La Nana, una obra que envuelve en la ternura

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 48 segundos

La Sala Guiñol del prado propuso este fin de semana la puesta La Nana, pieza dirigida por Darían Álvarez y basada en una adaptación del cuento de igual nombre, de la autoría del ya desaparecido escritor y director teatral Raúl Guerra.

La historia se centra en el tratamiento que una madre hace para condicionar la llegada de su segundo hijo y como apertrecha a su hijo mayor de sentimientos y emociones para recibirlo.

El protagonista es un niño pequeñito, que en sus primeros años de vida construye una relación afectiva con su madre y en su condición de hijo único disfruta de todo su tiempo y atención. La llegada de un hermano rompe la armonía y pone al pequeño en un dilema de entendimiento que lo supera, pero su madre maneja, con astucia, delicadeza y dulzura, la situación, imponiéndose el amor como conector de los personajes.

La pieza se defiende desde pequeños muñecos animados, diseñados para trabajar sobre una mesa la cual sirve de espacio escénico, de escenografía y facilita los cambios precisos de locación. Esta técnica de muñecos de mesa le permite a la actriz, Annie Álvarez, desdoblarse de manipuladora de los títeres y pasar a ser la madre de Caspi, el pequeñito niño. Un alegre y juguetón Perro, completa la nómina de personajes y fortalece la línea del conflicto, ya que no solo es mejor al amigo del infante, también es un elementos que condiciona la norma llegada del bebe.

Se hace decisiva la caracterización de los personajes, muy bien lograda y fundamentada por el desempeño histriónico de la actriz, la cual maneja muy bien su dualidad de, personajes en vivo y de manipuladora de los muñecos. Todos los personajes toman vida desde su desempeño, desde su voz y de su interiorización. Las dinámicas del perro y del pequeñito impregnan el ritmo adecuado a la puesta y la representación se mueve en una progresión de pequeños saltos de la historia. A las tiernas, melancólicas y sutiles escenas se contraponen las abarrotadísimos momentos de Caspi retozando con su fiel.

Al margen de que el diseño de movimiento escénico aprovecha todo el espacio del tablado de la sala teatral, las acciones de mayor impacto se desarrollan sobre la mesa y al centro del escenario, logrando la mejor ubicación de la vista de los espectadores ante los acontecimientos. La precisión en los recursos escenográficos y de utilería en uno de los grandes aciertos de la puesta y es una de las condiciones que facilitan mayor expresividad a la misma. Hay exactitud en la ejecución de la intérprete, en su trabajo con los muñecos, los cambios de voces y de los elementos de la escena.

Estamos en presencia de una puesta alegre, simpática, que logra una comunicación muy afana con los espectadores, que enamora a los más pequeños y envuelve a los adultos en la ternura. Es una composición atractiva, con diseños que llenan la visualidad con el trabajo de la unidad y la diversidad de las formas y con una sonoridad que conversa con el oído desde la perspicacia. Sin dudas, una excelente opción para padres y niños.

Visitas: 11

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *