El viejo puerto de Jagua

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Unas cuatro decenas de pilotes emergen de las aguas en el costillar salado de la calle de La Mar, entre De Clouet y Hourruitiner. Sirven de plataforma de vuelo a las pocas gaviotas que le dan el toque romántico a la costanera. Corazones de quiebrahacha o jiquí sembrados en el bajo fondo de la bahía, donde quizá perduren por otro siglo más como únicos vestigios del destartalado muelle de Sarría.

Para hacer la excepción de la regla, entre tanta madera dura también asoma un pilar de hormigón que complementa su condición de detalle con una fecha litografiada a la perfección: 1934.

El sistema de espigones del puerto de Cienfuegos en la vertiente sur de la Península de La Majagua constituyó el corazón y los pulmones del desarrollo comercial que en pocas décadas encumbró a la colonia original de La Fernandina como la segunda capital económica de la Isla.

Plano del puerto de Jagua, Honorato de Bouyon.

La necesidad de acercar los andenes marítimos a las nuevas fábricas, levantadas en el lóbulo noroeste de la bahía desde principios de los años 70 de la pasada centuria, conllevó al nacimiento de la llamada zona portuaria número dos y al ocaso del que fuera el primer cordón umbilical de la ciudad.

Datado en 1940, un mapa urbano muestra la línea casi continua de atraques en la ribera meridional del actual Centro Histórico. Uno muy pequeño, conocido como la Meseta de Castaño, ubicado en La Mar casi esquina a Hourruitiner y del cual ya no queda evidencia material alguna, marca el inicio del recorrido virtual a través del complejo portuario, siempre en dirección al oeste.

A continuación, estaba el mencionado de Sarría, el de los maderos supervivientes, y luego el del Estado, que en tiempos de España fue el de la Real Hacienda o simplemente Real, aún en condiciones de explotación frente al edificio de la Aduana, Avilés (La Mar, esquina a San Luis), Terry (Bouyón), Torriente (entre Velasco y Casales), y Méndez (en el emboque de Casales y Arango), convertido hoy en terminal de cruceros.

Para el extremo occidental de la ciudad vieja, el barrio de Reina encajaba en su más estrecha franja de terreno los muelles de la compañía mielera Cuban Destiling (Litoral entre Comercio y Fomento) y el de la North American Trading Co., situado en la punta Antunes (sic), la lengüeta de tierra que como la cabeza de un martillo apunta al sur.

De continuar el bojeo al istmo, en la parte posterior del cementerio de Reina, aún pueden hallarse huellas de lo que fuera el Muelle de Hierro de los Ferrocarriles.

Algún día será preciso colocar una placa entre aquellas ruinas ferrosas para enseñarles a los paisanos del futuro el sitio exacto donde una noche preñada de estrellas y nostalgias José Ramón Muñiz escribió ese monumento musical a la patria chica que es Luna cienfueguera.

Además de las instalaciones propias de una estación naval de la Marina de Guerra como lo fue la de Cayo Loco, el litoral norte de la ciudad solo hospedó el modesto muelle de Bouyón, entre la desembocadura marítima de la calle del mismo nombre y la de Velasco, instalación que le servía de atracadero a los vaporcitos de la compañía homónima, encargada de la pintoresca navegación fluvial hasta Rodas por el cauce henchido del Damují.

Vistazos mucho más retrospectivos pueden conducir al investigador, o al simple curioso, al Plano General de la Jurisdicción de Cienfuegos, obra cartográfica del agrimensor público José M. Saíz y Rueda, fechado en 1847, y en la cual pueden localizarse los espigones de Terry, Wiltron, Julio, Real y Prósper.

Seguramente muy pocos vecinos de la calle de Santa Clara, entre Gacel y Hourruitiner, conocen que sus viviendas se levantan donde mismo estuvo el embarcadero Prósper. En otras palabras, según el testimonio gráfico de Saíz habitan sobre terreno ganado al mar.

En su Plano de Cienfuegos, correspondiente al Mapa de Cuba con el número 26 (siglo XIX sin fecha exacta) el agrimensor Pichardo marcó quince muelles en la costanera sur de La Majagua, pero sin nombrarlos. Destaca el llamado Circular, en realidad una U invertida para quien la mirara desde tierra, situada al frente de la Aduana.

El viejo puerto, Laplante.

Adolfo García, en sus respectivos planos de la ciudad de 1905 y 1914, este último con la aprobación oficial del Ayuntamiento en sesión del 17 de agosto, señala una decena de muelles en cada uno. El Real o del Estado ya había perdido su forma de semicírculo para transformarse en un rectángulo sin su lado meridional y era la plataforma de operaciones de los vapores con destino al Castillo de Jagua: el Juraguá y el Pura.

Con méritos como para estar colgado hoy en la colección cubana del capitalino Museo de Bellas Artes, figura el grabado del puerto cienfueguero firmado por el genio de Eduardo LaplanteBorcou en la década de los 50 del siglo XIX.

Dibujado desde Revientacordeles, actual parque de Los Pinitos, la obra se hermosea con un primer plano del muelle Circular y el edificio de la Aduana, construido en 1852, y a juicio del historiador Jacobo de la Pezuela, solo superado por el de La Habana entre los inmuebles arancelarios de la Isla.

Nota: La copia del grabado de Laplante fue realizada por Julio Larramendi.

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Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

2 Comentarios en “El viejo puerto de Jagua

  • el 11 octubre, 2022 a las 10:30 pm
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    Interesante artículo sobre nuestra ciudad, historia poco conocida o más bien (no conocida) sobre esta parte tan importante de Cienfuegos.
    La oficina de historiador de la ciudad de conjunto con la prensa local publiquen más artículos sobre la historia de nuestra ciudad.

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  • el 8 octubre, 2022 a las 7:14 am
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    Muy bueno este artículo, me interesaría mucho el poder conocer sobre los barcos que comercializarán
    en la época del 1925 al 1940, si es posible, en Cienfuegos

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