Mitad de menores de cinco años en Guatemala con desnutrición crónica
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La desnutrición crónica afecta hoy a aproximadamente un 50 por ciento de los menores de cinco años en Guatemala, la tasa más alta de América Latina, ratificó un informe oficial.
Las acciones ejecutadas en el país solo lograron reducir en 17 puntos porcentuales la enfermedad en los últimos 50 años, precisaron expertos del Instituto de Centroamérica y Panamá dedicado al tema (Incap).
Lo anterior significa -acotaron- que si la tendencia continúa, la nación tardaría décadas en alcanzar los niveles de vecinos como El Salvador y Honduras.
En la presentación del texto por los 75 años de fundación de la entidad subrayaron también que el territorio chapín enfrenta una doble carga.
Aparte de la desnutrición, señalaron, la obesidad y el sobrepeso están en aumento e impactan a 70 por ciento de la población adulta.
Tal situación incrementó las tasas de enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes y cerebrovasculares, revelaron asimismo los resultados de “Desagregación de indicadores sobre el estado nutricional materno e infantil en municipios de Guatemala”.
Durante el simposio, distintos participantes remarcaron la importancia de implementar políticas públicas más focalizadas y adaptadas a las realidades locales.
Calificaron de clave la colaboración entre el gobierno, la sociedad civil y los organismos internacionales para enfrentar el problema de manera integral, según reportes de prensa.
La administración del presidente Bernardo Arévalo asumió en enero pasado el reto de reducir los índices de desnutrición infantil existentes, con decisiones colectivas y una política económica de desarrollo.
Al intervenir en la primera reunión del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional a fines de febrero, el mandatario consideró inaceptable que el 50 por ciento de menores de cinco años padezcan esa enfermedad prevenible.
La desnutrición aguda es la señal más clara del fracaso de una sociedad, de la inutilidad del Estado, cuya autoridad no puede justificarse, si no impede la pérdida de una vida por una causa que es, evidentemente, evitable, aseveró Arévalo.
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