Humo mágico de las plantas levanta la buena vibra

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Aunque los historiadores no se han puesto de acuerdo sobre el verdadero surgimiento de la quema de ramas con fines esotéricos, algunos investigadores presumen que el incienso, como se conoce la práctica, aparareció hace unos 6 mil años atrás.

La mayoría coinciden en que habrían sido los indios los primeros en efectuar ese acto ceremonioso, con el objetivo de crear un vínculo entre los humanos y los dioses a través del humo. Existen evidencias de que poco más tarde, los chinos y japoneses realizaban similares praxis para honrar a los fallecidos, en tanto, con tales métodos los griegos y romanos exorcisaban demonios o malos espíritus.

DEL INCIENSO A LA AROMATERAPIA

Los primeros inciensos fueron pedazos de ramas de árboles que se remojaban en savia de hierbas y se dejaban secar al sol, para luego prenderles fuego y así exhalaran el aroma que funcionaba, decían ellos, como una forma de comunicación entre la tierra y el universo.

La Iglesia Católica Apostólica Romana fue tal vez de las primeras instituciones religiosas en sahumar el ambiente de rituales y misas con el místico humo de las plantas, una costumbre que llega hasta nuestros días.

Ahora bien, no es un secreto que con el tiempo, cada vez son más los que se suman al interés por los beneficios físicos y espirituales que proporcionan las fragancias de las plantas.Y no es para menos, ya que disfrutar de los aromas de las flores y hierbas más populares no es un regalo exclusivo, sino que está al alcance de cualquiera.

Pues sepa que sobre los fundamentos básicos de aquellas tradiciones del uso de sahumerios surgió la aromaterapia, lo que en términos científicos resulta una técnica médica complementaria que utiliza aceites esenciales (AE) de plantas aromáticas, flores, hojas, semillas, cortezas y frutas, para ayudar a curar el cuerpo y la mente.

Si bien es a partir del siglo XX es que adquiere auge, se dice que tal práctica es un antiguo arte que aporta un uso terapéutico de los aromas puros para un tratamiento natural y un complemento importante para ayudar a restablecer nuestro equilibrio y armonía.

Según sus defensores, los aceites AE poseen muchas propiedades que provocan estímulos en el ser humano y se convierten en un invalorable elemento de bienestar. Los vegetales medicinales-aromáticos producen esencias, las cuales son extraídas por destilación y presión; también existen otros métodos para algunas especies particulares.

Un modo de actuar de estos compuestos vegetales es a través del olfato, armonizando los estados psíquicos emocionales y espirituales. Este sentido está relacionado con nuestras emociones por estar directamente conectado al cerebro, donde se encuentra el espacio de muchas actividades vitales del organismo: el sueño, la sensualidad, la sed, la memoria, etc.

Cuando se huele algo, se evoca la memoria emocional y en tal conexión se pueden relacionar esas sensaciones. El sistema límbico, donde se halla el centro de ellas, se encuentra relacionado con el hipotálamo, la parte del cerebro comunicada con las glándulas sexuales.

La memoria asociativa de aromas y situaciones, por su parte, genera el aprovechamiento de los AE para uso terapéutico, dado que la conciencia registra el aroma con la ambientación. Luego, la aromaterapia actúa sobre los planos sutiles y por ello puede ser utilizada como terapia vibracional, también ayuda a la meditación, visualizaciones, concentración, afirmaciones y a todas aquellas técnicas destinadas a buscar el equilibrio y armonía interior, valga la redundancia.

De acuerdo con la bibliografía consultada, el término aromaterapia fue utilizado por primera vez por el químico francés René-Maurice Gattefosé, en 1935. Aunque, en honor a la verdad, en la antigüedad, los egipcios 40 siglos A.C., hacían preparados con aceites esenciales que utilizaban en medicina, cosmética, baños, y para armonizar los templos.

