Breve panorama del son y su relación con Cienfuegos

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El 8 de mayo, día del nacimiento de Miguel Matamoros, fue escogido para celebrar el Día del Son Cubano, un género que ha traspasado las fronteras y caracteriza nuestra sonoridada nivel mundial. Cada región cuenta con su propia historia relacionada con el son. Es el caso de Cienfuegos, donde comienza a bailarse alrededor de 1918. Entre los datos que se han podido rescatar está el de un músico natural de Abreus, quien se trasladó a oriente en busca de trabajo. Allá aprendió el montuno del son y a su regreso, trajo esta nueva manera de tocar. Rápidamente se extendió, y en 1918, se bailó el son santiaguero en el Cienfuegos Yatch Club. Dos años después, se celebraron bailes en los que aparece el género en el Casino Español, de Abreus y en el Roof Garden del hotel San Carlos, en la Perla del Sur. Según consta, el 17 de diciembre de 1920, se bailó el son Me voy para Alemania, en el teatro Tomás Terry. Por esa época aparecen los primeros sextetos comoCienfuegos, Ron San Carlos y Santa Cecilia. Los septetos comienzan su época de esplendor hacia finales de la década del 20 y los conjuntos de sones aproximadamente en 1940.Ejemplo de ellos sonLos Naranjos, que han logrado su permanenciadefendiendo el son en tierra sureña.

El género no tardó en traspasar las fronteras y en la década del 30, llega a los Estados Unidos y algunos países de Europa. Quien lleva primeramente el son al gusto popular, lo propaga e introduce en importantes escenarios de Los Estados Unidos (1930) y posteriormente de París (1931) es el músico nacido en Cienfuegos Don Justo Azpiazu y su orquesta Habana Casino. Entre los integrantes de esta agrupación se encontraban Mario Bauzá, como clarinetista y saxofonista, Julio Cueva, trompetista, y el cantante Antonio Machín, a quien se le debe la popularización en la escena internacional del son-pregón El Manisero, compuesto por Moisés Simons, que se convertiría en su gran éxito.

Justo Ángel Azpiazu, o Don Azpiazu, como se le conoció en el ámbito artístico, nació en Cienfuegos, Las Villas, el 11 de febrero de 1893. La orquesta que dirigía debe su nombre al lugar donde actuabaen la década del 20: el Casino Nacional de La Habana. Debutó en Nueva York el 26 de abril de 1930, en el Palace Theatre de Broadway, a teatro lleno. Grabó en inglés sones y rumbas, entre otros géneros de la música popular cubana. Tuvo tanto éxito que le propusieron realizar una amplia gira por el país. En ese momento le acompañó, entre otros, el saxofonista Armando Romeu. Es la primera orquesta en presentarse en escenarios internacionales con un set de percusión cubana: maracas, güiros, bongós, congas y timbales. Azpiazu dirigió la orquesta que acompañó a Carlos Gardel en el filme Espérame. Realizó giras por Holanda, Bélgica, España, Italia y Austria. Continuó haciendo presentaciones en los Estados Unidos hasta que, en la década del 40, regresa definitivamente a Cuba y se retira de la vida artística. Se caracterizaba en escena por dirigir su agrupación con las singulares batutas de un par de claves.

Dos músicos sureños, de los cuales ya hemos hablado anteriormente, que triunfarían en el universo sonoro del son, Rafael Ortiz (Mañungo) y Marcelino Guerra (Rapindey), estarán estrechamente vinculados a los septetos, llegando a ser el primero, director del Septeto Nacional Ignacio Piñeiro, toda una institución en el desarrollo del son tradicional en nuestro país. Décadas después destacarían en esta agrupación otros cienfuegueros: los hermanos Ricardo y Francisco Endibó Oropesa. Dentro de la obra autoral de Mañungo sobresalen boleros sones como La vida es una semana, El final no llegará y Amor de loca juventud. De Rapindey, el muy conocido y versionado son Pare Cochero.

En este recorrido es indispensable mencionar a Benny Moré, un intérprete que hasta hoy consideramos como El Sonero Mayor. Distingue por su manera de interpretar el género, la cubanidad, selección de temas, orquestación y arreglos, a los que puso muy alto el nivel. Se desarrolló dentro del formato de la jazz band, lo que hizo que se ampliara en cuanto a posibilidades sonoras y alcanzara otra dimensión. Benny merece todo un capítulo dentro de la historia de la música cubana. Caló tan profundo, que sigue siendo un músico imprescindible y un referente cuando del son cubano se trata. De su autoría nos legó los sones montunos Cienfuegos, Santa Isabel de las Lajas, Qué bueno baila usted;Buena, bonita y barata. Compuso las guarachas-sones El conde negro, Mi saoco, Qué aguante y Se te cayó el tabaco. En afro son, Dolor Carabalí y El brujo de Trinidad.

Quedan muchos otros nombres por mencionar en este breve panorama, pero sin dudas, podemos afirmar que son varios los músicos, hijos de tierra sureña, que imprimieron su nombre en el géneroy también merecen ser reconocidos y recordados en las celebraciones por el Día del Son Cubano.

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

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