La Revolución triunfante llega a pueblos cienfuegueros

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En los últimos días de 1958 en muchos parajes de nuestra Isla, en pueblos y ciudades, entró en el corazón y las esperanzas de millones de cubanos la Revolución triunfante. Llegaban barbudos, sucios y rotosos aún de las vicisitudes de la guerra y eran abrazados por el pueblo en las calles, caminos, plazas, poblaciones, que los recibían gozosos, como lo que eran: salvadores de los angustiosos años de miserias, desigualdades, hambrunas, humillaciones. Eran los soldados del Ejército Rebelde, con insignias del Movimiento 26 de Julio, del Directorio Revolucionario, del Partido Socialista Popular, soldados de una misma Revolución que había comenzado en 1868 y llegaba, como afirmaba Fidel, a decirnos, “toma, aquí tienes la libertad, ahora lucha con todas tus fuerzas para defenderla”. Todavía lo hacemos así. 


Las escenas de esa libertad eran iguales y diferentes en cada lugar. En fechas diversas, pero bien cercanas  al día definitivo, al primero de enero de 1959 cuando el tirano Batista huyó y la Revolución entró en hogares y corazones para quedarse.

El 7 de octubre llega a Las Villas la columna invasora comandada por Camilo Cienfuegos.  Apenas una semana después, Ernesto Che Guevara, que conduce la otra columna invasora, divisa la mancha azul en lontananza del macizo montañoso del Escambray.

Ambas columnas, la de Camilo en el Norte villareño y la de Che en el centro, comenzaron de inmediato a atacar, tomar y liberar pueblitos primero, ciudades enseguida. Hasta cortar la Isla en dos mitades, impidiendo el traslado de soldados y abastecimientos de La Habana a 0riente, volando puentes e impidiendo todo tránsito por vía terrestre. En la región de Cienfuegos, según avanzaban las columnas invasoras, los grupos de milicianos del Movimiento 26 de Julio, comenzaron a liberar los pueblos que el enemigo iba abandonando, cuando en estúpida maniobra estratégica ordenaban a las guarniciones de soldados y policías de las localidades pequeñas ir a la capital provincial, Santa Clara, para reforzar la defensa en esa posición del centro de la provincia donde concentraban miles de soldados.

De esta manera, las guerrillas urbanas del M-26-7, apenas sin armas, los combatientes clandestinos, la Resistencia Cívica, tomaban posesión de los cuarteles y los edificios públicos, y organizaban la vida política y social, y la defensa.  Esto sería:  el 24 de diciembre, en Cruces, San Fernando de Camarones, Lajas y Rodas.  El día 25 en Cumanayagua; el 26 en el central Hormiguero, el 31 en Aguada y Abreus;  y el primero de enero en Cienfuegos y Palmira.  Aunque este último día, ocurrió la liberación en todo el país.

En algunos lugares, esa liberación fue realizándose con mayor preparación, en una secuencia ininterrumpida, así fue, por ejemplo en Cruces. Desde el día 23 las milicias rebeldes comenzaron a moverse por los alrededores, simulando una concentración de fuerzas que realmente no existía, para mantener desconcertado al jefe del Ejército allí, capitán Mirabal, un esbirro que junto a sus hombres llamados “los Vaqueritos”, extorsionaban a comerciantes y aterrorizaban a la población, pero que a partir de esa movilización de los rebeldes, no salieron de sus cuarteles. Cuando recibieron la orden de concentrarse en Santa Clara, salieron el día 24 por la tarde, dejando los puercos de la Nochebuena a medio asar, y no bien habían marchado, los revolucionarios tomaron posesión de la ciudad y comenzaron a transmitir boletines informativos por la emisora local que se escuchaba en parte de la provincia.

