Tiempo de definiciones revolucionarias: José Martí, Carlos Rafael Rodríguez, Fidel Castro

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos

Ha existido en cada época, convulsa o no, situaciones que desde el extremo tenso y dificultoso de un país ha puesto a prueba las definiciones revolucionarias de hombres y mujeres que a diario ennoblecen con su esfuerzo el alma de una nación.

Martí expresaba que: “las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Se es bueno porque sí; y porque allá adentro se siente como un gusto cuando se ha hecho como un bien, o se ha dicho algo útil a los demás. Eso es mejor que ser príncipe: ser útil”.[1] En otro tiempo histórico Carlos Rafael Rodríguez, expresión genuina de hombre útil, revolucionario, intelectual y sencillo, un hombre de su tiempo, gozó de la admiración y el respeto de muchos y, sobre todo, del cariño sincero de quienes, de una forma u otra estuvieron junto a él. Un día alguien le preguntó: ¿cómo se autodefiniría usted, como escritor, periodista, profesor o economista?, respondió así: “Si alguna definición podría dar de mí mismo, diría que he sido un militante revolucionario que durante más de cincuenta años he tratado de ser, sin lograrlo todavía cabalmente, un  militante comunista”. Expresión de una proverbial modestia, sin embargo fungía como todas y cada una de las profesiones que emanaban de aquella pregunta.

La vasta cultura de Carlos Rafael lo hizo combinar, desde temprana edad, las lecturas de Martí con la de José Ingenieros y la de José Enrique Rodó, obligadas para un joven intelectual de las tres primeras décadas del siglo XX.  Un 28 de enero de 1933, formó el grupo de jóvenes cienfuegueros aspirantes a intelectuales que se llamó Ariel; nombre que engalana hoy la revista cultural de Cienfuegos.

Los  libros  los  conseguía  entonces  en  la  librería La Nueva, de esta, su ciudad natal, algunos de los cuales retribuía con notas críticas que ya lograba  publicar, desde  1932, en el periódico La Correspondencia.

Hoy provoca un placer inmenso conocer que en la Biblioteca Provincial de la perla sureña, se salvaguardan cada uno de esos artículos publicados en aquel imprescindible rotativo del pasado siglo y de saber que ese comunista cubano era también cienfueguero. Su fidelidad depositada en los principios y en la Revolución, lo hizo tener en todo momento una actitud responsable hacia la sociedad.

Conocer un poco más nuestra historia, a partir de sus contradicciones, —pero que la hicieron ser única dentro de los procesos revolucionarios del continente—, demostrará la valía de la misma. Ello contribuirá a reconocer y a dar solución a los problemas del presente; puesto que los hombres y sus raíces son los que forman la historia del país donde les ha tocado vivir, evidenciando que se puede lograr un acercamiento enriquecedor a los retos actuales, lo que sería prácticamente imposible si no se contara con el legado valorativo de generaciones anteriores. La vigencia de un pensamiento revolucionario constituirá una temática para diversos espacios de reflexión.

El siglo XX y, específicamente la primera década del XXI, está permeado por el pensamiento de nuestro líder histórico Fidel Castro Ruz, cuando planteaba: “¡Y qué útil es hurgar en la historia extraordinaria de nuestro pueblo! ¡Cuántas enseñanzas, cuantas lecciones, cuantos ejemplos, que cantera inagotable de heroísmo!”[2] Sirva esta frase para coadyuvar ese justipreciado enlace histórico entre Carlos Rafael Rodríguez y Fidel Castro. Esa histórica continuidad es a la que estamos llamados todos a defender, porque este es nuestro tiempo, esta es nuestra Revolución.


[1] José Martí: Obras completas, Edición Crítica, 1875-1876, Tomo 2, p. 45.

[2] Fidel Castro: Sitio web: www.fdelcastro.cu Consulta  realizada a Fidel Castro Soldado de las ideas, 2024.

Visitas: 30

Alegna Jacomino Ruiz

Doctora en Ciencias Históricas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *