Pequeños guerreros de la vida y el amor en la batalla contra el cáncer
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La pequeña Elizabeth García Gómez es una niña feliz; canta, juega, sonríe y empuja su carrito de muñecas con la ilusión de sus tres añitos de vida. Para ella la palabra cáncer carece de significado y los doctores, aunque le realicen análisis, son parte de su familia y la quieren mucho.
Todo comenzó por azar del destino el 27 abril del 2020, cuando su prima, residente de Cirugía, decidió practicarle un examen físico como ejercicio docente y le encontró una masa en el abdomen.
Vinimos para el hospital William Soler, acá en La Habana, al otro día, le hicieron un ultrasonido y dio que tenía un tumor en el riñón izquierdo, me dicen que no podía irme para la casa porque debía esperar la biopsia, que confirmó la presencia de un nefroblastoma o tumor de Wilms, cuenta a la Agencia Cubana de Noticias su madre, Yaumara Gómez Pariol.
Eli, como la llaman cariñosamente, es la única niña y la menor de los tres hijos de Yaumara, para quien el diagnóstico resultó muy difícil; lo primero que pensó es que se iba a morir, “y es que para cualquier madre la tortura más grande es saber que su hijo tiene cáncer”.
Durante esa semana comenzaron los análisis y las sesiones de quimioterapia, porque el tumor era inoperable; para luego someterla a una cirugía el 4 de julio, cuando le extirparon el riñón izquierdo.
La operación duró entre cuatro y cinco horas, el tiempo más largo que ha esperado Yaumara en su vida, pero todo salió como estaba previsto, y después volvieron los tratamientos de quimioterapia para desterrar definitivamente cualquier vestigio de cáncer en su organismo.
En estos momentos, Eli está pendiente de recibir la última sesión de citostáticos en el hospital William Soler, pero su madre no olvida lo duro que fue el tratamiento, al ver las reacciones que le provocó.
Hace casi un año ella entró al hospital con su pelo largo, al igual que yo, y cuando se le cayó tuve que cortarme el mío; era terrible ver a mi única hija hembra así y yo con mi pelo por la cintura, dice.
Tenía que sentirme al mismo nivel que ella, para que, a pesar de su corta edad, supiera que lo estábamos sufriendo juntas, comenta.
La doctora Caridad Verdecia Cañizares, jefa del servicio de Oncología de la institución, explica a la ACN que la pequeña tendrá una larga vida, porque con un solo riñón se puede vivir, solo que debe mantener una dieta saludable, cuidarse mucho y continuar con el seguimiento hospitalario; recomendaciones que Yaumara está dispuesta a cumplir por el bien de su princesa.
En Cuba, al igual que Elizabeth, se detectan alrededor de 300 y hasta 400 niños con cáncer cada año, para quienes se garantiza la atención médica rápida y oportuna en los nueve centros destinados al tratamiento del cáncer pediátrico en el país.
Existe uno en la propia institución y el resto en los hospitales Pepe Portilla (Pinar del Río), Juan Manuel Márquez (La Habana), José Luis Miranda (Villa Clara), Eduardo Agramonte Piña (Camagüey), Octavio de la Concepción y de la Pedraja (Holguín) y en el Pediátrico Sur (Santiago de Cuba), además de los institutos de Hematología y de Oncología y Radiobiología, en la capital.
Muchas son las historias de los niños del servicio de Oncología del William Soler, a los que la doctora Caridad les dedica el mayor cariño, acompañada siempre de su colega Magda Alonso Pires, oncopediatra.
Ambas son escoltadas por un valioso equipo de enfermeras que también se esfuerzan por borrar, a fuerza de amor, las sombras que puede provocar la enfermedad en los infantes y les impregnan esperanzas a sus padres.
Thiago Ponce Fernández es otro de los pequeños que recibe los cuidados de esas “tías del corazón”, pues a sus dos años de edad, en 2020, presentó varias lesiones y se le diagnosticó un linfoma no Hodgkin abdominal, que gracias a la quimioterapia desapareció.
Luego de ocho meses de tratamiento, el pequeño regresó al hospital por inapetencia y ahora recibe atención diferenciada; aquí son muy buenas todas las personas, señala su madre, Claudia Fernández Cavargas.
Rememora que cuando vino al centro con el niño, estaba destruida y pensó que podía perder a su hijo, pero los médicos le devolvieron las ilusiones y ahora solo puede agradecerles.
Cristian González González juega a las cartas con su mamá, Cenia González Abreu. Con nueve años es el niño más grande de los que hoy reciben tratamientos en el servicio de Oncología del William Soler, adonde llegó por primera vez el 20 de octubre de 2020 con vómitos y pérdida del apetito, y al hacerle la biopsia dio positiva a un linfoma no Hodgkin.
Tras varias sesiones de quimioterapia, en la última tuvo una recaída por lo que acudieron a la institución; sin embargo, a partir de los cuidados de su madre y el personal de la salud se recupera poco a poco.
En medio de tanta tensión, las madres, doctoras y enfermeras nos apoyamos unas a otras, para sobrellevar este mal momento, asegura Cenia.
A pesar de su edad y de percibir todo lo que ocurre a su alrededor, Cristian no se queja y le sonríe a la vida por encima de las dificultades; es un guerrero que apuesta por ponerse cada día mejor.
Cada 15 de febrero, Cuba conmemora el Día Internacional del Cáncer Infantil, para sensibilizar y concienciar sobre los desafíos que enfrentan esos niños y adolescentes y sus familias.
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