El Canon: la clave oculta de las telecomunicaciones globales

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¿Alguna vez has pensado que cada vez que enciendes tu móvil existe un “alquiler invisible” que hace posible tu conexión? Este costo, asumido por las operadoras y conocido como “Canon”, es un mecanismo clave que permite a los países miembros de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) gestionar recursos escasos como el espectro radioeléctrico y las órbitas satelitales.

En la práctica, el canon garantiza financiamiento sostenible para la UIT y los reguladores nacionales, promoviendo la conectividad global; regula el uso eficiente del espectro, minimizando interferencias y maximizando la capacidad de comunicación; facilita el acceso universal, especialmente en regiones en desarrollo, fomentando competencia y acceso viable a tecnológica; y asegura transparencia mediante revisiones periódicas de tarifas acordes al mercado.

Sin este sistema, el espectro sería un “territorio sin ley”, dominado por los más poderosos, mientras que con el “Canon” se busca equilibrio, equidad y sostenibilidad en un recurso finito pero esencial. Así que, la próxima vez que uses tu teléfono, reflexiona: ¿qué pasaría si el espectro no tuviera reglas, valor ni protección para beneficio de todos?

En el entramado global de las telecomunicaciones, el Canon ese pequeño porcentaje que se paga por el uso de tecnologías patentadas opera como un mecanismo silencioso pero determinante. Mientras en los países desarrollados este concepto pasa casi desapercibido, en economías emergentes como Cuba, donde la conectividad y el acceso a infraestructura tecnológica son limitados, el peso de estos pagos puede convertirse en una barrera adicional para el desarrollo digital.

Un Impuesto Invisible en la Era Digital. / Imagen creada por el autor con IA
Un Impuesto Invisible en la Era Digital. / Imagen creada por el autor con IA 
El Canon: Un Impuesto Invisible en la Era Digital

El canon, aplicado a dispositivos, software y servicios de telecomunicaciones, funciona como un tributo indirecto que las empresas y, en última instancia, los consumidores deben asumir por el uso de patentes registradas desde estándares de telefonía móvil (como 4G o 5G) hasta formatos de compresión de audio y video (MP3, H.264, etc.). Estas regalías, gestionadas por consorcios internacionales o empresas tecnológicas, son clave para sostener la innovación, pero también concentran el poder en manos de unos pocos actores globales, dificultando la autonomía de los países con menos recursos.

El caso de Cuba: dependencia tecnológica y desafíos

En Cuba, donde las sanciones económicas y el bloqueo estadounidense ya limitan el acceso a tecnología de última generación, el canon se convierte en un lastre adicional. El país depende de proveedores extranjeros para equipos de telecomunicaciones, y cada pago por patentes incrementa los costos de una infraestructura obsoleta en muchos casos. A esto se suma que Cuba no forma parte de los principales organismos internacionales de estandarización, lo que la excluye de decisiones clave y la obliga a aceptar condiciones impuestas por terceros.

Aunque el gobierno ha promovido alternativas como el Navegación Nacional (red interna controlada) y el desarrollo de software propio para reducir dependencias, la realidad es que tecnologías esenciales desde antenas hasta protocolos de internet siguen sujetas a regalías. Esto no solo encarece servicios básicos como el acceso a internet, sino que frena proyectos de soberanía tecnológica, un objetivo declarado en medio de la digitalización forzada por la pandemia.

El Canon: ¿solución local o reforma global?

Para economías emergentes, el desafío está en equilibrar el pago de estos cánones con estrategias de innovación autóctona y alianzas Sur-Sur que permitan saltar barreras. Cuba, por ejemplo, podría explorar acuerdos con países como China o Rusia menos vinculados al sistema de patentes occidental o impulsar estándares abiertos en tecnologías críticas. Sin embargo, sin un cambio en las reglas globales que redistribuyan más equitativamente los beneficios del conocimiento, el canon seguirá siendo un impuesto asimétrico que profundiza la brecha digital.

En un mundo donde la conectividad es sinónimo de progreso, el canon revela una paradoja: mientras financia la innovación, también perpetúa la dependencia. Para Cuba y otras naciones en desarrollo, la clave estará en transformar esta “clave oculta” de las telecomunicaciones en una oportunidad para renegociar su lugar en el ecosistema digital.

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Pablo Morales Concepción

Ingeniero Radioelectrónico. Director Territorial de Control del Ministerio de las Comunicaciones en Cienfuegos.

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