Locutores cubanos: voces que tejen la patria
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Cuando la noche cubre aún el paisaje insular, una sinfonía de voces comienza a despertar la isla. Son los locutores, esos artesanos de la palabra que, desde estudios diseminados por toda la geografía nacional, inician su diálogo cotidiano con el pueblo. Este primero de diciembre, Cuba celebra su Día, fecha instituida en 1954 en homenaje al Segundo Congreso Interamericano de Locutores celebrado en La Habana, pero que hoy representa mucho más: el reconocimiento a quienes han convertido su voz en el hilo conductor de nuestra identidad sonora.
La verdadera esencia de estos profesionales trasciende la mera transmisión de contenidos. El dominio técnico que demuestran -respiración diafragmática, articulación precisa, modulación consciente- se complementa con una aguda comprensión de las dinámicas sociales.
Son al mismo tiempo periodistas rigurosos en los espacios informativos, curadores musicales en la programación cultural, narradores apasionados en las transmisiones deportivas y conductores cercanos en los magazines. Esta versatilidad les ha permitido mantener su relevancia frente a los cambios tecnológicos y las limitaciones materiales.
En el panorama contemporáneo, los locutores cubanos enfrentan el desafío de la digitalización con ese equilibrio sabio entre tradición e innovación. Muchos han emprendido procesos de adaptación que incluyen la producción para plataformas digitales y el manejo de nuevas narrativas sonoras, sin renunciar por ello a los fundamentos éticos y técnicos que han distinguido históricamente su labor. Preservan así ese carácter artesanal que transforma el simple acto de hablar en un ejercicio de construcción comunitaria.
Al conmemorarse este nuevo aniversario, resulta imprescindible destacar cómo estos creadores sonoros encarnan la pervivencia de un modelo comunicativo donde la calidez humana y el compromiso social se mantienen como valores centrales. Sus voces constituyen archivos vivientes de la memoria afectiva de la nación, testimonio sonoro de épocas y transformaciones.
Cuando la jornada concluye y algunas emisoras apagan sus transmisiones mientras otras continúan su vigilia, queda la certeza de que al nuevo día las voces volverán a poblar el éter. Porque en Cuba, la palabra hablada bien empleada conserva intacto su poder de conmover, convocar y conectar. Estos locutores, tejedores incansables de la patria sonora, nos recuerdan que en la era de la imagen, todavía hay magia en ese encuentro íntimo entre quien habla y quien escucha, construyendo juntos, onda a onda, el gran diálogo de la nación.

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