Abreus en 26: “El campo no perdona, pero te hace feliz”
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Aquí, en esta tierra colorá, he echado raíces como el maíz que siembro”, relata Virgen Vera Reyes, mientras sus manos, curtidas por el sol y el trabajo, acarician una mazorca recién cosechada.
Esta mujer santiaguera, que llegó a las tierras de Horquita, en Abreus, hace 24 años como parte del Contingente Agropecuario, hoy foma parte del esfuerzo que convirtió a este municipio cienfueguero en sede de las celebraciones por el 26 de Julio.
De Songo-La Maya a Abreus
Virgen no lo dice, pero se le nota en la voz, para ella, que Abreus fuera elegido para conmemorar el aniversario 72 de los asaltos a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes no es casualidad. “Aquí se trabaja duro y con unidad, como en mi Santiago”, afirma.
Llegó en 1999, cuando el Programa Alimentario necesitaba manos en el campo, y se quedó para siempre. Hoy, a sus 56 años, dirige un colectivo laboral de cuatro hombres en la Granja No. 4 de San Rafael, donde el maíz, las calabazas y las papas son testigos de la tenacidad de una fémina.
“El campo no perdona, pero te hace feliz”
¿Y por qué no se fue a la ciudad?, preguntamos. Ella ríe, señalando las pilas de mazorcas a su alrededor “¿Para qué? Aquí soy feliz. Estos siete mil maíces que ves ya cosechados, los otros 49 mil que salieron antes, y los que faltan… eso no lo da una oficina”.
Virgen habla con orgullo de su doble cosecha de calabazas y de cómo distribuye sus productos a precios módicos en los asentamientos cercanos a su hogar. “El campo es duro, pero si lo quieres, te recompensa”, agrega.
Su familia la ayuda en los quehaceres de la casa y la siembra, pero ella sigue al frente, a pesar de una pierna que ya no responde como antes.” Estoy media chivá, pero aquí mando yo”, bromea.
Para Virgen, que las actividades por el 26 de Julio se hayan realizado en su municipio no deriva un simple reconocimiento.”Es como si la Revolución mirara hacia acá y dijera ‘Aquí también se lucha’”. Ella, que dejó el oriente para servir a un país entero, lo sabe mejor que nadie.
Mientras se despide de nosotros, rodeada de mazorcas bajo la sombra de su arboleda en el medio del campo, su mirada se pierde entre los surcos.
“Volvería a hacerlo todo igual”, dice. Y en sus palabras queda claro que en Abreus, además de convertirse en sede de una conmemoración, también posee historias como la de Virgen, que sostienen a Cuba desde el anonimato de la tierra.
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