El fascismo ¿historia pasada?

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Para todo el que ha estudiado o se actualiza aunque sea con solo unas páginas de la situación del mundo de hoy, globalizado, complejo, contradictorio, y por qué no a veces hasta loco, no es difícil comprender que nos encontramos ante una era donde las tendencias fascistoides pretenden campear por su respeto y en contra de la humanidad progresista.

Pero, ¿qué es en realidad el fascismo y cómo conceptualizarlo en los momentos actuales? Comúnmente se plantea que el fascismo es una corriente política reaccionaria y extremista, surgida en el llamado período de la crisis general del capitalismo.

Ya en el VII Congreso de la Tercera Internacional Comunista, celebrado en el verano de 1935, Jorge Dimitrov, hijo ilustre del pueblo búlgaro había definido al fascismo como “abierta dictadura terrorista de los elementos más reaccionarios, más chovinistas, y más imperialistas del capital financiero, que en caso de llegar al poder destroza todo tipo de democracia en favor del régimen explotador”.

El fascismo, a nuestro juicio, hoy constituye el mayor peligro para la humanidad, no hay que olvidar que tiene vínculos con una parte de la población que aún cuando no pertenece a la clase dominante es capaz de activarla, movilizarla y confundirla para lograr sus verdaderos objetivos.

Pese a ciertas diferencias con las dictaduras impuestas en los años 20, 30, y más adelante, el fascismo conserva su más profunda esencia: represión, militarización, y conducción de guerras agresivas. De ello se deduce que el fascismo lamentablemente no ha sido derrotado, por cuanto sus bases sociales y económicas están en el dominio de los monopolios y el imperialismo.

El fascismo se reanima en la propia Europa con la guerra en Ucrania, en América amenaza en Argentina, pretende escalar al poder en Venezuela, y asoma su oreja peluda en todos los recintos mundiales.

En el mundo de hoy existe una infinidad de partidos y movimientos fascistas, y de organizaciones ultraderechistas que los apoyan, por tanto, no hay que ser ingenuos, la humanidad progresista no solo debe comprenderlo sino luchar contra esta amenaza en todos los ámbitos. Los gobiernos progresistas han de responder mejor a las necesidades e intereses de sus pueblos.

Tal vez se requiera retomar experiencias del establecimiento de alianzas, la defensa de la democracia, creación de Frente Único, de Frente Amplio, Frente Popular Antifascista, el empleo de los modernos medios de comunicación, unido a nuevas y creativas formas de enfrentarlo como el enemigo peligroso que es, hasta derrotarlo, porque ¡el fascismo no es historia pasada!

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