Raúl Roa y la voz de Cuba en las Naciones Unidas

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Por: Ángel Bermúdez Pupo*

Ese hombre “larguilucho, flaco, intranquilo” en esa sala enorme casi desaparece cuando la cámara nos da una toma general del escenario, tan amplio que el Mundo entero cabe y se encuentra allí. Pero ahora es el turno del hombre. “Tiene la palabra el Camarada Mauser”. De pie, comienza a hablar.

Lentamente, su voz va llenando todos los espacios. Hay en su manera de hablar una determinación que paraliza; como si la fuerza de millones de hombres, mujeres y niños estuviera en su voz…

El plenario no parece ya una sala demasiado grande. Ese hombre es Cuba y es la Revolución cubana.

El 19 de julio de 1960, el Dr. Raúl Roa, el Canciller de la Dignidad, reiteró ante el Consejo de Seguridad de la ONU las acusaciones al gobierno de los Estados Unidos por sus agresiones de todo tipo contra la Revolución y el pueblo cubanos.

Mediante esta intervención, el Gobierno Revolucionario reafirmaba, por medio de su canciller, el pleno derecho a elegir la vía del Consejo de Seguridad para fijar sus posiciones. Era una tácita aceptación de cualquier tribuna, para defender la soberanía nacional.

Ese mismo año, cuando el gobierno de Estados Unidos anunció una reducción de la cuota de azúcar de caña que compraría a Cuba, Roa respondió contundentemente a la administración Eisenhower, también, en el Consejo de Seguridad de la ONU.

¿Es necesario para preservar la unidad en el hemisferio, los principios de la democracia y la continuidad de la seguridad, bajar la cabeza como un toro sumiso hace frente al carnicero en el lugar del sacrificio? Es mejor honor sin azúcar que azúcar sin honor”. Incluso la prensa estadounidense se hizo eco de las palabras del canciller cubano.

Mi generación llegó tarde a su tiempo. Es un reproche que no pretende culpar a nadie porque, sencillamente, se trata del natural transcurrir de la vida.

Por suerte, a Raúl Roa lo heredamos. Hay libros que compilan sus discursos mejores; artículos sobre historia, política, economía y arte. Esos volúmenes guardan el preciado tesoro de su profundo ingenio y agudeza; su capacidad para “utilizar el lenguaje culto y el popular como ningún intelectual de su época”, según destacaría Samuel Feijóo. Sus anécdotas durante el paso por la ONU perduran; tienen el sabor de la cubanía; enorgullecen.

Muchos cambios hemos vivido desde la última oportunidad que fue escuchada la voz del Canciller de la Dignidad en la sede de las Naciones Unidas. Desde la última vez que Roa estuvo físicamente entre nosotros hasta la fecha, la geopolítica del mundo cambió; las tecnologías, casi de todo tipo, triplicaron su poder; sufrimos epidemias y pandemias y aprendimos cómo controlar, al menos, algunas de ellas.

Sin embargo, la esencia del orden mundial permanece el mismo. Así que no hacen falta pretextos para volver sobre Roa o, mejor, con Roa. La diplomacia cubana y sus representantes actuales enarbolan su legado.

Las batallas de hoy, las ganadas y las por ganar, continúan la obra del Canciller de la Dignidad, en el combate incansable contra el enemigo ideológico en la OEA y en las Naciones Unidas.

A Raúl Roa se le recuerda. Continuamos aprendiendo del hombre que, como lo describió Pablo de la Torriente Brau, “demostró tener el espíritu más firme que pudiera imaginarse”.

* Periodista cienfueguero. Colaborador de 5 de Septiembre.

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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