Del enojo a la alegría, y viceversa

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Estar triste es normal. Estar alegre también. Cómo enojarse ante lo que no sale bien, o temer por lo desconocido y sentir asco de lo que crees desagradable, aún sin certeza.

Esas cinco emociones, las más básicas en nuestro vínculo con otros humanos y el entorno, se desarrollan desde los primeros minutos de vida. Claro que esas cinco derivan en infinitas emociones secundarias, muy condicionadas por la cultura, la salud, las vivencias y circunstancias.

Una emoción es un conjunto de reacciones psicofisiológicas, una respuesta conductual ante un estímulo interno (como un recuerdo) o uno ajeno, como la presencia de quien amas o un ruido. Su duración depende de cómo lo asimilas, y su meta es el bienestar, la supervivencia individual y del grupo.

El miedo surge ante un suceso real o imaginario y deriva en sensaciones de angustia o desconfianza ante la posibilidad de que ocurra algo no deseado. Es intuitivo, muy necesario, mientras no degenere en fobias o pánico.

La tristeza es la respuesta a cualquier pérdida: objetos, ilusiones, personas, oportunidades… Esa falta de energía o apetitos ayuda a atravesar el duelo sin huir del dolor emocional, y ese pasar en “cámara lenta” da espacio para la reflexión y el aprendizaje. Se vuelve problema si degenera en depresión, apatía crónica o desinterés por la vida.

La alegría es manifestacion de bienestar, gratitud, autoconfianza. Un estado anímico satisfactorio que se corona con risas y sonrisas. No hace falta un motivo para estar alegres, pero vivir solo para perseguir la euforia es insano, porque no te permite madurar y aceptar los cambios.

El asco, esa repulsión que te provoca alguien o algo, llega a través de cualquiera de los sentidos o varios a la vez, como una alerta. Pero es muy subjetivo, si es por imitación origina rechazos injustos, como la discriminación por raza o sexo, aprendida en el entorno familiar.

El enojo varía mucho de intensidad, desde una irritacion leve hasta una furia descontrolada, y por lo general hace más daño a quien lo vive que a quien va dirigido. En ese estado no ves con claridad ni logras una comunicación efectiva, aunque parezca que te saliste con la tuya.

Todas las emociones son cambiantes y a veces impredecibles. Fluyen con mucha facilidad y no tiene sentido aferrarse a ellas. Solo con la respiración puedes controlar su efecto.

Por cierto, no es lo mismo emoción que sentimiento. El segundo es resultado de procesos mentales asociados a la experiencia emocional: no es lo que pasa o cómo reaccionas, sino tu particular modo de interpretarlo y posicionarte desde lo racional.

No puedes manejar tus emociones, pero siempre puedes transformar tus sentimientos. Y ojalá sea para mejor.

Escrito por: Milo

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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