Las serenatas guajiras

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Serenata, según los diccionarios consultados, tiene entre sus acepciones, las siguientes: música que se toca en la calle por la noche en honor de una persona. Sinónimo de concierto. Composición poética que se canta de noche. Canto nocturno de los trovadores. También se califica como molestia, lata. ¡Me dio la serenata toda la noche! En fin, que para unos es fiesta, jolgorio, mientras para otros, es fastidio, rompimiento de la privacidad, etc.

En los campos cubanos las serenatas constituían, ya no lo son, un acontecimiento memorable que se “cocinaba” en estricto secreto, pues al hombre o mujer, al que se le dedicara la serenata, no podía enterarse, aunque algunas veces a algunos de los organizadores, músicos o poetas, se les soltaba la lengua y en un susurro, casi imperceptible, le comunicaba: ¡No te acuestes temprano, por si acaso! Quizás lo hacían para que la persona homenajeada adquiriera algo para el brindis, a decir, vino, aguardiente, ron o café, pero generalmente, los que iban a ofrecer la serenata, llevaban provisiones.

Vamos entonces las miradas, poéticamente descriptivas, que Bernardo Cárdenas Ríos y Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, hicieron sobre este interesante elemento social y cultural, las Serenatas.

Bernardo las vio así: Fue mayo. La noche ardía / erosionada de estrellas. / Cuatro, cinco o seis botellas / tintineaban por la vía. / únese a la travesía / todo el barrio en caravana / hasta que la cuerda humana / imita sin hacer ruido / a los que se ha detenido / debajo de una ventana. / El jefe de la parranda / pone el secreto de un nombre / en los oídos de un hombre, / el hombre de la bufanda. / Como el que mirando  anda / al del instrumento mira / y en ese momento estira / sus alas como abanicos / el sinsonte con diez picos / de una décima guajira. / pasado el primer instante / atraviesa los portillos / con decenas de cuchillos / el mechón de luz brillante. / Frente a la puerta de adelante / se abulta la gritería / hasta que llega María, / la de los labios más rojos, / restregándose en los ojos / un sueño que no tenía.

Bernando nos deja esta sextilla:

El bardo narra incidentes / en la décima que canta / y mientras el tres imanta / de música el corazón / las brasas del primer ron / van de garganta en garganta…/

Por su parte El Indio Naborí visualiza otra Serenata.

Empínase una tonada / y el batey se regocija / bajo la clara cobija / de la noche perfumada. / Mirándose en la cañada / está el cubano retiro / donde la voz de un guajiro / rota en emoción se pierde / por entre el silencio verde / del campo como un suspiro.

Y sigue Naborí describiendo: Risas de fino cristal / a flor de los labios rojos / de guajiras, cuyos ojos / son de azúcar y central. / La controversia habitual / atizan como una hoguera / cantores de guayabera, / sombrero alón y machete, / mientras la luna es jinete / sobre los potros afuera. /

Esta apreciación de Naborí, realizada en el año 1940, nos muestran el poder descriptivo de un hecho como Las Serenatas, que eran “patrimonio cultural” de los campos cubanos. Y cierra El Indio magistralmente: Brota el verso campesino / Solo, como por encanto, / y van naciéndole al canto / espuelas de gallo fino. / pedro enviste a Celestino,  / Juan quiere a los dos vencer; / goza el bohío con ser / la valla de aquel combate, / y en el fondo…, ¡el acicate / de unos ojos de mujer! /

Como una gran fotografía nos devuelven, a la memoria afectiva, Bernardo Cárdenas Ríos y Jesús Orta Ruiz, El Indio Naborí, el recuerdo de Las Serenatas Guajiras.

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Alberto Vega Falcón

Poeta, narrador, periodista y humorista cubano. Premio Nacional de Cultura Comunitaria 2020.

Un Comentario en “Las serenatas guajiras

  • el 7 julio, 2022 a las 11:18 am
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    Envestir es un verbo, se sabe; significa investir y puede usarse o bien en el sentido de conferir un cargo importante a alguien, o bien como sinónimo de revestir, es decir, cubrir con revestimiento una superficie…, pero en el caso que ocupa a Naborí, cuando anota en décima que Pedro embiste a Celestino: quiere decir que le va arriba, lo ataca con ímpetu. Me parece, digo yo.

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