Tránsitos, de la posibilidad a la certeza

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Transitar hacia el éxito, que supone la madurez creativa y el reconocimiento social de todo creador, no importa si se deja la piel en el camino, es el axioma que anima a este colectivo de artistas (académicos y no) ligados al proyecto Trazos libres y, por tal, a un propósito de desarrollo local que ha venido echando cepas desde hace 13 años, en aras de una posibilidad comunitaria que, aunque no se desliza únicamente dentro de las artes, toma las pulsaciones estéticas como un bastión de identidad, tratando de poner fin a la conversión para ser un acto factual, íntegro y palpable. La tenencia de una galería propia y cercana, iluminada por los anhelos y la voluntad, es cuanto menos reconfortante, toda vez que deviene en una oportunidad para mostrar los derroteros de una gestión de modelo cultural y económico, en este caso  liderado por el artista Santiago Hermes Martínez y Mary Cid, con el apoyo de instituciones gubernativas o entidades igual recabadas para el ejercicio comunitario.

Callejeros de Julián Espinosa “Wayacón”.

Transición es parte de esos ardores por traslucir la existencia tan rica y compleja del barrio (que es decir Cuba): Santiago Hermes, otrora pilar del memorable Grupo Punto en los años noventa, insiste en las afrocubanías, recreando dos patakíes de seductoras runas (Sikanekúa y Cuando sale el sol); Andrés Villa nos comparte sus misticismos en habituales bajorrelieves y fábulas articuladas (Escenas bíblicas); Osmany Núñez, graduado de la ENA como Martínez y Moreira, nos conforta con sus autorreferenciales y líricas evocaciones escultóricas (Laura Marina); Julián Espinosa Rebollido (Wayacón) extasía con sus personalísimas figuras populares y usual gama de colores (Callejeros); Antonio Santiago García inquieta con una instalación sobre la violencia extrema (De esas cosas que nos aturden); sus camaradas Eduardo Curbelo, Ismaray Tillet y los benjamines Mauro Martínez y Dianamarys Alfonso, fraguados en la Academia de Artes Plásticas de Cienfuegos (Escuela de Arte Benny Moré), nos direccionan hacia realidades latentes: los entuertos sexuales de la primera vez, el ideario en torno a la mujer y la negritud y el pintoresquismo de los festejos quinceañeros (con una mirada crítica) y lenguaje neo expresionista, respectivamente (La pequeña muerte, Homenaje a Tubman Harriet y Rostros de Minerva IV, y Los quince de Pototo y Potota, en ese orden); Israel Reyes concibe con gracia dos entramados costumbristas (Estoy pega’o y Sin freno); Fidel Reina, por su parte, asume el difícil hacer de metáforas con metales blandos (Workaholic), mientras que el talentoso escultor Alain Moreira logra conmovernos con dos piezas de mínimal costura y profundamente espirituales (Bienaventurados los que no vieron y creyeron y Todo lo hizo hermoso).

Escenas bíblicas de Andrés Villa.

Tránsitos signa el andar prístino de una galería de barrio y, desde una dimensión simbólica, resulta un sensible escaneo a los entornos descentralizados, el propósito encausado hacia la coronación del sueño colectivo, cada vez más cercano y palmario.

Cuando sale el sol de Santiago Hermes Martínez.
Sikanekúa de Santiago Hermes Martínez.
Estoy pega´o de Israel Reyes.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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