Toledo, el eterno joven rebelde de Cienfuegos

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Aquellos primeros años del triunfo de enero de 1959 envolvieron con su efervescencia revolucionaria a Faustino José Toledo Vardivié. Apenas siendo un adolescente el palpitar a su alrededor lo convidaba a formar parte de una vorágine social inusitada y contagiosa.

Desde luego, el imberbe cienfueguero estaba lejos de imaginar entonces que sería testigo y protagonista, al mismo tiempo, de tantos acontecimientos relevantes para él y el resto de los cubanos; sin embargo, siempre tuvo la certeza de asistir a un momento trascendental para la historia de Cuba.

Muy pronto llegaron los primeros compromisos y con ellos los ideales de justiciero por las buenas causas a favor del prójimo, tal y como lo hacían sus ídolos de las aventuras radiales protagonizadas por Leonardo Moncada o Los tres Villalobo. De ahí que no dudó en incorporarse muy pronto a las patrullas juveniles, una versión adelantada de las Milicias Nacionales Revolucionarias, de las que sería fundador al integrar el Batallón 336 de Cienfuegos en 1961.

“Por esa misma fecha, rememora, soy de los primeros en pertenecer a la Asociación de Jóvenes Rebeldes, la misma que el 4 de abril de 1962 dio paso a la Unión de Jóvenes Comunistas. Con el carné rojo en el bolsillo ya estaba en el Escambray, junto a los demás milicianos del ‘336’ para luchar contra los bandidos alzados en el lomerío, y me asistió el privilegio adicional de haber sido también fundador, con esa fuerza, del Ejército Central el cuarto día del cuarto mes de 1961”.

Fueron tiempos convulsos aquellos, reconoce Toledo, como lo llaman en el barrio de Junco Sur donde vive: “La contrarrevolución, alentada y sustentada desde el extranjero, se empeñaba en hacernos retroceder al pasado, por eso éramos muchos los que no reparamos en las difíciles condiciones de la vida en campaña, con cercos y contracercos, en medio de los montes inhóspitos, hasta dejar limpia la serranía de tales alimañas”.

El fragor de la lucha en las montañas, además de forjar mejor el carácter y las convicciones del joven, marcó su derrotero en la vida profesional. De vuelta al llano Faustino José supo desde el primer momento que en lo adelante las Fuerzas Armadas Revolucionarias serían parte entrañable de su existencia y a ella “me entregué en cuerpo y alma”, confiesa.

Por una década permaneció Toledo en el Ejército Central. Entre cursos y cumplimiento de disímiles misiones transitó por diferentes unidades militares (Um). Recuerda con particular sentimiento su estancia en la escuela de sargentos en la entonces reconocida División de Remedios. Gracias a esos conocimientos y experiencia pudo después ejercer la docencia en una unidad militar de Corralillo.

“Me enorgullece haber sido combatiente de las FAR y en especial Ejército Central, cuyo mando asumió por varios años el comandante Juan Almeida Bosque, un hombre extraordinario por sus cualidades humanas, revolucionarias y de líder. En varias oportunidades estuve cerca de él y fuimos testigos de su humildad y sencillez como la gente de pueblo que fue, al tiempo de apreciar la autoridad del jefe recto y capaz”, estimó el actual mayor de la Reserva.

Una vez licenciado no hubo mucho tiempo para el descanso en la vida civil. Nuevos horizontes, oportunidades y responsabilidades le deparaba el futuro, Como hasta ese momento dio el paso al frente en cada una de las tareas planteadas por el Partido y la Revolución. Ante tales reclamos se hizo técnico medio en Organización del Trabajo y los Salarios, egresado del Instituto Julián Grimau, de la capital. Para perfeccionar la misma especialidad marchó a la otrora Unión Soviética en la década de los años años ochenta.

“Por 18 años, cuenta, me desempeñé en la Dirección Provincial de Trabajo, Y en medio de esas funciones tuve la oportunidad de estar en el equipo encargado de conformar las estructuras de los órganos del Poder Popular en Cienfuegos, tras la nueva división política administrativa en 1976. Posteriormente fui secretario de la Comisión Electoral Provincial por varios años. Como ve, también soy fundador de esa forma de gobierno”.

La rica trayectoria de este eterno joven rebelde, como se autodefine, le confieren sobradas razones y argumentos para sopesar el papel de la juventud en cada una de las etapas de la sociedad por más de seis décadas. A propósito expone su valoración: “A la hora de evaluar el rol que nos ha correspondido jugar en cada momento, debemos tener presente cuál ha sido la misión a cumplir. Por ejemplo, a los de mi generación nos tocó defender y consolidar el triunfo amenazado, y fuimos consecuente en tales circunstancias.

“El Moncada, el Granma y el Girón de los jóvenes de hoy es luchar contra la subversión y la guerra mediática impuestas por el enemigo; enfrentar las patrañas y las mentiras a través de las redes sociales. No tengo dudas de que contamos con una juventud firme, ideológicamente bien preparada y decidida a defender el proyecto socialista, aun en medio de la difícil situación económica.

“¿Ejemplos?. Los hay de sobra. Ahí está la disposición que tuvieron en enfrentar la Covid-19, ya en las zonas rojas de los hospitales, ya en los centros de aislamientos o el barrio, asistiendo a los más vulnerables. Y más reciente aun, el respaldo que dieron con su asistencia a las urnas en las elecciones generales. No olvidar tampoco el número de ellos que figura de diputados del Parlamento cubano”, argumentó quien, además, ostenta con mucho orgullo la Condición de Mambí Sureño, máxima distinción conferida por la Asamblea Municipal del Poder Popular en Cienfuegos.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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