Después no, ¡ahora!
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Las expresiones “después”, “otro día”, “más adelante”, “luego”, “en un rato” o “deja ver” corresponden a personas propensas a la costumbre de posponer. Es de lamentar que un gran porcentaje de los fracasos en la vida, se debe a eso.
Por ningún motivo me abrazo al extremo contrario de vivir en un perenne arrebato por hacerlo todo enseguida, hasta casi de modo irreflexivo. Alerto acerca de lo saludable que es hacer lo que se debe cuando corresponda y si es lo antes posible, mejor.
En muchos casos es un mal hábito heredado de los padres; a pesar de su desmedido amor, mamá y papá también pueden caer en los tentáculos de esa dañina tendencia, sobre todo cuando intentan “quitarse de encima” alguna que otra impertinencia del hijo o la hija. En tales casos, prefieren el trillado “sí para que te calles”, en lugar de explicar los motivos que impulsan a negar algo en determinada circunstancia.
Conozco anécdotas que ejemplifican el mal resultado de posponer lo que se debe; sea en cuestiones de estudio, trabajo, viaje, proyecto o hasta en las diversiones. En ocasiones, cuando decidimos emprender lo dejado para otro momento, es demasiado tarde.
Ese mal tiene un nombre y es procrastinación. Desde el punto de vista etimológico proviene del latín; es una palabra compuesta por los términos pro, cuyo significado es adelante, y crastinus, relacionado con posponer o postergar para el mañana. Quienes se dejan vencer, dejan a un lado el deber y poner en su lugar lo placentero.
De él pocos se libran sin importar edad, sexo u ocupación. Hacerlo pudiera deberse a distintas causas; desde la escasa voluntad, hasta el miedo a fracasar, los estados ansioso-depresivos, mala organización personal e incluso un afán por hacerlo todo tan perfecto, que emprenderlo se queda en el tintero, en la dimensión de lo soñado, y punto.
Casi siempre se establece un debate brutal entre “lo que debo” y “lo que quiero” hacer. Una dosis de carácter débil, aunque pequeña, inclina la balanza hacia lo segundo. Eso conduce a procrastinar, postergar, posponer.
Luego, cuando se gastó la energía mental en lo relajante, se siente un estado de agotamiento.
Es obvio que después de realizar algo placentero, aparezca un estado de relajación parecido a la apatía ante otras cosas que son importantes o necesarias. Es cuando el individuo siente que le invade el caos.
La lista de lo pendiente se hace más larga cada vez; llega el momento en que no se sabe por dónde comenzar. Semejante atiborramiento está acompañado por la incertidumbre y la duda. Su denominador común lo encabezan la frustración y la derrota, se percibe haber caído en una telaraña de la cual es imposible escapar.
Si procrastinamos compromisos relacionados con otras personas, puede que perdamos la confianza que depositaron en nosotros.
Hasta aquí el problema, que de nada valdría mencionarlo si no sugerimos alguna solución.
Como nada tengo de gurú y, mucho menos de consultor psicológico, lo que les compartiré parte de mi experiencia personal. Al igual que cualquier ser humano he tenido – ¡y tengo en ocasiones! – la tendencia a procrastinar. Convencidos de sus consecuencias tan dañinas, lo mejor es buscar alternativas para vencer ese mal hábito de la mejor manera. Aquí voy…
¿Saben qué hago? ¡Me trazo metas agradables! Ante la necesidad de afrontar una obligación, doy rienda suelta a mi mente para cifrarme… un premio tan pronto la concluya. Me pongo como meta algo que me agrade hacer o tener tan pronto termine mis deberes.
Importante: Que esa meta esté dentro del umbral de nuestras posibilidades. Hay que cuidarse de aspiraciones que estén más allá de nuestro alcance porque de hacerlo así, caemos en la frustración, ya que nos vendremos con eso de “total, ¿para qué?, si no puedo esto otro…”
Extiendo una invitación para cifrarse metas con su imaginación, sean materiales o afectivas, como premio o compensación. Hagan esto o no, siempre que cumplan con algún pendiente van a sentir alivio.
Que la respuesta sea siempre: “Después no, ¡ahora!”.
Procrastinar nos coloca en el dilema de qué hacer primero, si lo que se debe o lo que se quiere. Lo mejor es que en esa puja triunfe lo primero. Al sacar de la conciencia el fardo de lo aplazado, será más placentero hacer lo que gusta.
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Saludos desde Guadalajara, Alfonso. Que todo vaya bien contigo y con tu familia.