Avanzadas del grupo rebelde al mando del comandante Víctor Bordón Machado, encabezado el grupo por el capitán Julio Martínez comenzaron a llegar esa noche, ocupando el abandonado cuartel del Ejército, mientras los dirigentes locales del M-26-7, del Partido Socialista Popular y algunas otras fuerzas anti-batistianas formaban una Junta Revolucionaria, encabezada por Llovera, para organizar la vida política y social y la defensa de la ciudad. Es un caso especial del traspaso insólito e inesperado del poder político burgués a una Junta Revolucionaria civil-militar. También arriban combatientes rebeldes del central San Agustín.  Se organizan milicias populares y barrio por barrio realizan un trabajo político-ideológico para esclarecer a todos el programa de la Revolución. Se colocan emboscadas en las entradas del pueblo, y comienzan a construirse en los también tomados centrales azucareros San Agustín y Andreíta, sendos “tanques de guerra”, uno a partir de una locomotora, y el otro a partir de un buldócer, destinados a las fuerzas rebeldes que van a combatir a los soldados del cuartel del pueblo de Santo Domingo, que impedirá el traslado de tropas hacia la sitiada por el Che, ciudad de Santa Clara. Cruces fue uno de los pueblos liberados que realizó un magnífico trabajo previo al triunfo de la Revolución.

Ante tal trabajo revolucionario eficaz y bien trazado, la dictadura dispone el bombardeo aéreo de Cruces, pero este acto de barbarie, con el lanzamiento de algunas bombas pequeñas y el ametrallamiento de las inmediaciones del parque central no sirvió más que para nuclear a la población alrededor de su vanguardia rebelde. Cruces vivió la victoria con unos días de antelación.

También los revolucionarios lajeros tomaron los edificios públicos y ocuparon las vías de comunicación y protegieron sus accesos desde el día 24 y al siguiente día llegó una avanzada del Ejército Rebelde que los refuerza, y el día 26 otro grupo de la gente de Bordón Machado, aunque el grueso de sus fuerzas parte hacia Santo Domingo para impedir el paso de refuerzos de la tiranía hacia Santa Clara, donde ya Che prepara el ataque final.

De semejante manera ocurrieron los hechos en Rodas, donde sus combatientes reforzaron el grupo de las fuerzas del Movimiento al mando de Raúl Curbelo Morales que acudieron a tomar Aguada de Pasajeros.

Un hecho notable ocurrió en Abreus. Allí los guardias del batistato estaban acuartelados y los milicianos rebeldes actuaban casi con impunidad en los alrededores. Sólo una avioneta de la dictadura disparó algunas ráfagas sobre el puente del río Damují. El jefe del cuartel batistiano allí recibió una llamada telefónica del revolucionario cienfueguero Ricardo Llaguno quien desde Cartagena liberada llamó para concertar la entrega del cuartel y de las armas. Y el cuartel de Abreus parlamentó su entrega incondicional por vía telefónica. Así cuando acudió una pequeña fuerza del M-26-7, sin disparar un tiro se entregaron. A tal punto de desmoralización estaba los soldados batistianos, que además sabían que los revolucionarios les respetaban la vida.

Cumanayagua amaneció el día 25 de diciembre con las milicias rebeldes patrullando el territorio y los soldados encerrados en su cuartel.   Los caseríos aledaños de Dolores y Guaos, fueron tomados por los revolucionarios desde el día 24.  El 31 de diciembre y primeras horas del primero de enero, Santa Clara fue liberada por el Che. El día antes, Camilo había rendido a Yaguajay. En el Oriente, Santiago de Cuba se rendía a las fuerzas del Comandante en Jefe, Fidel, que las encabezaba.

Pero, en todos los poblados y ciudades de las inmediaciones de Cienfuegos, sus respectivas poblaciones saborearon los aires de la libertad con algunos días de antelación. Así ocurrió en algunos otros lugares de la isla.  Fue una lucha bien dura, que apenas se cuenta en unas pocas palabras, pero que fue dura y cruenta, y gloriosa

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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