Remembranza de aportes musicales del primer siglo de Fernandina de Jagua

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A propósito de cumplirse un nuevo aniversario de la fundación de la Villa de Fernandina de Jagua, hoy Ciudad de Cienfuegos, considero oportuno hacer referencia a los músicos que comenzaron a escribir la historia del universo sonoro sureño y que podemos considerar como padres o pilares de su posterior desarrollo.

El primer nombre notable de un músico criollo es el del profesor, pianista, compositor y director de orquesta Tomás Tomás D’Clouet. Descendiente directo de estos primeros colonos, nació en 1820, apenas un año después de la fundación de la villa. Realizó sus estudios en los Estados Unidos. Con 25 años, de vuelta en suelo sureño, puso en práctica todo lo aprendido. Se vinculó al Liceo Artístico y Literario de su ciudad natal como profesor de música instrumental. En el Liceo y la Sociedad Filarmónica, fue pianista, compositor y director de orquesta.

De sus aportes, quisiera destacar el nacimiento de la primera orquesta que existió en la villa, organizada para dar a conocer con ella las mejores obras del repertorio universal de su época. La agrupación se oficializó en 1851, con la creación de la Sociedad Filarmónica. Entre 1847 y 1862 las actividades festivas y musicales de Cienfuegos se celebraban en los pequeños teatros de las sociedades El Recreo y el Liceo Artístico y Literario. En 1851 ambas se unen y nace la Sociedad Filarmónica, que contó con una academia de música y la orquesta de Don Tomás.

Debido a sus ideas políticas, no tuvo otra opción que partir al exilio junto a su esposa y su pequeño hijo Guillermo, donde permaneció por una década. A su regreso, en 1878 continuó llevando a su pueblo lo más selecto del ámbito sonoro. Reunió a varios músicos, entre los que se encontraban su hijo Guillermo Tomás y la soprano Ana Aguado. Realizaron presentaciones en El Artesano y el Liceo de Cienfuegos. Dentro del elenco estuvieron también los españoles Antonio la Rubia, Sebastián Güell, A. Tellería, Tous, Opissu, Albbeich y los talentosísimos músicos criollos José Manuel Jiménez, Lico y Ramón Solís.

Liceo de Cienfuegos./ Foto: Tomada de Internet
Liceo de Cienfuegos./ Foto: Tomada de Internet

El aupar a estos artistas de renombre de la época en Cienfuegos tuvo un impacto significativo dentro de la cultura de la naciente villa. Por ejemplo, Guillermo Tomás, uno de los músicos más importantes cubanos comenzó a los 12 años el aprendizaje de la música con la tutela de su padre Don Tomás Tomás D’Clouet. Luego, estudió solfeo y teoría con los españoles Sebastián Güell y Antonio de la Rubia. En la flauta tuvo a otro gran maestro, Ramón Solís Fernández, músico nacido en Sagüa la Grande, que llegó a ser considerado como el mejor flautista del mundo en el siglo XlX.

En interpretación contó con las enseñanzas del virtuoso pianista y compositor trinitario José Manuel Jiménez, Lico, músico que también alcanzó reconocimiento internacional. Guillermo Tomás sería años más tarde ferviente defensor y difusor de su obra. Tuvo que partir al exilio y a su regreso en 1899, se estableció en La Habana junto a su esposa, la soprano sureña Ana Aguado. Los aportes de este gran músico a la cultura cubana lo convierten en una figura imprescindible.

También, el destacado pianista y compositor José Manuel Jiménez, Lico, fue maestro de Agustín Sánchez Planas (Cienfuegos 1860-1944), que se convirtió posteriormente en una figura de relevancia. Este músico sureño, siendo concejal del Ayuntamiento y respetado clarinetista, tuvo una fructífera labor en cuanto al desarrollo cultural de su ciudad. En 1887 organizó la Banda de la Infantería de la Marina; en 1901 fundó y dirigió la Banda Municipal de Música de Cienfuegos, una de las mejores organizaciones musicales de la República en su tiempo, y en 1926 creó la Banda de Bomberos.

Estas dos últimas agrupaciones, además de sus habituales actividades musicales auparon a excelentes músicos y pedagogos de la provincia. Las bandas de concierto fueron instituciones medulares para la formación de los futuros intérpretes en la isla.

Hay muchas maneras de honrar la historia y una de ellas es recordar las obras de hombres y mujeres que contribuyeron a la construcción de lo que hoy distingue y define nuestra cultura.

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

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