El uso de esencias nos llega de tiempos remotos y tiene referencias en todas las culturas y religiones. Hipócrates, por ejemplo, utilizaba sahumerios fragantes para desembarazar a Atenas de la peste, y los soldados romanos se bañaban en aceite aromático y se masajeaban regularmente, con la creencia que ello les mantenía fuertes.

Los egipcios, en tanto, iniciaron el arte de extraer las esencias de las plantas calentándolas en recipientes de arcilla. Fueron los alquimistas griegos quienes conservando la fragancia y las propiedades curativas, inventaron la destilación para obtener AE.

Estudios dan cuentan de que el uso de esos compuestos odoríferos se realizaba desde hace milenios en China, India y Persia. Los vedas también lo utilizaban para su medicina. Se cree que la aromaterapia pasó a occidente en los tiempos de las Cruzadas. Los registros históricos muestran que los AE para contrarrestar la peste del siglo XIV.

En los siglos XVI y XVII la aromaterapia era popular entre los grandes herbolarios europeos, pero hasta los siglos XVIII y XIX los científicos no fueron capaces de identificar muchos de los compuestos específicos de la química vegetal. La investigación permitió a los estudiosos extraer los compuestos activos de las plantas medicinales, lo cual condujo al desarrollo de medicamentos farmacéuticos y al rechazo de la medicina vegetal.

Mucho más acá, para los años de la década de 1950 Margarita Maury, terapeuta de la belleza y bioquímica austriaca, introdujo la idea de utilizar los aceites esenciales en el masaje, y se establecieron las primeras clínicas de aromaterapia en Gran Bretaña, Francia y Suiza. Posteriormente algunos fisioterapeutas, enfermeras, cosmetólogos, masajistas, doctores y otros profesionales de la salud, empezaron a utilizarlos como alternativa en vez de antibióticos.

DE VUELTA AL HUMO MÁGICO

Sin embargo, mucho antes de que tuviésemos la tecnología para destilar las partículas de las plantas aromáticas en forma líquida, tal y como hemos planteado al inicio, en los orígenes de la humanidad ya las personas eran capaces de buscar el bienestar a través de la aromaterapia de diferentes formas.

No hay por qué romperse la cabeza y atarnos siempre a la compra de los aceites esenciales, muchas veces inaccesibles, o disponer de las sofisticdas varillas de incienso, si muchas veces tenemos a la mano el manojo de plantas o flores para fabricar nuestro sahumerio en casa.

Eso sí, al elaborar esas gomorresinas fragantes de hierbas, limítate a las plantas que se han quemado tradicionalmente por su humo aromático, ya que algunas especies podrían producir gases tóxicos. En otras palabras, es mejor no experimentar con la incineración de especies desconocidas.

Lo mejor es utilizar flores y hierbas que no hayan sido cultivadas con productos químicos o pesticidas para que no se propaguen en el aire. En el caso de las primeras trata de que no estén completamente en florescencia, ya que las maduras son más propensas a enmohecerse o perder sus pétalos en el proceso de secado.

Por otro lado, debes tener en cuenta primero cuál es tu planta favorita y qué tipo de olor proporciona en casa. Por eso sugerimos una pequeña recopilación con algunas especies más populares y comunes, tanto de hierbas como pimpollos.

La salvia, por ejemplo,  es una planta purificadora y se emplea muchísimo en la meditación. Cuentan que en Italia la utilizaban para quemar cuando en casa había problemas o incluso alguien ha tenido una pelea. Además de ser un gran ingrediente extra en algunas recetas de cocina, exhalar el humo del romero proporciona capacidad para alejar pesadillas y aumentar nuestro estado de ánimo.

Y aseguran los adeptos a estas misteriosas prácticas que el incienso de lavanda es una excelente opción para combatir la ansiedad, el insomnio, la tristeza e incluso la depresión. Esta hierba es de las más favoritas, tanto por su agradable esencia como por las ventajas que aporta en casa cuando se quema. También aseguran que prender pétalos secos de rosas, constituye el perfecto ritual para atraer el amor, al tiempo de aportar un toque especial al entorno.

