Fidel sigue siendo Fidel, vigencia y tributo
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En coautoría con la Lic. Katia Escandel Durán y la Lic Malena Iglesias Gutiérrez
Los líderes políticos que encabezan las luchas por la emancipación y la liberación nacional enriquecen la realidad de sus países. Por ello, estudiar el legado de quienes han guiado a su pueblo constituye una necesidad en la contemporaneidad, dado su valor en el nuevo contexto de la lucha revolucionaria.
En un mundo azotado por graves problemas globales —como el dominio del gran capital imperialista, potenciado por el avance científico-técnico y el desarrollo de la informática y las comunicaciones, donde prevalecen la corrupción, el fraude y la demagogia—, las figuras que se desenvuelven en estas complejas condiciones requieren buscar alternativas para salvar el planeta.
Como figura que luchó incansablemente por salvar a la humanidad —tanto en la resistencia contra la tiranía batistiana como en su trayectoria política posterior a la Revolución—, Fidel Castro destacó por combinar conocimientos y práctica, uno de sus méritos más relevantes.
A lo largo de su trayectoria, forjó su concepto de lucha a partir de ideas surgidas de su propio pensamiento, transformándolas en un principio que defendió con convicción.
De ahí que el estudio de su pensamiento requiera reconocer su síntesis entre el legado martiano y la teoría marxista-leninista, elementos fundamentales que configuraron su singular concepción de lucha.
Si se tiene en cuenta la época en que se desarrolla, en su teoría encuentra un método de investigación necesario para enriquecer su pensamiento: la brújula para su desempeño tanto en la lucha de liberación nacional, como en el ejercicio de la dirección de un pueblo que lo admira y lo quiere aún después de su muerte.
Estos elementos constituyen las bases para la unidad popular y la estrategia de construcción de la nueva sociedad, lograda mediante la valoración del ser humano como ente social transformador de su realidad, donde ejerce el poder soberano.
El triunfo de la Revolución Cubana el 1ro. de enero de 1959 despertó en América Latina un verdadero entusiasmo, erigiéndose en faro para los pueblos de la región. En esta victoria, el pensamiento de Fidel Castro desempeñó un papel protagónico, destacándose no solo por su liderazgo, sino también por su singular capacidad para conectar con el pueblo y guiarlo con consecuencia histórica.
Las raíces del pensamiento de Fidel -en cuanto a las necesidades de llevar adelante la lucha por la liberación nacional- se hallan desde su propia niñez, donde ya manifestaba un espíritu rebelde e impetuoso ante las injusticias que observaba en las calamidades sociales.
Al consolidar su ideario, desarrolló concepciones fundamentales mediante la reflexión sobre sus experiencias prácticas y la aplicación coherente del legado revolucionario de Marx, Engels y Lenin. De este análisis comprendió la necesidad histórica de la lucha para alcanzar los objetivos revolucionarios.
Fidel Castro, siguiendo a los clásicos marxistas, consideró imprescindible desplegar la lucha política contra la tiranía en todas las circunstancias, por complejas que fueran. Como él mismo expresó: “Creo que la lucha me ayudó a madurar políticamente”, destacando que los ideales políticos constituyen la base fundamental para dirigir una sociedad.
En su pensamiento, el pueblo solo se convierte en fuerza invencible mediante la unidad ideológica sustentada en principios. Esto exige articular organizaciones que cohesionen a los trabajadores en el ejército proletario, integrando todas las estructuras políticas al sistema cubano.
En 1958 antes del triunfo de la Revolución plantea:
“Cuando termine la lucha armada vendrá entonces una lucha más heroica más anónima y más abnegada que la campaña militar, no será una lucha de soldados sino de maestros, de médicos, de periodistas de ingenieros de honrados y activos abanderados de la civilidad, la cultura y el progreso”.
Para Fidel, la consolidación social requería protagonismo colectivo en las transformaciones, con metas claras:
“Hasta que cada familia y cada ciudadano tenga al alcance de sus manos lo que ayer fue privilegio de unos pocos, hasta que cada familia pueda mandar a un hijo a un centro de enseñanza verdaderamente bueno, hasta que cada familia pueda llevar a su ser querido a un hospital que sea verdaderamente bueno, hasta que pueda ir a aquellos sitios del recreo que sean verdaderamente buenos y que pueda disfrutar de todas aquellas cosas que antes era solo para los poderosos”.
Fidel hace de la comunicación un medio para la defensa de los ideales populares, para la construcción de la lucha necesaria en el progreso de construir una nueva sociedad. No hay nada más poderoso que una idea justa, no hay nada más poderoso que un pueblo luchando por su casa, por su patria, por su tierra, por sus ideas. Una batalla más difícil ha sido necesario librar y habrá que seguir librando contra el poderosísimo imperio, es la lucha ideológica que incesantemente ha tenido lugar, a través de nuestra historia.
En resumen, el origen del pensamiento de Fidel -nutrido por Martí, los próceres cubanos y el marxismo revolucionario- constituye el camino que conduce a la victoria definitiva aún en las condiciones difíciles en que vive la sociedad cubana. Hoy el pueblo sigue siendo el protagonista principal, profundizar en sus criterios en la comunicación social que debe brindarse es lo que determina los designios de la construcción del Socialismo a que se aspira.
Todo ello nos permite reiterar el título del presente trabajó:
¡Fidel es Fidel: Vigencia y tributo!
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