Los Gemelos de Villafaña: un cuarto de siglo
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Manuel Villafaña Sacerio (Cienfuegos, 1ro de enero de 1955) es, con certeza, uno de los pilares del humor gráfico en Cienfuegos y figura como un adalid de esta disciplina en el archipiélago cubano.
No estamos exagerando. Baste una revisión de sus textos visuales, producidos entre 1978 y 2025, para constatar un estilo y gracejos únicos y al mismo tiempo universales, tanto en los relatos que impugnan las narrativas de las políticas mundiales, como aquellas otras obras inmersas en las realidades e imaginarios de la cotidianeidad nacional.
Este septuagenario artista nos ha cautivado durante varias décadas con su profunda mordacidad en el acto de traslucir las complejidades de una Isla que se reconstruye y utiliza la humorada como resguardo de la cubanidad.
Empero, sus modos no reproducen los caminos abiertos por sus coterráneos, asidos a las marcas de Dedeté o Melaíto, por casos. Villafaña consume el chiste a través del numen intelectual, obligando a los públicos o lectores a reformar los sentidos en una dimensión cerebral, intelectiva.
Hace 25 años, este creador autodidacta (aunque consuma dos cursos en la Escuela de Arte Leopoldo Romañach de Santa Clara) propuso la que es su invención más encomiada, Los Gemelos, una broma de dos personajes ocultos por un lomerío que se dedican (sin que descubran sus somáticas) a preguntarse y responderse sobre las mutaciones sociales y económicas que azotan a la ciudad de sévres.
Estas entelequias animan las páginas del Periódico 5 de Septiembre, el hogar de los tensos hermanos, y revelan las marcas de estilo de Villafaña, al menos en estas narraciones gráficas que se resuelven a través de la síntesis narrativa o precisión de los recursos expresivos, herederos de la escuela de diseño cubana de las décadas de 1960 y 1970.
Como hemos compartido en otros artículos, Villafaña acude a una estructura retórica (aunque con significados abiertos), en la que se yuxtaponen planos espaciales: el llano y algunos simulacros de vegetación; la montaña media, colmada de nubes que anuncian temporales y días cálidos, de aves perdidas en la soledad; la cima montañesa, donde sucede el emplazamiento de los diálogos y las situaciones inducidas por los Gemelos; y el cielo o las zonas vacías, muchas veces acorraladas por los globos, los verdaderos protagonistas.
Y es que la humorada del artista se erige desde las metáforas verbales, los asideros de una subjetividad colectiva, la conciencia de una sociedad que clama por los cambios, “la corrección de distorsiones”.
Los Gemelos son cronistas de una realidad problémica. En la aventura de los diálogos socráticos se produce la controversia de estos hermanos inconformes, que intentan explicarse las inconsistencias de una cotidianeidad persistente, en estado de crisis.
Villafaña resuelve estos entresijos con elegancia y vigor crítico, domeñando la sabiduría popular, enunciando con garbo las verdades sabidas (y no) que empuñan los ciudadanos de la Perla del Sur.
Para los amantes que somos de la humorada gráfica, la muestra que ofrece este artista cienfueguero en la pequeña salita Mateo Torriente de la UNEAC (será inaugurada este viernes, a las diez de la mañana) resulta todo un agasajo, la posibilidad de sumergirnos en el ser de una nación y el quehacer de un fabulador talentoso e incisivo.
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Éxitos de antemano para el amigo Villafaña en su próxima exposición. Que siga reflejando con humor el pulso cotidiano de nuestro sentir social. Un abrazo grande desde la distancia y merecido reconocimiento para este artista cienfueguero