Camilo: fulgor de estío

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El décimo mes del año es pródigo en tributos, el 28 de octubre de 1959, tras cumplir una encomienda, cayó al mar Camilo Cienfuegos en la avioneta donde viajaba, tres años después de arribar a Cuba, durante la expedición del yate Granma, durante 1956.

Es preciso que siempre hablemos de los héroes, pero cada octubre crece el homenaje al Señor de la Vanguardia, en aulas, centros de trabajo y familias cubanas, porque no fueron en vano los sacrificios que terminaron su destino y hoy germina su ejemplo.

La muerte irreverente y mustia llegó esa vez sin cruz, ni sepultura. Su intrepidez fue el pasaporte a la gloria; a Camilo no le importaba el peligro, por eso en una tempestad cayó al mar como semilla.

En el esfuerzo restaurador de la ideas que defendió vive su renuevo continuo e inmortal. Hoy es brisa, piedra, sombra, existe en cada corriente de agua que recuerde el fluir de la vida, es primavera en el océano.

La historia escogió octubre para hacerlo eterno, por eso mañana, las flores en el regazo del mar refulgirán su efigie en Cuba toda, hasta en la cascada de El Nicho, en el corazón del Escambray, donde asistió al Primer Congreso Campesino en Armas.

Su sonrisa cabalgará en espumas cuando en un milagro, el aire amanezca perfumado y hienda el horizonte un tropel de corolas.

A los pétalos sembrados en oleajes, una vez más los iluminará la aurora, cual fulgor de estío, porque toda el agua del cielo y de la tierra no pudieron apagar los cien fuegos de su nombre.

Mañana, a partir de las 7 y 30 a.m., con inicio en Prado y San Fernando, acontecerá el tradicional desfile, en el cual niños, jóvenes y pueblo en general de Cienfuegos le rendiremos el habitual homenaje al querido líder revolucionario.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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