La razón de vivir

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Por: Lian Roque Roque

“Los años pasan, sí, la vida no. El mundo estalla hermoso alrededor. Si el corazón mortal me deja de latir, en ese instante hay quien saltó a vivir”. Con esa filosofía de vida han transitado los 86 años de un hombre de esos que con el día a día van construyendo futuro. Cuando en la barriada de Caunao preguntamos por “Toño” todos lo conocen, aunque su verdadero nombre es José Antonio Roque Martínez.

Toño es uno de esos héroes anónimos que ha dado el pueblo de Caunao y que, dada su edad, puede dar fe de los cambios para bien que se han generado durante todos estos años. Nacido en el lejano 1937 un 22 de agosto en el batey de “La Josefa” sufrió desde muy niño la pobreza verdadera, en las que no había prácticamente alimento que comer y el trabajo era necesario y escaso. Desde los nueve años ayudaba a sus tíos en la limpia de campos de caña de azúcar y escuchaba las historias sobre azotes, boca abajo y cepo en voz de una vieja negra que había sido esclava del ingenio Tartabull y que se nombraba “Gabina”.

Su niñez estuvo marcada por la pobreza característica de los campos cubanos, en los que no había regalos en día de reyes ni posibilidades reales para estudios aunque aprendió a leer y escribir con una maestra que iba a la escuelita del batey, con ella supo de Céspedes, Maceo y Martí. Una de las aspiraciones de aquel niño era ser pelotero, pero era un sueño imposible para los descalzos y con piso de tierra.

En la década de 1950 la familia es obligada por los dueños del central Soledad a mudarse al barrio de Caunao porque “los dueños del central querían ir sacando poco a poco a la gente de las cercanías de las colonias cañeras aunque en La Josefa nos sacaron a nosotros primero, yo creo que por las ideas revolucionarias que teníamos. Es así que nos mudamos para la calle San José en Caunao”, según nos cuenta con su memoria prodigiosa nuestro entrevistado, apreciándose en la conversación una nostalgia de aquellos que por ley de la vida ya no están.

Con la medalla 60 aniversario.

Y continúa: “Nosotros sabíamos que la situación como estaba no podía continuar. Estábamos casi obligados a luchar o nos moríamos de hambre y miseria. No teníamos ningún futuro. No teníamos ni derecho a enfermarnos. Yo prácticamente no recuerdo el rostro de mi papá porque lo perdí siendo yo muy chiquito. Como éramos muy pobres mi padre al enfermarse de tuberculosis decidió quitarse la vida antes de contagiarnos a nosotros. Ahora esto puede parecer un cuento, pero era así. Mami se quedó sola con cuatro hijos, guapeó y tuvo la ayuda de mi tío José, que fue otro padre para mí. Éramos una familia unida y muy pobre.”

Ante esta realidad no quedaba otra alternativa que luchar. Para esa época el hermano mayor de Toño militaba en el Partido Ortodoxo y los programas radiales de Eduardo Chibás eran escuchados con frecuencia por la radio de la casa. El ejemplo de su hermano Luis fue muy importante para la forja del carácter de Toño.

“Yo colaboré con el Movimiento Revolucionario 26 de Julio aquí en Caunao, como era un movimiento clandestino es muy difícil probar cada cosa que uno hacía, pero me queda la tranquilidad de que hice todo lo que pude en aquel momento. Yo trabajaba directo con la revolucionaria Dulce López Robles, Nelson Cabeza, también con mi hermano Luis Figueredo y con Eduardo García Hernández, “el Látigo o Eduardito” como más me gustaba a mí decirle. Todo esto fue en la clandestinidad, si nos cogían estábamos muerto. Tuvimos acción aquí en la huelga del 9 de abril de 1958 y una vez casi volamos la gasolinera que estaba al lado de la tienda “El Segundo Frente” aquí en Caunao; ya teníamos abierta la tapa del depósito y preparada las mechas para volar todo aquello, Ramoncito Ramos nos quitó la mecha de la mano y nos dijo que si hacíamos eso volábamos nosotros también… Había que luchar con lo que fuera porque como dije hace un momento, la situación no daba para más.”, evoca.

