Thalía, el Congreso de la Lengua y el cerdo de bienvenida

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Una de las “noticias” de mayor relieve durante la semana anterior en las páginas de espectáculos o entretenimiento (casi nunca las nombran culturales) de los periódicos hispanos de los Estados Unidos, y sus rebotes en Latinoamérica y España, fue el interés de la cantante Thalía en tener un bebé.

La chismografía, elemento nutricio e irrecusable de ese tipo de reporterismo, vende ejemplares. Y lo que empine la tirada al cielo, será catapultado desde estos medios, cuyas políticas editoriales priorizan el aspecto mercantil por arriba de cualquier otro.

Justamente, también en la semana pasada se celebraba en Cartagena de Indias el IV Congreso de la Lengua Española, evento que cobra notoriedad por edición, donde se criticó con rispidez por parte de destacados periodistas y escritores “las fallas de expresión de este periodismo”.

Intelectuales indispensables del habla castellana actual censuraron la falta de profundidad, estupidez potencial y ausencia de estilo en “un periodismo a contracultura que muestra el interés de una burguesía analfabeta funcional”.

El periodista cultural (y general) de tales medios, enfatizaban los ponentes, se ve sometido a la coyunda de díctums editoriales “que anteponen lo visual a lo textual. Por eso los diarios ahora están llenos de fotos, gráficos, dibujitos, para no poner muchas palabras”.

En tales términos se proyectaba el argentino Martín Caparrós en la jornada del Congreso denominada El periodismo cultural iberoamericano, en la cual fue impugnada además la tendencia predominante de estos órganos a escarbar en los asuntos íntimos de los famosos.

Por fortuna, las páginas culturales de los medios cubanos confieren preeminencia a los valores artísticos del creador, así como al reflejo del desarrollo de las distintas manifestaciones.

Esto ocurre así, sin variación, en los medios de prensa escritos y los noticiarios de los departamentos informativos de radio y televisión.

Aunque en espacios de la programación de los dos últimos medios de comunicación, al correr de los últimos tiempos se verifica un incremento de cierta tendencia a lo que precisamente descalificaban en el Congreso de la Lengua.

Es manifiesta la insistencia en recalcar, en varios de esos espacios variados o revistas, las intimidades de los invitados.

Ya el televidente o radioescucha común conoce las cuestiones personales (transporte, vivienda, nuevas parejas, proyectos extrartísticos…) de varios entrevistados recurrentes de la tele y radiodifusión; e incluso hasta las de los propios conductores.

De entrevista en entrevista se trenzan los capítulos de un folletín privado que, al propalarse, adquiere categoría pública. De modo que, vox populi, no solo se corre el rumor de que Fulanito tiene un hijo con Fulanita; sino que se refrenda con el peso de: “lo dijeron por la televisión”.

Me parece que, sin convertir tampoco estos diálogos en pesados bloques que no contengan algún elemento ligero de lógico efecto descondensador, sería prudente tener más cuidado con proseguir aupando tamaña propensión a lo light, lo frívolo, lo doméstico.

La intríngulis existencial de cada quien es asunto suyo y solo suyo; ningún medio de difusión masiva debe convertirse en caja de resonancia o instrumento de amplificación de las peripecias particulares de nadie.

Los valores éticos y sociales que le interesa promover a un sistema como éste son otros; y la concepción tenida en cuenta desde sus albores contempló el destierro de sus medios del chisme, la sosería de la crónica social de tintes rosáceos, la prensa del corazón…

Contra lo que quisiéramos, sin embargo, vemos a veces como suelen desviarse de tal cauce de mesura y tino.

Visto bien el caso, da igual que te vendan como “noticia” que Thalía quiere parir, como que el equipo de un popular programa de televisión fue a una provincia y allí los atendieron a lo largo de la estancia a cuerpo de rey, con lechones asados y sus tradicionales complementos.

Con gráficas incluidas del cerdo del agasajo y todo, difundidas en hora punta de teleaudiencia.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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