75 años de ‘La soga’, el crimen perfecto de Alfred Hitchcock con 80 minutos de suspense en tiempo real

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La filmografía de Alfred Hitchcock está repleta de obras maestras como ‘Psicosis’, ‘Vértigo’, ‘Los pájaros’ o ‘Frenesí’, pero ninguna de ellas refleja el suspense en tiempo real como ‘La soga‘, rodada como si fuera un único plano secuencia en una sola localización.

‘La soga’ cumple 75 años (se estrenó en 1948) conservando su frescura como si se estrenase hoy mismo, y su truco técnico del falso plano secuencia sigue usándose en la actualidad (ahora de manera digital) para construir escenas imposibles. Porque sí, es un “falso” plano secuencia, como ya muchos cinéfilos conocerán. Los rollos de película de la época no permitían rodar toda la película en una sola toma, por lo que el maestro del suspense se las ingenió para ocultar a simple vista varios cortes durante la filmación que disimularan como un trampantojo el montaje posterior de varios planos en uno sólo. Ya sea acercando la cámara a la espalda de los personajes u ocultándose tras una puerta, la solución es tan simple como efectiva, y la artimaña narrativa no opaca la historia sino que la hace aún más intrigante mostrando el suspense en tiempo real. Pero ‘La soga’ es más que un truco técnico.

Tomando como base una obra de Patrick Hamilton, el autor de ‘Luz que agoniza (Gaslight)’, ‘La soga’ comienza con un plano general de una calle cualquiera con gente (y el propio Hitchcock en su habitual cameo) paseando. Al girarse la cámara, se nos muestra una ventana tapada por cortinas. Es ahí cuando se produce el único corte “evidente” de la película, introduciéndonos en la vivienda para asistir como testigos al asesinato de David Kentley (Dick Hogan) a manos de Brandon (John Dall) y Phillip (Farley Granger). Los dos malhechores estrangulan a su víctima con una soga y ocultan el cadáver en un arcón. Acto seguido, recuerdan el plan.

Su intención es cometer “el crimen perfecto”, asesinando a un amigo cercano e invitando acto seguido a su apartamento a sus padres, su prometida, su amigo de la infancia y Rupert Cadell (James Stewart), el profesor de filosofía que les tuvo a todos como alumnos y que inculcó en ellos la idea de que el asesinato no tenía por qué suponer un problema moral. Los asesinos organizan una cena usando como mesa el baúl donde reposa el cuerpo inerte de David y tratan de que nadie descubra lo que ha pasado en un macabro juego de engaños que empieza a desmoronarse cuando Rupert comienza a sospechar.

La película causó controversia al abordar temas filosóficos afines al nazismo, interpretando las teorías del superhombre de Nietzsche de la misma manera que Adolf Hitler al separar las personas en clases “superiores” e “inferiores” según su intelecto y su posición social, aunque el discurso de arrepentimiento final deja bien claro el posicionamiento en contra de tal amoralidad. Pero sin duda lo más polémico fue ocultar la homosexualidad de los personajes principales, un detalle clave en la obra original que, en cambio, sólo se intuye en la película de Hitchcock por culpa de la censura norteamericana, que aun así llegó a prohibir la película en varios cines del país.

Censuras absurdas aparte, ‘La soga’ es un ejercicio de suspense magistral (como no podría ser de otra manera). Al conocer los hechos de antemano, con ocurría por ejemplo en ‘Colombo’ o en la reciente serie ‘Poker Face’, del creador de ‘Puñales por la espalda’, la incógnita no recae en averiguar quién es el asesino, sino en cómo y cuándo descubrirán los invitados todo lo que nosotros ya sabemos. Literalmente, los protagonistas están comiendo encima del cadáver de David sin tener ni idea de nada, y en cualquier momento todo puede saltar por los aires. Brian De Palma fue uno de los mejores alumnos de Hitchcock al recrear este tipo de suspense usando la pantalla perdida para mostrar las dos caras de la moneda al mismo tiempo, pero el maestro rizó el rizo varias décadas antes reuniendo a sus personajes en un único plano, una sola localización y una expectación constante e imprevisible.

Foto: Getty Images

Su final puede que, para muchos, no esté a la altura de los grandes ‘whodunits’ del séptimo arte. Pero es que, como ya hemos dicho antes, no hay nada que revelar. Conocemos todo lo que ha ocurrido con todo lujo de detalles desde el principio, y toda vez que el “asesinato perfecto” se desmorona, la única solución posible es la adoptada: matizar los aspectos éticos y morales del asesinato y buscar justicia para la víctima y castigo para los responsables, cerrando de la mejor manera una de las mejores películas de la historia del cine. (FOTOGRAMAS)

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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