Padres: autoridad desde el amor
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Todos guardamos memorias infantiles de los primeros pasos, descubrimientos y posteriores revelaciones del entramado proceso de la vida. En los recuerdos nos concebimos pequeñas figurillas a la sombra de una mano protectora, candil en las penumbras de la inocencia.
La imagen refrenda la importancia del rol paternal, reafirmado por canas en la sien. Ellos fueron testigos de insomnios en noches afiebradas o días de desdicha por infortunios juveniles, siempre repasamos la firmeza de sus consejos, asentados en preclaro saber y sano juicio, su papel es casi siempre la seda en la mano dura.
Pasa el tiempo y descubrimos que los padres no son seres que trascienden solo por su masculinidad, sino por despliegue moral a toda prueba e inspirador sentido del deber. Se les admira en el fragor de un regaño o el abrazo devenido premio.
Muchos han hecho de la paternidad una tarea universal, su amor se multiplica para imponer la justicia y reparar incorrecciones. La historia ha contado con hombres bravíos, cuya premisa es esparcir semillas del bien y adoptar a cada prójimo como prole.
Cada tercer domingo de junio agasajamos la varonil presencia, son los padres el patrón que seguimos para sortear la vida. Nuestros parabienes en esta celebración a quienes en cada alborada, tañen la melodía universal de la ternura, para hacer batir las alas del amor y diseminar virtudes.
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