Nieves Riovalles: cuatro caras en una misma persona
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Lo confieso, hasta que hurgué en su vida no supe que la actriz Nieves Riovalles, esa que ahora se presenta ante los televidentes cubanos en la piel de Olga, la matrona de la telenovela En tiempos de amar, era también bailarina y cantante. Pero no fue en el universo de la escena donde la habanera, nacida el 5 de agosto de 1946, vertió primero su sensibilidad y aliento creativo. Graduada de la Universidad de La Habana en la especialidad de Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas, fungió como profesora de la Facultad de Medios Audiovisuales del antiguo Instituto Superior de Arte (ISA), hoy Universidad de las Artes.
Con 16 años, Nieves Riovalles despuntó en el universo artístico como bailarina aficionada, dentro del cuerpo de baile de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC). Luego, ya como profesional, formó parte del grupo Danza Contemporánea, donde completó su formación técnica bajo la maestría de reconocidos especialistas de la danza y el ballet.
Pero no se circunscribió al baile y poco después inició la carrera de actriz en el Teatro Musical de La Habana, dirigido por Alberto Alonso. Allí actuó, bailó y cantó en obras del género, como Mi solar, Las vacas gordas, El vergonzoso en palacio y Teatro Loco, entre otras.
A las vivencias dentro del teatro musical añade la experiencia en el cabaret. De esa manera, llega al show L’Habana, escrito por el novelista Lisandro Otero y dirigido por el cineasta Rogelio París, con el cual participó en el evento EXPO 67, celebrado en Canadá.
No pocas piezas teatrales han ofrecido a la Riovalles la oportunidad de actuar. Entre ellas sobresalen La discreta enamorada, Algo muy serio, Las impuras, Doña Rosita la soltera, Segundo tiempo, La aprendiz de bruja y Santa Juana de América. En 1988 estrena el unipersonal Para un café-teatro durante el Primer Festival del Monólogo, con el cual obtiene el Premio Segismundo, otorgado por el jurado del evento, junto al Laurencia, de la Editorial de la Mujer.
A lo largo de su carrera, Nieves se ha desempeñado como coreógrafa en diversas puestas teatrales e incursionado en la dirección escénica. Ya en 1995 había emprendido, bajo su batuta, la obra El rumbero endemoniado. Tres años más tarde, dirigiría a la actriz española Eva González en el monólogo Salomé o la candela.
Su andar por el cine ha dejado huellas en piezas como La salación, Un hombre de éxito, Alicia en el pueblo de maravillas y en coproducciones: El cadáver perdido (Canadá) y Cuba libre (Italia), entre otros títulos.
A través de la pequeña pantalla, ha llegado a los hogares cubanos en diferentes entregas de los desaparecidos espacios Nuestros hijos, Convivencia, y El cuento, así como en las telenovelas La séptima familia, Retablo personal, El Año que viene, Tierra Brava, Destino prohibido, ¡Oh, La Habana!, Polvo en el viento y La sal del paraíso, entre varias más.
Además de varios premios y reconocimientos esta laboriosa mujer, capaz de aglutinar cuatro caras del arte en una misma persona, ostenta la Orden por la Cultura Nacional y el más acariciado de los galardones: la admiración y el cariño del público.
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