Los fallidos “goles” del tomate

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Ignacio llegó a la meta del sábado como Juantorena en Montreal 76: con el corazón en la mano. Las emociones previas a las dos jornadas conclusivas del Mundial de Fútbol Qatar 2022 y a la venta del tomate en Cienfuegos por el precio máximo de 25.00 pesos (CUP) la libra (lb), provocaron en él un remolino de sentimientos.

Días atrás cometió el pecado de pagar nada menos que 150.00 CUP por unos cuatro tomates. Ahora esperaba redimirse de esa estafa y de paso recibir el perdón divino. Salió dispuesto a recorrer las ferias agropecuarias del fin de semana en los barrios de la ciudad para consumar su propósito, y por suerte no necesitó ir muy lejos. Aunque no en todas se comercializó la cotizada hortaliza, fue visible su presencia en sitios puntuales.

En las inmediaciones del mercado agropecuario Séptimo Congreso, del Consejo Popular de La Juanita, y al interior de este, halló dos puestos de venta que desde bien temprano expendieron tomate por la tarifa que acordó el Gobierno de la provincia para frenar en seco a los especuladores. Similares referencias le llegaron de otros lugares, como la Calzada de Dolores y la Plaza de los Guajiros, con el consabido eco del disgusto por las agobiantes colas.

Respecto a los demás productos agropecuarios, con precios no regulados por las autoridades gubernamentales (ají pimiento entre 80.00 y 100.00 CUP, malanga a 70.00, col de 60.00 a 100.00, pepino a 35.00, frijoles a 180.00, y por ese camino un listado cruel para cualquier bolsillo), la oferta de tomate en los espacios de las ferias fue poco abundante. Aun así, y luego de batirse en una agotadora fila, Ignacio anotó “goles” y arribó a la casa victorioso. Croacia le ganaba a Marruecos, y para el crucial partido del domingo, el campeón alzaría la Copa, y él comería su ensalada predilecta.

A la espera de la finalísima, reflexionó sobre episodios que trascendieron en la batalla campal por el tomate y empañaron la regulación de su precio apenas comenzó a implementarse. En la “Calzada”, por ejemplo, varios ciudadanos se quejaron de cómo llegaban carretones a cargar sacos en grandes cantidades con total impunidad, mientras una sola inspectora enfrentaba la situación.

Ese propio día, en la frontera entre la tarde y la noche, los carretilleros vendieron tomate a sus anchas sin respetar el importe establecido para ellos, hasta un 30 por ciento por encima de la tarifa autorizada, o sea, a 32.50 CUP la lb. Ignacio escuchó pregonarla a 80.00 pesos, a la hora en que se entregaba al televisor para conocer las predicciones de los comentaristas deportivos sobre el juego entre Argentina y Francia. En zonas más céntricas de la urbe, los precios continuaron siendo desorbitantes.

Un montaje escénico para el instante de las ferias. Tal resultó su conclusión cuando, en las jornadas posteriores, y hasta hoy, el fenómeno siguió el curso de siempre, en desacato a lo aprobado. ¿Para qué entonces —cuestionó― fijamos una medida si no somos capaces de hacerla cumplir a cabalidad en todos los momentos y espacios?

Para rematar el tema, en las placitas arrendadas a privados, algunos refieren cierta resistencia de los productores a comercializar la susodicha hortaliza a 25.00 CUP, lo cual explica cuán inestable se muestra en las tarimas, pese a aplicarse la normativa en el pico de la cosecha en Cienfuegos. El asunto llama la atención, pues funcionarios del Gobierno han declarado a la prensa que este tipo de disposiciones pasan por el consenso de los implicados. ¿Y si es así, por qué impera la burla?

La experiencia de análogos esfuerzos por contener el excesivo costo de los productos agropecuarios ―para colmo en esta oportunidad limitada a unos pocos, como si de yuca, plátano, arroz y tomate viviera el hombre— conduce a reiterados fracasos de su puesta en vigor y efectividad, en la mayoría de los casos devenidos en campañas complacientes al calor de determinada circunstancia. La falta de control, el desinterés y acomodamiento ante hechos que dificultan la vida de la población crea un precedente de irrespeto a lo dictado por resolución, decreto o ley.

Ignacio se repitió mil veces estas ideas, a la vez que disfrutaba de un épico fin de semana para el fútbol mundial. La coronación de Argentina, con Messi a la cabeza, lo hizo estallar de emociones que corrieron por su cuerpo en cascadas. Pero, luego del éxtasis deportivo, la realidad volvió a enrolarlo en la “pasión” de la comida y los fallidos “goles” del tomate.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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