Cuando el deber revolucionario se hizo dolor y silencio

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El asesinato de Frank País García el 30 de julio de 1957 en las calles de su natal Santiago de Cuba, fue un duro golpe para las fuerzas revolucionarias y en especial para la articulación de los planes conspirativos dentro de las fuerzas militares del tirano. Con la muerte de Frank quedaban truncados los vínculos del M-26-7 con los militares de la Marina, el Ejército, las Fuerzas Aéreas y la Policía Nacional de Santiago de Cuba involucrados en los planes de sublevación nacional contra la dictadura, que ahora quedaban centrados en la labor clandestina del dirigente fidelista Faustino Pérez, en la capital del país.

En Cienfuegos la huelga espontánea caracterizada por el cierre de establecimientos comerciales, junto con el estallido de una bomba y otras acciones revolucionarias desarrolladas por el Movimiento 26 de Julio después de la muerte del líder santiaguero, demostraron la disposición de continuar el combate contra la tiranía batistiana de los luchadores clandestinos cienfuegueros encabezados por su coordinador Pedro A. Aragonés Mayor (Totico) y el jefe de acción Pedro L. Olascoaga Vázquez, (Pullín). Para acallar a las enardecidas masas populares el comandante de la Policía Nacional Ruiz Beltrón, el también comandante de la Policía Marítima Luis Seijas, el capitán Manuel Urdanivia y el teniente Ignacio Rossell, de la Guardia Rural, desarrollaron una intensa campaña de represión.

En los días iniciales de agosto estaban detenidos en las mazmorras de la Estación de la Policía, ubicada en el edificio del Ayuntamiento Municipal, los revolucionarios Raúl Dorticós Jiménez, Tomás Muñiz, Luis García Prado, José Gregorio Martínez Medina (El Yakee), Luis Pérez Lozano, Bartolo Rivas Cedeño, Gustavo López, Jorge Mena, Francisco Escobar, José Cabrera Barrios, Pedro Llorca y Leocadio Villafaña. Pasados los días cayeron también en manos de los esbirros Pedro L. Olascoaga y otros destacados miembros de los grupos de acción y sabotaje, mientras el coordinador Aragonés Mayor escapaba milagrosamente de una redada en su casa del barrio Bonneval y pasaba a la total clandestinidad, estableciendo su escondite en casa del obrero eléctrico Alejandro Suárez.

Las torturas, maltratos y vejámenes a los miembros del M-26-7, no arrojaron los elementos necesarios para abrirle causa judicial a los revolucionarios en los Tribunales de Urgencia y mucho menos para obtener la información requerida usando la violencia extrema, en particular con el líder estudiantil Dorticós, el mensajero de farmacia Pérez Lozano, el estudiante Muñiz, el dependiente de comercio Martínez Medina y el carpetero del hotel Roma, García Prado, sobre los planes insurreccionales del Movimiento 26 de Julio en el territorio de la Perla del Sur. Muchos de estos revolucionarios habían estado acuartelados para participar en los intentos de alzamiento, coordinados con los marinos revolucionarios de Cayo Loco el 30 de noviembre de 1956, la Semana Santa de 1957 y el 27 de mayo de ese mismo año. Al igual que los detenidos en esta última fecha, conocidos como los “35 de Buenavista”, ninguno de esos cienfuegueros torturados quebró el silencio, ni pudo ser doblegado, y debido a su heroísmo las estructuras clandestinas del M-26-7 en Cienfuegos quedaron intactas.

A mediados de agosto de 1957 Aragonés y Olascoaga habían logrado reorganizar el M-26-7 cienfueguero, cuya directiva estaba integrada también por Osvaldo Dorticós Torrado y Carmen Lavandero. De gran importancia resultaría el hecho de restablecer los contactos con el jefe de Acción en Las Villas Julio Camacho Aguilera, quien defendía la línea de acción desarrollada por Frank País, siguiendo las doctrinas de Fidel, de impulsar la insurrección armada del pueblo en el ámbito urbano en función del fortalecimiento de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra. Nuevamente los revolucionarios de la región de Cienfuegos jugaban un rol importante en los planes del levantamiento nacional.

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Orlando García Martínez

Escritor, historiador y presidente de la filial cienfueguera de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

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