La inteligencia artificial, vía inexorable para el desarrollo
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Cienfuegos puede convertirse en un territorio donde la inteligencia artificial no sea un sueño tecnológico sino el motor que mueva con mayor sinergia las soluciones a problemas que hoy limitan del desarrollo. La clave está en traducir la estrategia en acciones concretas alineadas con la Política de Transformación Digital, con su Agenda Digital hasta el 2030 y la Estrategia de Inteligencia Artificial nacional, evitando que el discurso se quede en retórica y las buenas intenciones guardadas en carpetas y archivos.
La primera barrera que se debe saltar es la que separa la urgencia de la planificación. Es realidad que la provincia arrastra problemas estructurales que ya no admiten soluciones parciales: la sequía recurrente afecta a más del 60 % de los sistemas de riego, la industria azucarera y petroquímica funciona con tecnologías de los años 80 y cada año se gradúan en la Universidad de Cienfuegos cerca de mil jóvenes que terminan alejándose de la profesión porque no encuentran espacios atractivos donde aplicar sus conocimientos.

La inteligencia artificial puede ser el puente que una estos tres dramas aparentemente inconexos si se entiende que no basta con instalar sensores en las redes hidráulicas o probar un algoritmo de predicción de cosechas. Lo decisivo es construir un ecosistema donde los datos generados por esos sensores se alimenten de la experiencia de profesionales experimentados y del talento fresco de los universitarios, y donde los resultados se traduzcan en decisiones tomadas a tiempo.
El Escenario Apuesta propuesto pudiera apuntar hacia un Cienfuegos que en 2030 haya reducido en un 40 % sus pérdidas de agua gracias a sistemas de monitoreo inteligente y que aproveche los derivados del petróleo para el surgimiento por ejemplo de un polo de producciones de alto valor añadido.
Para que ese guion deje de ser ciencia ficción local hay que traducirlo en variables concretas: cuántos litros de agua se ahorran cada día, cuántas toneladas de azúcar adicionales se producen, cuántos egresados deciden incorporarse a proyectos de desarrollo, fundar o incorporarse a empresas estatales o emergentes que respondan a intereses productivos o sociales en lugar de alejarse de su profesión.
Las directrices de la Agenda Digital 2030 ofrecen aquí un marco útil al exigir que cada proyecto tecnológico incluya indicadores de impacto social y ambiental, pero falta aún la disciplina de medir sin reservas lo que funciona y lo que no.
La Política de Transformación Digital establece que se avanzará por fases, comenzando por las soluciones que menos infraestructura exijan y que más problemas cotidianos resuelvan. Cienfuegos tiene aquí una ventana de oportunidad. No necesita empezar por centros de datos gigantescos; puede arrancar con la red de fibra óptica que ya une la infraestructura industrial, las aplicaciones de IoT, Big data y la IA para impulsar la industria 4.0.