Más tarde recuerda que luego de los sucesos del 5 de septiembre de 1957 en Cienfuegos, a su hermano Luis no le quedó más remedio que alzarse e irse para el monte junto con Eduardito. Él se quedó al frente de la casa, era el más joven y se quedó al frente de todo, por eso es que el triunfo del 1 de enero a él lo sorprende en Caunao.

Para Toño el triunfo de la Revolución fue la apertura de un horizonte; enseguida se integró al flamante Ejército Rebelde y se involucró en la construcción de la nueva sociedad.

Toño, a los siete años.

Ante el llamado de la Revolución fue a la Limpia del Escambray en el año 1960, allí participó en la captura de bandidos y batistianos asesinos; luego es trasladado al Mariel a custodiar la costa norte y en los días previos a Girón recibe órdenes del Che y Ramiro Valdés referidas a la construcción de trincheras y custodia de armamento. Luego vino la invasión a Girón, “allí en el Mariel nos pasaban los aviones enemigos a vuelo rasante y cuando nos dieron la orden de tumbarlos dejaron de hacer aquellos vuelos que eran un chantaje para la patria. Una vez alcanzada la victoria regresamos a Cienfuegos”, narra.

Al concluir su etapa en el ejército, Toño comienza a trabajar en la Empresa de Estudios de Suelos como Operador de máquinas perforadora, lo que luego se convierte en la ENIA. “No hubo obra de impacto social en la que yo no participara haciendo los estudios de suelo. Desde la construcción de la Fábrica de Fertilizantes de aquí de Cienfuegos como miembro de la Brigada Comunista, hasta el Hospital Gustavo Aldereguía, las obras del Puerto y la Terminal Tricontinental, la doblevía y los repartos Pueblo Griffo y Pastorita y la Central Nuclear de Juraguá”, señala.

Fueron más de 45 años de trabajo ininterrumpido en estas obras y se aprecian huellas del tiempo transcurrido. Orgulloso nos cuenta cómo participó en las zafras del pueblo y en más de una oportunidad como voluntario.  Este octogenario anciano atesora diplomas, reconocimientos, distinciones y muchas medallas. Orgulloso de pertenecer a la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana y de haber sido seleccionado Vanguardia Nacional en más de cinco oportunidades.

Su accionar en la comunidad lo hacen ser uno de los tantos personajes de este barrio, es querido y respetado por niños, jóvenes y adultos. Ya cansado por los achaques propios de la vejez sigue vigilante y cumple las tareas del CDR del que es fundador y que por mucho tiempo dirigió por lo que le impusieron el sello 28 de septiembre.

Foto del equipo de pelota La Josefa, previa a 1959. Toño es el 4to (en cuclillas con el guante en la mano).

Sentado en su portal, cada día recibe el cariño y el respeto de sus vecinos y está dispuesto a contar cómo se vivía antes y cuánto vamos a perder si no cuidamos esta Revolución que puso a todos los hombres y mujeres en el centro de atención. “no dejarse confundir. Los tiempos son difíciles, no podemos negar los problemas que tenemos, pero tampoco nos podemos rendir. Lo fácil acaba fácil; por eso esta Revolución va a durar hasta el final de los tiempos, porque ha costado mucho sacrificio”

Y así como iniciamos, terminamos este diálogo con Toño, un héroe anónimo que ha luchado y está dispuesto a seguir luchando porque como dice el poeta: “hay quien precisa el canto de un fusil, hay quien precisa una evidencia más, para tener la razón de vivir.”

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

Un Comentario en “La razón de vivir

  • el 22 agosto, 2023 a las 8:24 pm
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    Me encantó la historia de Toño y aún sigue en la vanguardia.

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