Lecciones de civismo en el laboratorio de un ómnibus local

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La traída y llevada palabra SOLIDARIDAD, la que escribo toda en altas como solemos decir las correctoras, o en mayúsculas, porque va a modo de grito, necesita ser estudiada desde su semántica misma. Creo que ya no queda otra forma más imperativa de referirnos a ella, y de cómo escasean sus muestras en estos tiempos de crisis económicas, sanitarias y sociales.

Crisis generan crisis, suelen afirmar los filósofos y sociólogos, al tratar de dar una explicación a la pérdida de valores o virtudes que pulula hoy en nuestros barrios y calles, y yo me resisto a justificar y hasta acatar esta especie de desidia. Les cuento una anécdota:

Hace unos días, mientras me encaminaba a la emisora de Radio Ciudad del Mar, sobre las 7:00 de la mañana, abordé un ómnibus que cubría la ruta desde el reparto Pastorita hasta el Hospital (ni mandada por los dioses), al llegar a la parada que se ubica en Prado, entre Castillo y Santa Elena, el chofer anunció que la próxima sería frente al Tropisur, y entonces subieron varios trabajadores del Hospital, Pediátrico y PPU, ataviados con sus batas blancas, entre ellos una enfermera, a la que quise dar espacio, mientras le exigía a un pasajero que ocupara el asiento de “adentro”, para yo sentarme y permitirle el paso.

Este se negó y casi tuve que “correrlo” a la fuerza, con el codo y mi bolso, mientras le decía que debemos pensar en la colectividad, se pasó de asiento, sí, pero me fulminó con la mirada mientras me decía, que él piensa en sí mismo primero. La seño y yo intercambiamos miradas, mientras le sermoneaba al señor con aquello de que la Naturaleza nos creó con un cerebro superior para pensar y valorar nuestros actos.

¿Cuántas anécdotas como la que acabo de contar vivimos a diario? ¿Cuántas veces podemos salvarle el día a alguien y salvarnos nosotros, solo con mostrarnos solidarios?

Al buscar entre los significados de la palabra SOLIDARIDAD, encontré este, y les comparto para ilustrar:

“La solidaridad es el apoyo o la adhesión circunstancial a una causa o al interés de otros, por ejemplo, en situaciones difíciles. La palabra solidaridad es de origen latín y viene de solidus que significa solidario.

“Cuando dos o más personas se unen y colaboran mutuamente para conseguir un fin común, se habla de solidaridad. La solidaridad es compartir con otros tanto lo material como lo sentimental, es ofrecer ayuda a los demás y una colaboración mutua entre las personas”.

La filosofía de “lo mío primero” va impregnada de egoísmo, ese antivalor o falta de virtud que nos degrada como seres humanos, y me remito a la anécdota de marras, ¿qué pasaría si esa enfermera-pasajera, que se dirigía al Hospital, vestida de blanco y con su cofia impecable, seleccionara por simpatía a sus pacientes y desatendiera al resto?, por solo poner un ejemplo: el caos.

Y así puede suceder a cualquier nivel y estrato social, si continuamos permitiendo que personas egoístas y poco solidarias hagan uso del bien común en detrimento de sus iguales. Los valores se enseñan desde casa, ese lugar que es cuna y remanso, pero la escuela también aporta lo suyo, sobre todo en los círculos infantiles y la enseñanza primaria, y termino con una interrogante: ¿Qué ha sido de la asignatura de Cívica? ¿Continúa en el Plan de Estudios? Porque de lecciones de civismo está muy, pero muy necesitada la sociedad cubana contemporánea.

 

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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