El dirigente sindical con el mismo lenguaje de los trabajadores

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Por segundo año consecutivo los cienfuegueros, los cubanos todos, festejamos el Primero de Mayo sin desfiles ni concentraciones, pero con la convicción de no permitir que el día pase inadvertido. Las fechas que, como esta, celebramos con más entusiasmo, provocan siempre una estela de reacciones, y cuando pasan nos queda como un eco de las voces que analizaron o siquiera mencionaron algunas de las inagotables aristas del suceso.

Que el desarrollo económico del país está hoy en las manos de los trabajadores de todos los sectores no es una idea nueva, pues durante más de seis décadas ha sido la nuestra la Revolución del proletariado. Pero el alcance de esa verdad sí gana, progresivamente, peso en la conciencia colectiva. Y si el obrero desempeña un rol vital en la construcción del proyecto económico y social cubano, asume, al mismo tiempo, la organización sindical una importancia, quizás sin precedentes en el ejercicio de representación a esta clase social.

En febrero de este año, visité la fábrica de conservas El Faro, estratégica y la mayor de la Industria Alimentaria en la provincia. En la más reciente asamblea sindical, este colectivo había manifestado su inconformidad con la nueva estructura de pago que solo incluye remuneración por condiciones anormales para dos cargos de los tantos en la planta, cuando en las áreas de cocina y envase, por solo citar dos ejemplos, todos laboran bajo régimen extraordinario y lo justo es que exista para ellos, el estímulo salarial por esta causa. Los representantes del sindicato a nivel provincial se llevaron la insatisfacción para transmitirla a instancias superiores y buscar una respuesta. Mientras esta llega, allí continúa la producción. Se trata de un caso entre otros.

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El dirigente sindical, a cualquier nivel, no debe temer hablar el mismo lenguaje que hablan los trabajadores que representa. Constituye deber de este, conocer los problemas del obrero no solo porque los escucha en el contexto teórico y necesariamente descontextualizado de una reunión, sino porque es capaz de ir y descubrirlos y padecerlos, en el mismo puesto laboral. De igual modo que de un lado, exhorta a la masa al esfuerzo decisivo, de otro, ha de exponer, enérgico, lo que la afecta y, cuando es preciso, denunciar, según las palabras del General de Ejército Raúl Castro Ruz, “los nudos que atan el desarrollo de las fuerzas productivas”.

Desde su creación, la Central de Trabajadores de Cuba ha apoyado la Revolución; los líderes obreros han permanecido en todo momento, al lado de los principales dirigentes políticos y de gobierno. Estoy seguro que debatir una decisión incorrecta, una medida incompleta, defender una propuesta analizada y consensuada en la base y propiciar que, con agilidad, se solucione un problema,no contradice ese apoyo; no lacera la relación entre el movimiento sindical y la dirección del país porque a pesar de cuantas insatisfacciones y dificultades puedan existir, no veo a ningún trabajador, ni en “El Faro” ni en otra entidad, abandonando su puesto. Al contrario, hoy estamos restituyendo al trabajo su valor dentro de la sociedad.

La indicación del Presidente y Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez a mantener el oído pegado al pueblo, a la gente, debe llevarse, con exactitud, al escenario laboral. Tampoco este principio es totalmente nuevo. Ahí está la historia para probarlo, aunque ¡Cuánta falta hacía retomarlo! En Cuba tenemos a Lázaro Peña, el Capitán de la clase obrera; a Santiago Pastor Pelayo Díaz, líder de los portuarios, recordamos en Cienfuegos.

El Primero de Mayo se menciona ya en pasado, y con la esperanza de que la Covid-19 permita retomar en 2022 los festejos de forma presencial, del significado de la efemérides y en torno a ella, de los desafíos del movimiento sindical en Cienfuegos y en Cuba, encargado de aunar los esfuerzos de los trabajadores, hay que seguir debatiendo en presente si queremos sentar fuertes, las bases del futuro.

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