La manipulación cambiaria digital: engranaje de la inflación inducida
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Conversando con amigos, colegas e internautas sobre el artículo publicado en el periódico 5 de Septiembre, que aborda la soberanía monetaria frente a la manipulación cambiaría por El Toque, muchos coinciden en que el problema es complejo, pero también insisten en que no constituye la causa principal de la inflación en Cuba.
Por otra parte, no consideran significativo lo señalado en dicho artículo, referente a la existencia de redes de tráfico de dinero ilícito, como causa de la existencia de estas tasas de cambio informales. Por supuesto que estamos de acuerdo. El problema es muy complejo, es decir que no puede resolverse con una sola solución, porque está formado por múltiples factores interconectados. Lo que sí es evidente es que la difusión de tasas arbitrarias, terminan imponiéndose como referencia social y multiplicador de la inflación inducida de manera artificial y de sus consecuencias en la vida de los cubanos, además de otros factores.
Es por ello que explicamos, en primer lugar, que la inflación, en esencia, es el aumento sostenido y generalizado de los precios, que reduce el poder adquisitivo del dinero. Puede originarse por exceso de demanda, por alzas en los costos de producción, por emisión monetaria o por crisis externas. La inflación estructural, por su parte, responde a problemas profundos en la organización productiva y social, como rigideces en sectores clave, dependencia de importaciones o conflictos en la distribución del ingreso. Pero distinta a ambas es la inflación inducida, que surge de acciones deliberadas o externas que alteran artificialmente los precios, manipulando expectativas y legitimando distorsiones que no provienen de la producción real, sino de la especulación.
Es ahí donde aparece la manipulación de las tasas de cambio por El Toque. En Cuba, la inflación se ha visto amplificada con la difusión de tasas de cambio arbitrarias. Sin respaldo institucional, esas cifras se convierten en norma aceptada, erosionan la confianza en la moneda nacional y dificultan el acceso al efectivo. La población demanda circulante, los bancos no logran responder y los mercados informales convierten la necesidad en negocio.
El impacto directo de estas prácticas, además de la espiral especulativa de los precios, reduce la liquidez de las instituciones financieras, pues el dinero circula fuera de los canales oficiales y se concentra en manos de operadores informales, debilitando la capacidad del sistema para responder a la demanda popular en los cajeros automáticos.
En redes sociales, por ejemplo, circulan anuncios donde se ofrecen transferencias de mil 250 CUP por apenas mil CUP en efectivo, lo que implica un interés del 25 %. Es el llamado “garrotero”, una forma de usura que aprovecha la escasez de circulante y que se suma a la discriminación de billetes pequeños, práctica que además contradice las normas del Banco Central y mina aún más la confianza en la moneda nacional.
Otra muestra significativa del actuar de estas redes y su estrecho vínculo con las tasas manipuladas, buscando lucrar con las dificultades económicas que enfrenta el cubano, es la reciente publicación de Tribuna de La Habana sobre el caso Humberto Julio Mora Caballero. Este revela cómo este engranaje especulativo se conecta con redes delictivas transnacionales. Mora Caballero, radicado en Estados Unidos, organiza un sistema de acopio de remesas que financia importaciones de Mipymes no estatales, las cuales entregan efectivo directamente a la red en lugar de depositarlo en los bancos. Mensajeros trasladan el dinero hacia provincias como Camagüey, desde donde se redistribuyen las remesas de forma ilegal. El esquema se apoya en la tasa publicada por El Toque, que sirve como guía para concertar valores con las formas de gestión no estatales. El resultado: más de mil millones de pesos cubanos y un cuarto de millón de dólares movilizados en apenas unos meses, fuera del sistema bancario formal.
Según el Ministerio del Interior, esta operación está en sintonía con la política criminal de Estados Unidos hacia Cuba, al permitir con total impunidad que se secuestren divisas desde su territorio para asfixiar económicamente al pueblo cubano. El uso de testaferros, más de treinta cuentas bancarias en operación y la inacción de las autoridades norteamericanas refuerzan esta hipótesis. En ese contexto, las palabras de José Hasan Nieves, director de El Toque, resultan reveladoras: “Yo no escondo mi compromiso político ni juego a la ambivalencia… Yo quiero el fin de la dictadura en Cuba. Yo trabajo por cambiar el régimen político existente y traer democracia, justicia y prosperidad a mi país natal”. Una afirmación coincidente con la política de Washington, que se entrelaza con la impunidad de dichas autoridades al generar el secuestro de divisas desde su territorio.
Así se configura un círculo vicioso que se retroalimenta. Todo comienza con la publicación de una tasa arbitraria que genera expectativas negativas, dispara los precios, aumenta la demanda de efectivo y legitima prácticas especulativas. La población, al perder confianza en la moneda nacional, busca divisas, lo que refuerza la manipulación cambiaria y profundiza la desconfianza. Cada nuevo salto en la tasa manipulada genera más inflación inducida, más escasez de liquidez, más especulación y más presión sobre la moneda. El ciclo se cierra sobre sí mismo, consolidando un deterioro económico que no surge de la producción ni de la estructura interna, sino de una estrategia deliberada de desestabilización.
No se trata entonces de que estas tasas manipuladas creen la inflación estructural —que responde a problemas productivos y de organización social—, sino de que inducen y amplifican la inflación ya existente, utilizando en ocasiones cadenas delictivas. La cifra arbitraria publicada en plataformas digitales se transforma en regla social y económica, desplazando la autoridad del Banco Central y fortaleciendo las redes ilegales. Cada vez que se repite y se legitima, la tasa manipulada multiplica la crisis, porque convierte un número arbitrario en norma aceptada por quienes compran, venden y especulan.
La inflación inducida en Cuba, por tanto, no nace de la producción, sino de la manipulación. No es el resultado inevitable de la escasez, sino la consecuencia directa de quienes convierten esa escasez en negocio. Mientras las tasas de cambio manipuladas por plataformas enemigas sigan imponiéndose como referencia social, la crisis no solo continuará, sino que se multiplicará. Porque cada cifra arbitraria publicada en redes no es un simple número: es el engranaje de un círculo vicioso que erosiona la confianza en la moneda nacional, fortalece las redes ilegales y convierte la especulación en norma. Y esa norma, repetida y legitimada, es la prueba más clara de que la manipulación cambiaria digital se ha convertido en el verdadero engranaje de la inflación inducida.
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