La naturaleza secreta del combo

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El combo; o sea, el lote de varias cosas que vienen juntas o se venden por el precio de una, constituye una iniciativa mercantil degradada o desvirtuada, como tanto en estos tiempos en Cuba.

Su esencia, la de acomodarle al receptor un conjunto de productos de interés que, reunidos, cuesten menos que de forma individual, no se cumple, en buena parte de los casos, en ninguno de sus dos preceptos.

No perderé el tiempo aquí en aludir a los combos del comercio minorista electrónico ni mucho menos a los enviados con pago en el exterior, porque ni unos ni otros son de acogida mayoritaria. Hablemos tan solo de los que aprecia todo el mundo, cada semana, en diferentes establecimientos de la ciudad.

Estos, en no pocas ocasiones, obedecen al pícaro objetivo de deshacerse de artículos ociosos (postales cuyas fechas alegóricas ya vencieron, saborizantes que no compra casi nadie, mercancía de plástico de poco movimiento, costosas cajas de jugo…).

Algunos combos ideados en Cienfuegos constituyen un desafío a la imaginación. Uno “flipa” con ellos, como dijera un español. Ni los más adelantados escritores del género fantástico poseen la capacidad de elucubración para armar combinaciones que reúnan, por ejemplo, un pomo con dos canaletas eléctricas, aguardiente con polvorones, palanganas con pasta de diente, jabitas con ceniceros, ron con sal condimentada/lejía/talco u otros que retan la capacidad de fabulación de cualquiera.

No existe una línea conectora que enlace la utilidad, o el requerimiento hogareño, de mercancías divorciadas en su concepto y función, pero que de forma tan singular como curiosa matrimonian y sacan a la venta. Ni apuro existe de preguntarles a los confeccionadores qué estudio de mercado previo hubo detrás. Saben que ni falta hace investigación alguna porque, como necesidad obliga, si arman un combo de aire comprimido con mamoncillos, aire comprimido y mamoncillo comprará la gente.

La naturaleza secreta del combo resulta inescrutable. Llevar algo a casa no menos.

Buscar opciones, enarbolar alternativas que de alguna manera reactiven las deprimidas ventas en moneda nacional no significa zafarse de cuanto haya acumulado en almacenes y anaqueles debido a su escaso provecho o compra, y juntarlo con otra cosa en un nailon para ponerlo en un mostrador.

Como parte de la discreta reaparición del ron en los mercados (han vendido en las dos últimas semanas botellas de aguardiente Cubanacán de 700 milígramos a 240 pesos, ron Jagua de igual volumen a 360 pesos y ron Cienfuegos de litro y medio a 765 pesos: algo bienvenido por parte de la población, que debía pagarlo a los acaparadores a precios extremadamente altos en el mercado informal), también han colado bebidas alcohólicas de este tipo en los combos.

Así, la semana anterior en establecimientos estatales, o híbridos, ya ni se sabe, vendían par de estos: uno contentivo de aguardiente con una caja de jugos, a novecientos y tantos pesos; y otro compuesto a partir de una botella de ron con una caja de jugos, a mil y poco. El asunto es que al sumarse los precios individuales de cada uno de los productos, la cuenta daba menos, en los dos casos, aun pagando y todo el jugo a 450 pesos.

Por el contrario, en los portales del restaurante Polinesio vendían otro, bastante más aceptable: un pomo de ron Cienfuegos de litro y medio, cinco cajas de cigarros Populares y un sobre de sal condimentada de 500 gramos (eso no pegaba ahí, pero bueno), a 889 pesos. Más allá del precio ubicado al producto estrella del paquete, de lo cual no tiene responsabilidad quien armó el combo, si se tiene en cuenta que solo esa bebida vale 765 pesos, el mismo se trata entonces de un combo pensado para el cliente y no en pos de ganar a toda costa. Tampoco estaba mal otro, en Cartoqui, que reunía ron y aguardiente como ingredientes principales.

Como esos ha habido otros, e incluso mucho mejores, que no todo es negativo en ámbito tal. Así, semanas atrás en La Escuadra y el Palo Gordo expendían otro combo muy bueno y a un precio bien bajo: dos tubos de pasta dentrífica para adultos Dayli, dos tubos de pasta para bebés De Nenes y cuatro nasobucos, todo por 90 pesos. Los revendedores hicieron su agosto, pero ese ya es otro asunto, y si nos ponemos a pensar demasiado a la hora de vender algo, no venderemos nunca nada.

Opciones como estas, sobre todo las ideas y las personas que las posibilitaron, son dignas de alabar. Y resultan posibles, incluso dentro del actual panorama. Cuando se piensa y se gestiona, se encuentra.

Las empresas no deben concebir sus ganancias a costa del incremento de los precios. Lo han dicho innumerables ocasiones, a los niveles más altos de país; aunque sobre el terreno no siempre opera así. En los combos y mucho más allá.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

3 Comentarios en “La naturaleza secreta del combo

  • el 17 abril, 2023 a las 1:12 pm
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    muy a tono el artìculo, es la època de los combos, peguen o no pegurn ni con cola ni con colina como decimos en oriente. lo cierto es que a pesar que el tema revendedores es harina de otro costal, deberìan tener un poco de control a la hora de vender los famosos combos, por ejemplo, el jueves pasado vendieron en la madrileña unos combos buenìsimos (2) ofertas, no sè por què vendìan ambos combos por persona lo cual hizo que se terminaran màs ràpido y que algunas personas compraron màs de 2 veces, mientras que otros como yo nos fuimos con las manos vacìas.

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