Tania Madruga Pichs: jovial narradora de la cotidianeidad

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Durante los últimos quince años se han venido produciendo ciertos deslizamientos en el arte ingenuo cienfueguero (insisto que el término popular es excesivamente anchuroso e impreciso como clasificación). El proceso de renuevos obedece, ora al avasallo del tiempo, al desgaste somático y fabulatorio (llegado un momento los creadores aportan escasas novedades y tienden a refinar sus mejores legados), ora a la insospechada madurez de los artistas, que a veces urgen de largos periodos para consumar un estilo y luego registrarlo en el aprecio de los públicos. Tania Madruga Pichs (Cienfuegos, 19 de febrero de 1972) es un loable ejemplo de ascensión, desde que a mediados de la década de 1980 mostrara sus apegos por las artes visuales (en especial la pintura, su disciplina favorita), que en el nuevo siglo se ha situado en la cresta de esta línea de producción. Repárese que figura entre los más galardonados de su clase (7 premios, 4 menciones y 6 reconocimientos de instituciones culturales), conquistando una Mención en el Salón de la Ciudad (1999), el Premio del Salón del Mar (2002), otra Mención en el VI Salón de Arte Primitivo (2003), el Premio en el XV Salón del Mar (2004), una Mención en el VII Salón Provincial de Arte Primitivo (2004), y los Premios en el Salón Provincial de Arte Popular Julián Espinosa Rebollido (2022 y 2023), entre otros. Asimismo, es una de las dos féminas más connotadas de la región (junto con Annia Alonso Araña), en cuyo haber destacan 12 muestras personales y casi 50 colectivas; algunas de ellas colocadas en naciones como Estados Unidos, Francia y Canadá.

Entre colas y apagones, obra premiada en el Salón Provincial de Arte Popular Julián Espinosa Rebollido de 2023, que tributa a su madre recién fallecida.

Curiosamente, la recién laureada del Salón de Arte Popular por su obra Entre colas y apagones, realizó estudios en la Escuela Elemental de Artes Plásticas Rolando Escardó (1987) y en 1995 había consumado la Licenciatura en Educación Plástica (Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, Santa Clara), por lo que “técnicamente” no se trata de una artista “ingenua”, que desconoce el lenguaje de las artes plásticas. Empero, como sucediera con sus colegas José García Montebravo o Lizette Pérez Castro, elige el perfil primitivizante para expresar sus fueros más intensos, aunque desviada del diseño como estrategia discursiva, mejor asida al estilo popular del finado Arnaldo García Rodríguez (que igual asistió a la academia Rolando Escardó durante los años sesenta). Claramente, estas cogniciones o rigores se descubren en el tratamiento de la perspectiva (frecuentemente lineal, no por soluciones de yuxtaposición de planos), el color (poliédrico y matizado aun cuando trata de evitar las gradaciones) y el movimiento de las figuras (con una dinámica y ritmo pronunciados), poco usuales en los ingenuos puros.

Vamos a conectarnos constata la raigambre ingenua e intención sarcástica de la artista.

En esta propensión, existe una marca en las obras de la Madruga, signos de estirpe primitivizante en la hechura de los personajes (que portan una tipología al modo de las caricaturas clásicas), la apuesta por las escenas de conjunto con un alto nivel de narratividad (no contemplativo o hedonista), transversalizadas por el costumbrismo, y la mirada sardónica sobre el cotidiano existir de los cubanos. Este tipo de fabulación la concibe a través del relato humorístico, precedido por los suplementos verbales o intitulados, al modo de: Vamos a conectarnos, Llegaron los filtros, Wifi en familia o Ponte en mi lugar, que exploran lo inmediato de una realidad compleja que la artista revela de modo jubiloso y crítico. Justo, los mayores atractivos de sus pinturas se hallan en el gracejo, los modos de representar esas complejidades del modo más sencillo, de visualizar el espacio cienfueguero y los habitantes impelidos por los entuertos económicos.

Ponte en mi lugar, texto visual que manifiesta críticamente la falta de armonía entre el hombre y la fauna urbana.

La muestra personal Entre trillos y avenidas, que nos reserva la artista en la sala transitoria del Museo Provincial de Historia (a resultas del premio del salón anterior), acaso constata las regularidades de esta cronista de la cotidianeidad, que ha sabido intensificar con el tiempo las simpatías de los públicos y seguidores del arte ingenuo.

Wifi en familia constata el apego de la Madruga por las escenas costumbristas y las estructuras de conjunto.
Bailando, En la ventana y Sobre la hierba, respectivamente, tres relatos que signan la línea primitivizante de la multipremiada Tania Madruga.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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