Hacer más ¿con menos?

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Un vecino, lector empedernido, cada vez que conversamos me hace la misma historia: “Mi tío Paco, que fue corrector de estilo del periódico Juventud Rebelde, me decía que resulta imposible hacer más con menos”.

Y creo que tiene razón. Pero el arraigado afán por las consignas hace que repitan la frase una y otra vez en múltiples escenarios, como si fuera una forma real, práctica y concreta de lograr un avance necesario, sobre todo en medio de notables carencias materiales, energéticas y financieras que afrontamos.

Pienso en el asunto. Si en una planta hay cemento, grava (conjunto de piedras de tamaño pequeño conocidas como guijas) y agua para producir mil bloques, resulta imposible fabricar mil 500, por mucho que prime la voluntad, el entusiasmo, la eficiencia y el deseo. Y así sucede con muchos otros renglones o empeños.

Por ejemplo, si se tiene gasolina o petróleo solo para vencer la distancia entre Cienfuegos y La Habana no se puede ir hasta Pinar del Río; resulta irrealizable.

Sin embargo, encontré en un artículo una definición interesante: “El hacer más con menos puede entenderse como hacer más con los mismos recursos o hacer lo mismo, pero con menos recursos. En ambos la clave del éxito es dedicar los recursos a hacer sólo lo importante”. Resulta cuestionable, a mi modo de ver.

Otro asunto es materializar los indicadores de calidad, aprovechar adecuadamente la jornada laboral y propiciar el ahorro, hasta donde resulte posible. No sería entonces hacer más con menos, sino hacerlo todo bien y en el tiempo planificado el producto final con lo que se cuente. Eso es harina de otro costal.

En fin, hacer más y mejor con menos significa satisfacer las necesidades básicas de la gente y promover una mejor calidad de vida, disminuyendo los residuos nocivos y la contaminación. Así sí es correcta la definición.

Por otro lado, como afirma mi vecino, el tiempo perdido no puede recuperarse. Lo que sí podemos hacer es cambiar el enfoque, hacer ajustes, redoblar esfuerzos, afinar el enfoque, optimizar todos los recursos y echar mano de la creatividad para alcanzar los objetivos que teníamos antes de la contingencia.

Pero los días, horas y minutos dejados de aprovechar no regresarán, aunque se quiera.

El tiempo perdido no se recupera nunca y cuando decimos que tenemos tiempo de sobra descubrimos siempre que nos falta tiempo”, afirmó Benjamín Franklin, político, sabio y científico estadounidense.

No obstante, dejo en sus manos y mente más reflexiones y consideraciones al respecto.

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Ramón Barreras Ferrán

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos.

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