Por supuesto, existen muchas otras especies, algunas de ellas poco comunes en el universo como es el caso de laTuya (Thuja spp.), una planta sagrada para casi todos los pueblos originarios de Norteamérica, tradicionalmente empleada  tanto para purificar, como para expulsar la energía negativa, así como atraer buenas influencias.

A menudo, según la costumbre, se quema para bendecir una casa nueva, al igual que a las personas que la habitan. Es una conífera con forma cónica y muy común en la jardinería ornamental en todo el mundo.

Reza la leyenda que en la antigüedad la resina seca de un árbol africano conocido por Boswellia, junto con la mirra y el oro, era de las cosas más apreciadas. Su incienso se utiliza aún en la meditación y la sanación de determinadas enfermedades.

El Commiphora myrrha procede de Oriente Medio, y cuentan que los antiguos egipcios lo utilizaban para la curación y para embalsamar los cuerpos. Actualmente, la quema de su laca es aconsejable para la meditación, la espiritualidad, la felicidad, la transformación, la fuerza, la confianza y la estabilidad.

Existe la creencia de que las ramas del Enebro (Juniperus monosperma) para incienso resultan un magnífiuco purificador de los templos. Otros, exaltan sus propiedades para vigorizar la mente y el cuerpo cuando está cansado. También fue quemado durante la época de la peste negra para resistir la enfermedad. En cuanto a la incineración de las hojas de Artemisa (Artemisia vulgaris), se sabe que proporciona un sueño placentero.

La lista pudiera ser mucho más larga. Solo baste señalar que otras fragancias pueden llevarnos a un estado de ensueños, y para ello sugerimos probar con otras variedades como son el clavel, gardenia, jacinto, jazmín, fresia, lila, lirio y geranio. O tal vez, seleccionar entre las yerbas y plantas, hojas de laurel, eucalipto, canela, manzanilla, hieba de limón, tomillo, vainilla o cedro.

Siempre tener en cuenta que, según los gustos, suelen combinarse algunas de esas especies.

MANOS A LA OBRA

Ahora estás en condiciones de preparar tu incienso casero. Para fabricarlo ten presente los siguientes pasos:

  • Corta los tallos de las hierbas a unos quince centímetros de longitud y los de las flores entre tres y seis centímetros y retira las hojas sobrantes. Coloca 5-10 ramitas de cada planta y agrúpalas en la misma dirección.
  • Las hojas grandes, como el laurel y el eucalipto, son ideales para utilizarlas como base para el manojo. Pon las flores encima de las hierbas para mantenerlas seguras.
  • Puedes preparar hatajos hechos con un solo tipo de planta o manojos mixtos compuestos por diferentes especies. El manojo se encogerá al secarse.
  • Hazlo un poco más grueso que el tamaño deseado.
  • Desenreda un trozo largo de cordel de algodón de unas cinco a ocho veces más largo que el mazo y ata la base para mantenerlo unido.
  • Para que se sequen cuelga los manojos boca abajo en una percha o tendedera.
  • El calor y el movimiento del aire acelerarán el secado, lo que es importante si vives en un clima húmedo. Si el incienso se seca con demasiada lentitud, el interior se enmohecerá.
  • Comprueba la sequedad después de cuatro a siete días; si la planta se rompe y se siente crujiente, está lista para encenderla. Es recomendable guardar tus paquetes en frascos de vidrio para conservar la frescura y el aroma.

Finalmente llegó la hora de inundar tu recinto con el humo mágico. Enciende la punta de tu incienso con un mechero, una vela o una cerilla. Si la llama no se apaga por sí sola después de cinco segundos, sopla suavemente. Coloca el macito sobre un cuenco poco profundo y resistente al fuego para recoger las cenizas que caigan.

…Y ya está, ¡a disfrutar el embrujo de ese ambiente de fantasía y evocación emocional!

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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