Enfermería: profesión humana y necesaria
Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 23 segundos
Durante la epidemia de influenza de 1918, declarada entonces pandemia, y de la que no escaparon Cuba y Cienfuegos en particular, falleció mientras prestaba asistencia a sus pacientes, la enfermera Victoria Brú Sánchez, mártir de la profesión en Cuba. En honor a su nacimiento, el 3 de junio de 1976, se instituyó el Día de la Enfermería cubana.
Para entonces, el sistema de salud no pudo enfrentar a nivel popular la enfermedad producida por un virus de H1N1, conocido también como gripe española. Victoria Brú Sánchez se fue a los barrios más humildes de Cienfuegos, a pesquisar y encontrar a contagiados, y así contrajo la enfermedad, como consecuencia de la cual falleciera a los 42 años.
A propósito de la fecha, 5 de septiembre conversa con Carlos Alberto Pérez Moré, enfermero de 24 años de graduado y doce especializado en Medicina Intensiva y Emergencias, quien laborara en el Centro Provincial de Emergencias Médicas de HGAL, entre otras áreas, y se desempeña ahora como jefe de Docencia de la especialidad en la institución, miembro, además, del ejecutivo en Cienfuegos, de la Junta Nacional de la Sociedad Cubana de Enfermería.
“Siempre he trabajado en el Hospital, desde que me gradué, y antes, durante los tiempos de estudiante; viene a ser como mi segunda casa, o la primera, creo que estoy más tiempo en la institución que en el hogar.
“Cumplí misión en Venezuela, y luego en Angola, país donde me enfrenté a enfermedades y dolencias de las que solo conocía por la literatura especializada, como la desnutrición y las asociadas a la tuberculosis, entre otras. La estancia en esos lugares, además del valor de la colaboración, resultó un aprendizaje”.
Actualmente tras más de dos años de enfrentamiento a la epidemia de COVID-19, Carlos Alberto se mantiene activo, ahora en un frente académico, al contribuir con su experiencia profesional a la formación de las nuevas generaciones.
“Aquí estoy, enfermero siempre y presto a cumplir la misión que se me encomiende en bien de la salud de mi gente, o en cualquier parte del mundo, volvería a escoger esta profesión, sin dudarlo, de profunda vocación humana y solidaria con los enfermos que padecen”.
Regresa al trabajo, donde presta asistencia en una intervención comunitaria en el batey del antiguo central azucarero de Soledad del Muerto, en la que el Hospital viajó al poblado para acercar los servicios médicos a la gente del lugar, sin que tuvieran que viajar a la ciudad en tiempos de difícil economía.
Visitas: 6