Pretty Woman en vuelta de tuerca

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Desde los folktales y Jane Austen, la chica humilde anhela ser elegida por el príncipe. El matrimonio de ensueño. Este motivo literario, retomado en el filme Anora (Palme D’Or, 2024, escrito y dirigido por Sean Baker), es encarnado por la stripper Anora “Ani” (Mikey Madison), en relación sexual y negociable con Iván “Vanya” (Mark Eydelshteyn), hijo de oligarcas rusos, de visita en los Estados Unidos.

Fiesta de fin de año, discotecas, consumo de drogas, videojuegos de guerra, colección de autos lujosos, piscinas burbujeantes y Las Vegas, mucha risa y diversión, desnudos y sexo intenso, ocupan los primeros 35 minutos del largometraje, en los cuales Ani no se cree el vuelco que acaba de dar su vida: se muerde el labio inferior, fascinada; y observa casi estupefacta, el desdén con que su nuevo novio pierde miles de dólares en el casino. “Soy feliz”, le confiesa a él mientras recibe un masaje especial en la espalda.

Aquí Baker introduce la boda, el supuesto final feliz, a lo que sigue una pelea larga e hilarante donde participan en la esquina roja: toros, sacerdote de la iglesia ortodoxa, y en la esquina azul: nuestra protagonista Ani, una stripper recién casada, que aboga con uñas y dientes por sus derechos de esposa.

No piensen que estoy haciendo spoiler. Sucede que a partir de este encuentro comienza realmente la película. Una comedia de búsqueda, captura y cancelación. Una comedia dramática donde la psicología de personajes alterados y sus locas conversaciones, metidos en absurdas situaciones, está para chuparse los dedos, al estilo de la clásica The hangover.

Ha sabido cerrar Baker su obra con una sucesión de espejos tan precisa y elegante, que los reflejos de cada agonista resultan, al mismo tiempo, coherentes y conmocionantes.

A este excelente diseño de personajes y composición dramatúrgica los acompaña un ritmo veloz con cortes de edición, que incorpora un cúmulo grande de escenas breves y pertinentes, a fin de lograr los efectos precisos, sin rellenos, que necesita la progresión dramática de un largo que alcanza los 138 minutos. Baker también fue el editor y este es otro de los méritos que se lleva, junto a la fina funcionalidad de los personajes secundarios.

También resulta imposible pasar por alto el indudable talento de la actriz Mikey Madison que sabe contonearse, pelear, entristecerse y reír con memorable habilidad artística.

La actuación de Mark Eydelshteyn, interpretando al problemático Vania, y de Yura Borisov (el sensible guardaespaldas Igor), contribuyen no poco a la hilaridad de la trama.

Película muy disfrutable que no deja afuera ciertos guiños identitarios sobre los rusos y los armenios. Como toda gran obra, está llena de giros y sorpresas, y termina con un final intenso, mezclando en el espectador muchas emociones contradictorias difíciles de definir.

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Ernesto Peña

Narrador y crítico. Premio Alejo Carpentier de Novela.

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