Fidel: sentido, vigente

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Ni muerto, ni ubicado en el traspatio del tiempo. Él está vivo, es sentido por sus gentes y está vigente en esta cotidianidad nuestra; a veces tan abrumante y muchas otras hermosa y vivificadora.

Ahondar en sus enseñanzas y ser consecuentes deviene brújula para la existencia de este archipiélago que no desdeña la furia de un imperio, ahora aguzada con la vuelta a la Casa Blanca de un acérrimo enemigo del pueblo; pero que pone su mira en salir adelante, en construir un presente y un futuro dignos para quienes siguen trabajando, caminando hacia adelante.

Y no se trata de hacer una mera copia de sus métodos de trabajo, ni de repetir, según la ocasión, frases de su riquísimo ideario político. Es asumirlo, como los hijos asumen a sus padres, en el día a día, aprovechando al máximo cada enseñanza; esas que la vida y su devenir nos van dejando como tesoros inestimables.

Grandes riquezas espirituales nos dejó Fidel, más que las riquezas materiales que tantas veces quienes le adversaban le adjudicaron, y es deber nuestro atesorarlas como bienes del quehacer diario. Escucharnos más los unos a los otros y por ende aprender de las experiencias; escudriñar más allá de lo visible, prever siempre porque “prever es resolver” como afirmaba José Martí.

Fidel desanda el tiempo de la historia, nos acompaña, es acicate para el bregar diario. No es mera imagen, es presencia y así debemos lograr que sea para quienes no tuvieron la oportunidad de vivir su época, la más joven generación de cubanos, los niños de hoy, hombres del mañana.

Con su capacidad de ver oportunidades donde otros solo advertían obstáculos, el siempre invicto Comandante en Jefe nos lega un pensamiento estratégico que ha de convertirse en asidero permanente de la obra de la Revolución “de los humildes, con los humildes y para los humildes”.

A ocho años de su cabalgata hasta la eternidad, Fidel es paradigma y continúa comandando esta batalla en el campo de las ideas. Su mirada profunda y avizora continúa guiándonos por un camino de luces que, nos toca saber transitar para llevar a puerto seguro esta construcción colectiva en la que nos empeñamos.

Así lo percibo: Vivo, vigente, sentido.

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