Smiley y su hilo rojo, éxito de taquilla y crítica a las tablas del Terry

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Smiley, la comedia romántica gay escrita por el dramaturgo catalán Guillem Clua en 2012 y cuyo éxito en las tablas la catapultó diez años después a las pantallas de Netflix, ancla ahora en la escena del teatro Terry en funciones de viernes 10 y sábado 11, a las cinco de la tarde.

La puesta del habanero Teatro El Público dirigida por Josep María Coll, sobre una versión de Ruandi Góngora, y que cuenta en los papeles protagónicos y únicos de la pieza con Roberto Romero (Alex) y el actor cubano asentado en España Georbis Martínez (Bruno) llega al coliseo de San Carlos y San Luis tras cosechar el favor del público y la crítica en La Habana, Pinar del Río, Gibara (en el contexto del Festival de Cine Pobre), Camagüey y El Mejunje, de Santa Clara.

Smiley es la inesperada historia de amor entre dos personajes masculinos que no pueden ser más distintos; Alex, un barman despechado, y Bruno, arquitecto y destinatario de un mensaje equivocado. Y se enamoran.

A simple vista, sus diferencias parecen insalvables, y sus personalidades antagónicas, pero lo quieran o no, sus existencias están unidas por un extraño hilo rojo, por más que a menudo quieran romperlo.

Como sucede tan a menudo en este tipo de dramaturgia, la falta de valor de los protagonistas ante encrucijadas de la vida termina por envolverlos en una espiral de inconvenientes.

Es que Guillem Clua, una de las voces más sobresalientes del teatro catalán contemporáneo, se apropia de una leyenda japonesa, según la cual un hilo rojo conecta por los meñiques, desde su nacimiento, a dos personas, irremisiblemente destinadas a encontrarse.

En su reseña para el colega camagüeyano Adelante, la crítica teatral Yanetsy León González asegura que, sin apelar a aspavientos ni trampas dramatúrgicas, “Smiley se planta frente al público como un espejo amable y desafiante, donde el amor se cuenta sin máscaras ni excusas”.

Y en ocasión de su estreno nacional, en febrero en la capitalina sala Adolfo Llauradó, su colega Roberto Pérez León no dudó en calificar la pieza como “una típica comedia romántica LGBTIQ+ de perfección absoluta”.

Para el crítico capitalino se trata de otra historia de amor más. Con todas las de la ley, con risas, emociones, temores, broncas y reconciliaciones. Inscripta por derecho propio en el género de comedia romántica de esas que desbordan los públicos.

Para el autor de la pieza, Smiley es más que una comedia romántica gay y al propio tiempo el éxito de su estreno en las tablas barcelonesas tuvo entre los ingredientes del éxito el hecho de constituir la primera vez que ese tipo de obra se presentaba con naturalidad, sin tapujos ni complejos.

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Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

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