Antonia López Jiménez, el arte coral como pasión y escuela

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Antonia Victoria López Jiménez, conocida cariñosamente como “Ñiquita”, es ejemplo de la presencia y fortaleza de la mujer en la música sureña. La Maestra, ha desarrollado una extensa labor docente y profesional en la ciudad, que comenzó luego de graduarse de la Escuela Nacional de Arte (ENA), de la especialidad de Dirección Coral, en 1982. Continúa actualmente como profesora de coro dentro del sistema especializado de la enseñanza artística de Cienfuegos, dónde ha centrado su metodología en la primicia de utilizar la actividad coral como facilitadora para la formación de la respiración y la técnica vocal correcta de los estudiantes de música.

Simultáneamente a la pedagogía musical, Antonia López, trabajó con el Coro Cantores de Cienfuegos, donde permaneció desde 1984 a 1995, como directora de esta agrupación. A partir de ese momento se centró solamente en la docencia, donde alcanzó reconocimiento por su destacada labor. Con el coro Allegretto, participó en varios festivales internacionales y nacionales, entre ellos Voces del mañana, donde obtuvo en 1999 el Gran Premio. Allegretto estaba integrado por los niños más pequeños de la Escuela de Música de Cienfuegos. Entraba en la definición de cantoría y pertenecía al Coro Allegro Vivace, integrado por los estudiantes más grandes.

La pasión de Ñiquita por esta profesión comenzó siendo niña, inspirada por su maestra Luisa Acea. De esos primeros pasos en la música, nos cuenta: “Al hacer las pruebas con 7 años, elegí el piano porque era el instrumento que más me llamaba la atención. En la casa había uno y tocaba mi abuelo, mi mamá y mi tía. Pero desde que comencé mis clases de coro con Luisa Acea, me atrapó la manera cómo se paraba delante de nosotros a cantarnos y a indicarnos la posición de la boca para cada vocal. Ella se dio cuenta de la atención con que yo la miraba. Un día comenzó a dirigir y me vio moviendo las manos. Me llamó a parte, me preguntó si me gustaría aprender a hacerlo y comenzó a enseñarme.

“Cuando aquello no había cátedra de dirección coral, ni se estudiaba la asignatura como ahora. Mi maestra pudo ver la chispa que había en mis ojos y me fue enseñando cómo se marcaba cada compás y así llegué a dirigir todos los días el Himno Nacional antes de comenzar las clases y el coro infantil de la escuela, con el que fuimos a diferentes eventos en La Habana. Tengo guardada una foto en el Teatro Tomás Terry, de una actividad que hicimos allí.

“Luisa Acea nos montaba de todo, yo me sentía realizada. Ella hacía representaciones de canciones con escena, en los coros infantiles de la escuela. Por ejemplo, actuábamos como si fuéramos campesinos, con el vestuario y las casitas con unas cerquitas. Sacaba su guitarra y empezábamos a cantar punto cubano, aquello era una maravilla. Gracias a Luisa me enamoré de la dirección coral.

“El Maestro Andrés Arriaza me cautivó también a través de su trabajo. Estaba al frente del coro profesional y fue mi profesor en la escuela. Yo iba a todas las presentaciones que hacía y a los ensayos, en aquel momento en la biblioteca. Me encantaba, me impactaba tanto oír esas voces como se fusionaban y cómo el director daba las entradas. Necesitabas tener buen oído y percepción de todo. Iba a sus ensayos para aprender.

“Con el Coro Nacional de Pioneros, integrado por los estudiantes de la parte occidental y central del país, inauguramos los campamentos de Tarará, el Ismaelillo y todos los que se fueron haciendo en esos años. El coro lo dirigía Lenin Hernández, un mulato alto, esposo de Ala Taran, profesora de Violín, excelente pedagoga. Era una maravilla poder ir a todos esos eventos y festivales en La Habana. Desde que nos montábamos en aquella guagua, sabíamos que íbamos a ser felices.

“Me impactó tanto, que cuando llegó mi 9no grado, e hice mis pruebas por piano para la ENA, la maestra húngara Agnes Kralovsky, me vio en el pasillo dirigiendo y me preguntó si a mí me gustaba la dirección coral. Le respondí que sí, pero con temor, recuerdo que era una mujer muy alta, con unos brazos largos y unos espejuelos redondos. Me llevó a hacer las pruebas. Yo no tenía pensado hacerlas por dirección, pero ahí estaban todos los conocimientos que me había dado Luisa Acea. Eso fue en febrero, tuve que esperar hasta julio de ese año, 78, para enterarme a través de un telegrama que había aprobado la Asignatura de Dirección Coral, para el Nivel Medio y me puse muy contenta.

