Muestrario juvenil, diverso en sus discursos y prácticas

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Justo, entre los muros yertos del colegio y en los tiempos más arduos que atraviesa la Isla, sobreviene esta muestra colectiva de estudiantes de la Academia de Artes Plásticas de Cienfuegos, inducidos por el deseo de participar sus quehaceres en el mismo espacio donde transcurre la formación y el crecimiento primogénito; muestra signada por la indagación de atributos capaces de expresar los laberintos de una realidad rica y compleja como la nuestra, al tiempo que un estilo memorable. Las obras forman parte de un reservorio visual intitulado Viven, asidero de las turbaciones de una generación marcada por la duda, ora seducida por un relato autorreferencial, ora anhelosa de experimentar los lenguajes y tópicos más universales.

Viven es un muestrario diverso en sus discursos y prácticas, toda vez que obedecen a los disímiles niveles de enseñanza, aunque el talento de algún que otro discípulo supere los denuedos de sus colegas de años superiores. De hecho, el Premio Principal del Salón lo obtuvo Bendelisi Ehuyenet Carreras Alejo, estudiante de primer año, con la obra Anhelo, que versa sobre el tema de la expatriación y asombra por su capacidad de síntesis. Esta pluralidad, de cierta forma, matiza voluntades que nacen en las entrañas de jóvenes desprovistos de materiales precisos y un espacio adecuado para montar sus creaciones. A todas luces, la no tenencia de unos y otros lacera el decurso de un salón cuya principal hándicap es la puesta visual en un escenario impropio, carente de bandas de montajes e iluminación. Dicho de otro modo, de una galería, por humilde que fuere, conveniente para ensalzar los logros de la institución y estacionar el buen ejercicio de la curaduría.

Corresponder los denuedos de los estudiantes por estar presentes, que es la única forma de escalar, por el sentido de pertenencia y la honestidad con que se expresa cada fabulado, si bien se percibe ausencia de inspiración y madurez en no pocos textos visuales,algo comprensible si tenemos en cuenta la etapa formativa y los entuertos de una época llena de obstáculos y abandonos. Entre los mejores expositores merecen subrayados los premios concedidos por año: Angelina del Sol Cordero (S/T, Premio 1er año), Liz Angeline Fernández García (S/T, Premio 2do año) y María Daniela Ferrera Calderón (Punto de Luz, Premio 3er año); asimismo, las menciones otorgadas a Chariel Bell (S/T, 3er año), Daniela Matos Álvarez (No soy un mulo de carga, 1er año) y Diana Laura Ledesma Blázquez (S/T, 3er año).

De manera tangencial, recomendamos mayores cuidados en la organización de los sentidos y la museografía de los relatos, para evitar tosquedades y confusiones inexcusables en un creador, cuya mayor disciplina debe ser la artisticidad, la capacidad para erigir entornos estéticos. Igual, debe agradecerse la variedad de manifestaciones o disciplinas al uso, como la pintura, el grabado, la instalación, escultura, fotografía, el dibujo, etc.; no obstante la tendencia a las fabulaciones abstractivistas o de baja narratividad, acaso muy preocupada por el arbitraje de la técnica o la materia expresiva. Obvio, la técnica es imprescindible; empero, lo es más la capacidad de emoción o conmoción que pueda ocasionar en los públicos. Claramente, tales destrezas se disponen al servicio de la fábula de modo indistinto, habida cuenta, como decía Schiller, el arte establece su propia regla.

Viven resume una etapa de saberes y pensares que predicen el futuro de varios artistas y los vigores de un team de profesores que transitan hacia la madurez pedagógica.

Premio 3er Año del Salón de Estudiantes a la obra Punto de Luz, de María Daniela Ferrera Calderón.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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