Una primera línea de acción podría ser la creación de un observatorio hídrico provincial alimentado por datos geoespaciales y sensores comunitarios que alerte con anticipación sobre posibles daños en las redes hidráulicas principales o sobre picos de consumo que pongan en riesgo el abastecimiento. Eso es posible y solo requiere voluntad, algo de capacitación y la aceptación de que la participación vecinal es tan valiosa como la precisión del algoritmo.
En paralelo, la industria puede empezar a desempolvar sus activos con programas de mantenimiento predictivo: sensores colocados en infraestructuras que envíen señales a un equipo de profesionales que pudieran estar dirigidos desde la universidad y proporcionaran datos valiosos para la toma de decisiones.
La inteligencia artificial puede transformar y desarrollar los procesos de prestación de servicios públicos y comerciales al automatizar tareas repetitivas, anticipar la demanda y personalizar la atención en tiempo real, reduciendo drásticamente los tiempos de espera y la burocracia; en entornos públicos, modelos predictivos analizan grandes volúmenes de datos para asignar recursos sanitarios, educativos o de transporte de forma proactiva, mientras que asistentes virtuales ofrecen respuestas ciudadanas las 24 horas del día y plataformas digitales agilizan trámites como licencias o subsidios evitando colas y papeleos; en el ámbito comercial, mejora la cadena de suministro para evitar desabastecimiento y habilita servicios autónomos —desde atención bancaria hasta entrega de última milla— que incrementan la satisfacción del cliente y reducen costos operativos, generando un círculo virtuoso de eficiencia, transparencia e inclusión para toda la población.
La Estrategia de Inteligencia Artificial reconoce que el talento existe y que el reto es retenerlo; propone incentivos fiscales para las empresas estatales que incorporen equipos mixtos de profesionales y estudiantes, pero hasta ahora es una deuda en nuestra provincia. Cienfuegos puede exigir su propio experimento y demostrar que la clave no está en subvencionar sino en dar autonomía real: que los grupos que optimizan procesos esenciales de producción pueda decidir sin trámites burocráticas qué sensor comprar o qué proveedor nacional contratar.
Otro elemento, y tal vez el más delicado, es la articulación entre lo local y lo nacional. Los documentos oficiales hablan de soberanía tecnológica y de desarrollo endógeno, pero también de integración en plataformas regionales y de cooperación Sur-Sur. Cienfuegos tiene en su puerto y en su historia petroquímica una plataforma natural para proyectos internacionales de inteligencia artificial aplicada a la energía y al transporte marítimo. La clave está en no repetir el esquema viejo de esperar que llegue la inversión extranjera con todo resuelto, sino en ofrecer datos históricos de consumo energético, cartografías de arrecifes y patrones de tráfico portuario que ya existen pero que están desperdigados en archivos de empresas estatales que no coordinan entre sí.
Un acuerdo con universidades caribeñas para compartir modelos de predicción de huracanes podría ser el primer paso para que Cienfuegos se convierta en un nodo de datos climáticos de la región, algo que encaja perfectamente con metas de la Agenda Digital 2030 que busca reducir a la mitad el número de comunidades no conectadas a sistemas de alerta temprana. El riesgo, y aquí el diagnóstico realizado en el proceso de elaboración de la Estrategia de Desarrollo Territorial (EDT) es totalmente objetivo, es caer en el espejismo de los megaproyectos que terminan como elefantes blancos. Por eso la Estrategia de Inteligencia Artificial insiste en la evaluación continua y en la cultura de experimentación rápida: prueba, mide, ajusta, escala o cierra. Cienfuegos puede demostrar que es posible hacerlo si acepta que el primer prototipo de predicción de cosechas puede fallar en un 30 % y que eso no es fracaso sino aprendizaje pagado con datos reales.

En el fondo, el desafío es político antes que tecnológico. La transformación digital requiere gobiernos locales que se atrevan a compartir el poder de decisión con universidades, empresas y ciudadanos. Nuestra provincia tiene la ventaja de ser pequeña donde la palabra de un Presidente de Asamblea del Poder Popular puede llegar a un rector en menos de 24 horas. Esa cercanía puede ser el activo decisivo para crear un consejo provincial de inteligencia artificial integrado por representantes del gobierno, las Universidades, las empresas y organismos con más incidencia. Su tarea más inmediata no sería redactar planes sino validar datos, por ejemplo: abrir los archivos de consumo de agua de la empresa de acueducto, digitalizar los registros de fallas de las plantas industriales, de monitoreo de cosechas y publicar en formato abierto los mapas de riesgo costero.
Solo cuando la información deje de ser patrimonio de unos pocos podrán los algoritmos empezar a generar recomendaciones útiles. Es oportuno advertir que la desconfianza entre instituciones es hoy mayor que la falta de recursos; la única vacuna es la transparencia. Si en el primer semestre de 2026 se logra que algunas empresas estatales compartan sus datos de mantenimiento y que cooperativas agrícolas permitan instalar sensores en sus terrenos cultivables, habremos dado un salto cualitativo mayor que cualquier inversión millonaria en equipamiento.
La meta final no es que Cienfuegos sea la provincia más digital de Cuba, sino un territorio donde la inteligencia artificial sirva para que el abastecimiento de agua sea sin interrupciones, que un joven recién graduado pueda concretar su futuro y que la industria cienfueguera deje de ser un símbolo del pasado para convertirse en sector de soluciones.
Los documentos están escritos, los diagnósticos son claros y las herramientas están al alcance. Ahora solo falta la decisión de empezar por lo pequeño, medir sin miedo y escuchar sin prejuicios. Si eso ocurre, en 2030 Cienfuegos no solo habrá cumplido la Agenda Digital sino que habrá logrado una nueva forma de desarrollo local donde la tecnología no es un fin sino un medio para la solución de problemáticas acumuladas.
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