“Entré a la ENA con la Maestra Agnes, pero desgraciadamente me dio clases el primer año nada más, porque su mamá se enfermó y tuvo que irse de Cuba. Seguí con Alina Orraca, la directora de Schola Catorum Coralina y terminé con Ana Lourdes Martínez, que es la profesora que me graduó. Después regresé para Cienfuegos, comencé en la escuela y a dirigir Cantores por 11 años. Ahora tengo Canticus Novus, continúo en esa misión, que va a ser hasta que tenga fuerzas”.

La Maestra Antonia forma en el año 2003 el Coro de Cámara Canticus Novus, que dirige hasta la actualidad. Con esta agrupación se ha presentado en prestigiosos certámenes corales. Actualmente Ñiquita continúa realizando actividades simultaneas como profesora de Coro en la Escuela de Arte Benny Moré, donde imparte también la asignatura de Dirección Coral. Mantiene esa pasión que trasmite a sus estudiantes y a su público.

En sus palabras: “Los directores de coros nos enfrentamos constantemente con muchas trabas y estamos siempre buscando cantores, cada vez que entra uno nuevo, comienzas todo el ciclo. A eso nos dedicamos, a formar siempre, el coro es una escuela”. Durante la entrevista le pregunté sobre qué consejos les daría ella a los jóvenes que empiezan a estudiar la carrera de dirección coral y a los cantores. Al respecto me contestó:

“La dirección coral es una carrera hermosa, bella. Yo les digo que es muy completa, porque deben tener conocimientos de dirección coral; de piano, poderlo tocar y cantar las voces; pero también es necesario dominar la apreciación musical e historia de la música. Además, el deseo con el que trabaja un director de coro y la necesidad de darse cuenta donde está cada problema y cómo solucionarlo. Eso tienen que ir descubriéndolo poquito a poco a través de la carrera.

“Cuando empecé a escuchar cómo sonaban los coros, a ver lo que hacía el director frente a la agrupación, la manera en que manejaba las voces ycómo era capaz de unir, de aglutinar y de lograr ese empastepara que sonara una melodía con acompañamiento, con ritmo, definitivamente me fue cautivando. Yo le digo a los niños que ese amor va naciendo por dentro y cuando ya prende, la carrera créeme que es maravillosa y no se quieren separar de ella.

“A los cantores les recomiendo cuidarse, es importanteque por favor no fumen; tratar de no tener malas noches; que mantengan una voz lo más clara, lo más dúctil posible para que al director le sea más fácil trabajar, porque a veces te llegan voces con vicios, veladas, que tienen miles de problemas y no puedes sacarles un buen provecho. Para poder cantar en un coro se necesita además gusto por la música coral. Hay a quien le gusta cantar, pero como solista y no tiene quizás desarrollado el oído para llevar en el coro su voz junto a las sopranos, mezzosopranos, contraltos, tenores, barítonos, bajos; que van llevando cada uno sus melodías correspondientes.Es necesario tener adiestrado el oído para cantar y ser capaces de escuchar lo que hay alrededor tuyo, sin irte para otra voz. Eso se logra poco a poco en el ensayo, en el estudio de todos los días y en hacerlo de manera correcta.

“Un coro es una cosa maravillosa, porque aparte de ser una escuela, se vuelve una familia, el problema de uno es de todos. El director da y ellos te dan a ti lo que eres capaz musicalmente de pedirles. Los guías con tus ojos, con tus manos, con esas posibilidades técnicas que tiene el maestro para con las manos, su voz y su expresión, hablar y explicar lo que desea. Ellos son capaces de mirar hacia ti y hacer público lo que quieres lograr. Eso es importante”.

La mejor manera de definir a la Maestra Antonia Victoria López Jiménez (Ñiquita) es pasión, una vida dedicada a la enseñanza del arte coral y a su desarrollo en Cienfuegos. Sin dudas, de esos pedagogos y artistas que marcan pautas en el devenir cultural de una ciudad. La Maestra ha formado a muchos de los actuales cantores sureños y sigue abriendo las puertas de Canticus Novus para aquellos a los que les apasiona el arte de narrar emociones y hacer buena música a través de la voz.

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

Un Comentario en “Antonia López Jiménez, el arte coral como pasión y escuela

  • el 29 febrero, 2024 a las 2:21 am
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    Excelente profesional y baluarte de la Dirección Coral en nuestra provincia, procede de una familia de excelentes músicos que han puesto en alto nuestra Perla.

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