Parece mentira, pero es del Val
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Fue una noticia muy esperada en el mundillo literario la entrega del Premio Planeta 2025, el cual fue a parar a manos del escritor, empresario y presentador Juan Ángel del Val Pérez, suscitando una de las mayores polémicas en el ámbito cultural español de los últimos tiempos. Unos aplaudieron jubilosos y otros abrieron los ojos pasmados de par en par ante un anuncio que parecía mentira, pero que no lo fue.
El ‘Planeta’, galardón literario mejor pagado de cuantos existen, por encima incluso del Nobel, ofrece a sus ganadores la exorbitante suma de 1 millón de euros, recayendo ─otra vez─ en una figura clave dentro del espacio televisivo El Hormiguero, de Atresmedia, del cual es mecenas a su vez el Grupo Planeta.
El aluvión de críticas estuvo dado no solo por la evidente relación con el mencionado monopolio hispano, sino también por las opiniones sobre la calidad del manuscrito elegido. Inmediatamente que salió publicada el pasado 5 de noviembre la novela ganadora (Vera, una historia de amor), los medios de prensa especializados en literatura no hicieron esperar sus valoraciones, y el primero en hacerlo fue El País desde el suplemento cultural Babelia con un proverbial mandarriazo: “El ampuloso autorretrato melodramático que abre el libro ─‘Soy lo que escribo. A escribir le debo todo lo que soy’─ prefigura un problema literario de tres pares de narices porque si este hombre es lo que ha escrito en esta novela, quizás mejor que no abandone jamás las populosas tertulias televisivas: la insipidez de su prosa es pavorosa”, escribía allí el crítico Jordi Gracia.
El madrileño, nacido en 1970, ha esquivado esta y otras centenares de críticas negativas alegando que se ha tratado de un “bullying” orquestado por los vínculos que posee con Atresmedia y contra su persona. Pues justamente si lo que desean los lectores ─esos que no se tragan el cuento del “acoso”─, es conocer la personalidad del autor, no será leyendo Vera, una historia de amor (2025) sino el texto aludido al inicio de este trabajo, el más oportuno para eso.
Parece mentira (2017), según del Val, es su libro más autobiográfico, donde, usando el nombre de Claudio Valcárcel, hilvana una vida desde los 14 años y hasta lo 46, utilizando saltos temporales como aderezo donde repasa el descubrimiento del amor y el sexo, sus temores y deseos, las pérdidas y secretos filiales, las primeras incursiones en el plano laboral o el planteamiento por formar su futura familia.
Pero si algo deja claro el madrileño desde las primeras páginas, entre tanto tejemaneje, es que Claudio es irresistible para los ojos de cualquier mujer y poseedor de un hermoso falo desde aquellos años mozos, cuando enloquecía a la más exigente de las prostitutas españolas. De esa manera, Juan del Val no pierde un chance en el uso de la falsa modestia, aun cuando pueda resultar tan chocante lo de “Ella decía que tenía una polla preciosa. Me llamó mucho la atención ese calificativo con el que me definió desde el primer día y que repetía siempre”. Sobre todo, luego de haber colocado en la misma página una de las pocas anécdotas y recuerdos felices que en su vida disfrutara junto al padre.
Sopesar esas escenas inconexas cargadas de sexo por un lado y frívolos pasajes familiares por el otro, puede llevar a la idea de que ─en efecto─ el alter ego de escritor está de veras en estado crónico; desquiciado por haber llevado una vida de excesos que declara aquí sin tapujos.
Más o menos así se van diluyendo los párrafos de Parece mentira. No se echa en falta el autobombo y la complacencia (con arremetidas sexuales, los vicios o por los gustos deportivos) de un del Val que no cesa en la coquetería. Según sus palabras, mientras más viejo se pone, más coqueto resulta ser. “La mayoría de mi público son mujeres. Me paso meses con olor a perfume de tantos besos (…)”, ha llegado a afirmar ufano en entrevistas.
Aquí nada es fortuito, la “casquivanería” vende y mucho hoy día. Bien que lo sabe el jurado del millonario Premio Planeta.
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