimos momentos de los españoles en la isla, sutil y derivativamente la presencia de las fuerzas norteamericanas; si bien algunas de sus instantáneas revelaron otros tópicos, como las fotografías sobre el cultivo del tabaco tomadas en Pinar del Río o las dedicadas a la arquitectura local, al estilo de las vistas de La Habana y Villa Clara. De hecho, en EUA se hacen notables por sus estereoscópicas de fantasmas (La propuesta del amante habitual,1897) y efigies de personalidades (William McKinley, Booker T. Washington), mientras que en España conciben vistas costumbristas; lo que infiere la diversidad de sus registros temáticos. Entre una extensa lista con más de cuarenta imágenes tomadas en Cuba, a raíz de la contienda bélica, destaca el conjunto dedicado a Cienfuegos.

Oficiales españoles en El Palatino de Cienfuegos (izquierda) y El último campamento español en Cuba I (derecha). Colección Underwood and Underwood (1898).

Una de las instantáneas más vivaces es la que muestra a varios oficiales españoles durante la espera en el Palatino. No hay en ellos un gesto que no sea de pesadumbre, de angustia por la pérdida, aunque los oficiales y aquellos peninsulares radicados en la ciudad que les acompañan procuran un estado de dignidad ante la cámara indiscreta. Las fotos tienen un valor agregado que las distingue de otras de la época y es, precisamente, la estampa humana que permite evaluar el rasgo psicológico (en este caso de la derrota) y el dramatismo de la situación. Aun cuando no tengamos un visor estereoscópico para valorarlas, se constata el rictus de la tragedia. Esta sensibilidad lacerada puede hallarse en La cocina del último campamento español en Cuba, donde se vislumbra el miserable alojamiento de los soldados, apenas con la posibilidad de descansar en las tensas hamacas, aguardando el desabrido y escaso alimento, o en El último campamento español en Cuba, otra escena abarrotada por semejante pesimismo, en el que los objetivos traslucen el estado de agotamiento y decepción.

De notable impacto resulta la instantánea Típicos soldados españoles saliendo de Cienfuegos para España, en la que se constata la retirada hispana del puerto de Cienfuegos, desde donde parten los vapores de la Compañía Trasatlántica (Puerto Rico, Mina), llevando de retorno a los soldados en espera. Más de 25 mil combatientes se amontonaban en los cuarteles y otras dependencias de la ciudad, aguardando el barco que les devuelva al terruño. En el plano los objetivos dialogan entre sí con sus pertinencias a la vera, acaso movidos por encontrados sentimientos; ora por la pérdida de la colonia, ora por la inmediata vuelta junto a sus familiares.

Retirada de las tropas españolas, 1898. Colección Underwood and Underwood.

Es notorio que ambos reporteros se interesan más por los perfiles humanos que por la representación de la noticia, afanados en erigir un relato y socializar las emociones que subyacen en el cuerpo de la imagen. Algunas escenas, como La última armada española en la Casa de Bloques, alcanzan una dimensión significadora por las sujeciones que se producen entre el fortín y los activos bélicos, las fuerzas apiladas en su entorno. El bastión, otrora símbolo del anclaje español, se convierte en el objeto protector del sujeto devastado; la realidad inimaginada se vierte en existencia punzante.

La sensibilidad del dueto continúa desdoblándose durante los años que siguen, así como el reconocimiento de la Casa Fotográfica; que llega a tomar una efigie del vigésimo sexto presidente de EUA, Theodore Roosevelt, en sus tiempos de cowboy de los Rough Riders, tras el regreso de Cuba, asomando sobre un brioso corcel, y del joven Booker Taliaferro Washington, quien fuera un educador, orador y líder de la comunidad negra estadounidense, designado en 1881 como la cabecera del Instituto Tuskegee de Alabama, la universidad que formaba al profesorado para negros en el país. Desafortunadamente, en 1901 la sociedad se desintegra y con ella una estela de producciones gráficas invaluables.

Aunque la Guerra de los Diez Años fue poco fotografiada, Cienfuegos contó con varios empresarios interesados en el tema, que preservaron la imagen de sus adalides y los sucesos más importantes de la historia local. El descredito que trajo la derrota española tal vez fue el bastimento de tanta apatía; asimismo, que la mayoría de los comercios y agencias de servicios estaban en manos de españoles y que esta región fue escaza en acciones bélicas.

La última armada española en la Casa de Bloques (Izquierda) y El último campamento español en Cuba II (Derecha, 1898. Colección Underwood and Underwood.

[1]Monzó, Josep Vicent y Antoni Paricio (1998, p. 9). Las fotografías cubanas de 1898,  Catálogo 1898: Las fotografías cubanas, Centre Cultural la Beneficència, Diputació Provincial de València. 

[2]LaUnderwood & Underwooddistribuíaimágenes y producía trabajos originales, llegando a dominar la industria en el futuro. En su erario figura una colección con 49 imágenes de las Filipinas y la Guerra Hispanoamericana, varias instantáneas del Noroeste, y dos de Presidente McKinley. También posee un juego embalado de 84 estereoscópicas de México. La empresa fue vendida en 1923.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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